Mismos pescados, diferentes nombres

A menudo resulta muy difícil saber con certeza el nombre de un pescado, puesto que una misma especie es conocida con distintos nombres según el lugar del territorio nacional del que se trate. En concreto, en Andalucía, localidades vecinas de una misma provincia llaman de diferentes formas a un mismo pescado: el Mugil cephalus recibe las denominaciones de albur (Sanlúcar de Barrameda), capitán (Chipiona), zorrito (Rota), serrano (El Puerto de Santa María) o cabezón (Puerto Real).

 

sanvicente--647x231

 

Un fenómeno que incluso se observa en un solo lugar, como en Cádiz capital, donde se dan varios sinónimos para Diplodus cervinus (sargo burgo, sargo real, apestoso, futbolista, etc.). En ocasiones también ocurre lo contrario, que un mismo nombre se emplea para designar especies diferentes, como el caso de gallo para denominar Zeus faber y Lepidorhombus wiffiagonis.

Por ello, investigadores de la Universidad Pablo de Olavide y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han plasmado en el proyecto ‘Ictioterm’ el léxico de las especies pesqueras de la costa andaluza tras la constatación de la existencia de un elevado número de fenómenos de polisemia, sinonimia y homonimia en los nombres vernáculos asignados a los peces en Andalucía.

Se trata de una base de datos de términos ictionímicos asociados a la identificación de especies pesqueras de las costas de Andalucía, resultante de dos proyectos de investigación llevados a cabo por investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Departamento de Filología y Traducción de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, uno de las especies pesqueras de Cádiz y Huelva y otro de las de Málaga, Granada y Almería. El proyecto pone a disposición de los estudiosos de la ictionimia una herramienta digital de fácil manejo para encontrar nombres de peces y especies asociadas de la costa de Andalucía.

 

 Recuperar y conservar el vocabulario

El fin último de esta investigación multidisciplinar rigurosa ha sido recuperar y conservar el rico vocabulario patrimonial ictionímico de Andalucía y ponerlo a disposición tanto de la comunidad científica como de los interesados en general para su conocimiento y estudio.

El equipo ha investigado allí donde siguen vivas las denominaciones de las especies marinas andaluzas, esto es, en los hombres de mar que pueblan las costas andaluzas y se dedican al sector pesquero. Por ello, todo aquello que compone el corpus de la investigación se ha recopilado de primera mano, acudiendo a las fuentes directas, los nombres vernáculos, o ictiónimos, utilizados hoy día en el sector pesquero profesional de las costas andaluzas.

Esto se debe en gran medida a que la característica principal de los nombres vernáculos es que no son universales, es decir, que solo se utilizan en una lengua o en una modalidad de lengua determinadas, a diferencia de los nombres científicos. Además, muchas especies animales no tienen nombre vernáculo.

La investigadora de la UPO Mercedes de la Torre subraya que “en el caso de las especies pesqueras, los problemas denominativos y conceptuales se ven agravados por la coexistencia de los nombres vernáculos con los nombres comerciales oficiales, que tienden a agrupar especies parecidas bajo una misma denominación, y por la presencia imparable de especies procedentes de caladeros de otros países, que añaden nuevas denominaciones a las ya existentes o modifican el significado de los vernáculos”.

 

Amplia base de datos

La base de datos ‘Ictioterm’ comprende 356 especies marinas (salvo dos que son de río, carpa y cangrejo americano). De ellas, 247 son de peces, 58 de moluscos, 48 de crustáceos, 2 de equinodermos (erizo y holoturia) y 1 de cnidarios (ortiguilla). En conjunto, 318 especies son de interés pesquero, mientras que las 38 restantes son acompañantes en las capturas, pero de gran interés lingüístico.

Las especies que se documentan se muestran desde diferentes perspectivas: a través de imágenes (fotos individuales y colectivas, dibujos); mediante identificaciones ictiológicas; por comparación con animales marinos semejantes; por mediación de relaciones terminológicas; a través de la localización dialectal, y sobre todo establecen una relación clara entre imagen-ictiónimo-nombre científico.

 

stockvault-fish-on-a-plate117537

 
Los nombres de los peces

Son muchas las motivaciones que pueden llevar al hombre de mar a las creaciones ictionímicas, pero evidentemente sus características morfológicas, su colorido, los ruidos que emiten, los saltos que dan, su parecido con otros seres terrestres que el pescador conoce, etc., han dado lugar fácilmente a múltiples denominaciones originadas en la comparación y la metáfora.

Además, el poso sociocultural de la zona costera andaluza ha llevado al marinero voces foráneas, sea el caso de las zonas limítrofes con Portugal y sus lusismos o los catalanismos en la costa oriental andaluza. ICTIOTERM está plagado de ellas. La lista es larguísima. El estudio destaca una mínima muestra significativa que se puede ampliar consultando esta dirección.

Cambio de denominación en función del tamaño de Merluccius merluccius, entre otras: merluza, pescada (muy grande); pescadilla (grande); pijota, pijotón (mediana); grillo, carioca (pequeña); trigo (muy pequeña).

Denominaciones relacionadas con oficios: futbolista, violinista, piloto, soldado, albañil, etc.; con el mundo religioso: pez ángel, abadejo, demonio, mahoma, obispo, peregrina, pez de San Pedro, etc.; con origen y razas: moro, italiana, austriaco, japonés, serrano, gitano, etc.; con nombres propios: rafael, tomasa, teodora, julia, antoñito, etc.; con animales terrestres: gallineta, cabrilla, buey, cochino, lagarto, zorro, conejo, rata, gata, culebra, golondrina, canario, águila, sapo, ranito, mariposa, mosca, etc.; con plantas: algarín, dátil de mar, ortiguilla, alpistera, habita, castañita, limón, etc.; con instrumentos musicales: flauta, tambor, guitarra, castañuela, etc.; con utensilios y materiales: aguja, bolillo, alcuza, dinamo, escopeta, espada, reloj, martillo, serrucho, cinta, puntilla, etc.; con peculiaridades morfológicas o cualidades, como el color: rubio, albariña, herrera, dorada, bermejuela, etc.; la forma: huevo, redondel, oblada, oreja, carajito de rey, etc.; las capacidades: cortacamisa, temblaera, voraz, volador, etc., o la parte por el todo (metonimia): boquerón, capitán, bocadulce, dentón, verrugato, carajote, etc.

Asimismo, hay muchas especies muy parecidas entre sí, por ejemplo las lisas, algunos lenguados, algunas mojarritas, algunas almejas, algunos pulpos. En general, salvo casos excepcionales de especies casi idénticas (Liza aurata/Liza saliens; Diplodus annularis/Diplodus bellottii, por citar alguno), puede decirse que la mayoría de los participantes en este estudio diferencian a la mayoría de las especies conocidas y les aplican distintos nombres, no solo porque ven que son distintas morfológicamente (sargo y sargo picudo; tembladera y tembladera de lunares; atún y atún aletón, por ejemplo), sino porque saben el tipo de fondo donde viven (salmonete de roca/salmonete de fango), o la profundidad a la que se encuentran (gallineta de tierra/gallineta de hondura/gallineta de canto) o la modalidad con la que se pescan (merluza de pincho/choco de trasmallo/jurel de baca). Otras veces el interés comercial lleva a agrupar especies de diferente calidad bajo el mismo nombre, el de mayor prestigio a los ojos del consumidor.

 

Diario de Gastonomía

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.