La cocaína aumenta la capacidad del cerebro para aprender, pero lo altera desde la primera dosis

 

quema_droga_pgr-3 Foto: Cuartoscuro

 

Dos horas son suficientes para que la cocaína altere de forma permanente el funcionamiento del cerebro, eso además de aumentar su capacidad para aprender, recibir nueva información y tomar decisiones, lo cual sería una buena noticia, si no fuera porque al mismo tiempo alimenta la adicción a esta droga, afirman científicos.

Un equipo de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley) y la Universidad de California en San Francisco (UCSF) estudió pequeñas protuberancias de células cerebrales llamadas espinas dendríticas, que juegan un papel importante en la formación de la memoria y el aprendizaje.

De acuerdo con la investigación, estas diminutas protuberancias dispuestas a lo largo de las ramificaciones de las neuronas son alteradas mediante la acción de esta droga, y esta modificación tiene el potencial de desviar la atención hacia la búsqueda compulsiva de la siguiente dosis, como ocurre en la adicción, según publicó la revista Nature Neuroscience.

“Los consumidores de drogas muestran una disminución de la actividad de la corteza frontal en relación con las tareas cotidianas pero experimentan un incremento en respuesta a cualquier información o estímulo relacionado con la droga. De hallazgo explicaría cómo el cerebro de los consumidores de sustancias de abuso logra hacerlo”, dijo Linda Wilbrecht, jefa de la investigación.

Utilizando una técnica denominada microscopía de dos fotones, el equipo de investigadores observaron directamente las células nerviosas en el cerebro de ratones vivos a los cuales dividieron en dos grupos.

Los roedores fueron examinados antes y después de administrarles por primera vez una dosis de cocaína, en el caso del primer grupo; mientras que al segundo se le administró únicamente una solución salina.

De esta manera se contempló que en sólo dos horas los roedores que probaron cocaína experimentaron un rápido y robusto crecimiento en las espinas dendríticas de la corteza prefrontal del cerebro, encargada también de controlar funciones relacionadas la disciplina para llevar a cabo comportamientos adecuados.

 

espinas-cajal-dibujob-461x468Foto: ABC/Santiago Ramón y Cajal

 

Por su parte, en el segundo grupo no se produjo tal incremento. En tanto que las nuevas espinas inducidas por la droga formaron una red de conexiones casi cuatro veces más densa a la observada en los ratones que no recibieron cocaína.

El fenómeno fue observado apenas al día siguiente de la aplicación de la droga y se concluyó que apenas dos horas después de la inyección, los cerebros de los ratones comenzaron a cultivar estas conexiones neuronales.

Asimismo se apreció, que después de recibir la cocaína en unas zonas concretas, los ratones intentaban volver a ese mismo sitio. Además de que el número y la robustez de las espinas dendríticas correlaciona muy bien, entre los roedores cocainónamos, con su grado de adicción, el cual se mide por la preferencia de estos animales a permanecer en el lugar donde se les administra la cocaína.

“En el cerebro hay un determinado nivel de creación de nuevas espinas en respuesta o previsión de los aprendizajes que llevamos a cabo en el día a día. Al fomentar este crecimiento desmesurado, la cocaína induce un ‘sobreaprendizaje’ de todo lo relacionado con esta droga”, agregó Wilbrecht.

Antes de la microscopía de dos fotones contemplar los efectos de las drogas en el cerebro era una cuestión de imaginación y, a menudo, de ejemplos burdos. A esto se refiere la investigadora sobre sus primeras impresiones sobre el tema.

“Crecí con las imágenes de una famosa campaña publicitaria que mostraba una sartén en la que se freían dos huevos, con el mensaje ‘este es tu cerebro con drogas’. Gracias a esta nueva técnica ahora podemos decir: ‘estas son tus neuronas bajo el efecto de las drogas’”, concluye.

 

 

[Sin Embargo]

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