Llegan los helados, pero ¿de dónde viene la costumbre?

Se acerca la época veraniega, un momento que sigue siendo, para la mayoría de los consumidores, el de mayor auge en el consumo de helados, a pesar de que los hábitos se van modificando poco a poco y estos productos se encuentran presentes cada vez más en los hogares españoles en cualquier época del año.

 

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Según datos del pasado ejercicio, los españoles decidieron afrontar la crisis con más helados, especialmente como snack entre comidas y, sobre todo, las familias con hijos. Al menos así se desprendía del panel de consumidores NPD-CREST, realizado por la consultora NPD, en el que se indicaba que la categoría ‘helados’ había registrado un incremento de las ventas del 3,6% en los últimos doce meses auditados en el estudio.

De cara a la nueva temporada, el abanico de productos es cada vez mayor y las alternativas son múltiples. Incluso las nuevas tendencias en otras categorías de la alimentación, los nuevos formatos, sabores y texturas, así como los productos bajos en calorías, se ven reflejados en los helados que presentan las principales empresas heladeras.

Pero ¿a cuándo se remonta la costumbre de comer helados?

 

 Breve historia del helado

Según la Asociación Española de Fabricantes de Helados (AEFH), ya en el siglo XVII se consumían en España sorbetes fríos, aunque no congelados, y garrapiñas. Ambos productos eran enfriados con una mezcla de nieve y sal.

Hacia el siglo XIX se detectan las primeras horchaterías y botillerías en grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, unos establecimientos en los que se vendían helados y bebidas heladas.

Por otro lado, en los cafés de Madrid, como relata en sus textos Pérez Galdós, se podía disfrutar de una refrescante leche merengada (helado hecho de leche, clara de huevo, canela y azúcar), mientras se escuchaba al pianista o al violinista. Pero por aquel entonces, quienes no podían permitirse el lujo de ir al café, la horchatería o botillería, se fabricaban sus propios helados caseros con agua helada, extraída de la nieve, mezclada con zumo de fruta y metida en un molde, al que aplicaban un palo de madera para facilitar su manejo.

Ya en el siglo XX, y antes de que existieran las fábricas de helados, los artesanos heladeros suministraban sus productos en bares, y especialmente en carros ambulantes. En los años 30 surgen los primeros establecimientos que fabrican helados de forma industrial. Después de la Primera Guerra Mundial, en los años 50 surge la modernización y expansión de la industria. Es entonces cuando nacen varios fabricantes de helados.

Desde 1960 a 1969, acompañando el despegue de la economía, el consumo de helados aumentó, pasando de 1litro a 1,6 litros al final de la década. El helado todavía se consideraba un lujo. Una tercera parte de todos los helados se consumían fuera de casa en granjas, cafeterías o bares en la calle, mientras que el resto se tomaba de postre, principalmente en restaurantes. A lo largo de los años 60 aumentó el número de hogares que adquirían un frigorífico y en 1965 se creó el Código Alimentario, que reguló las normas higiénicas en la producción. Estos dos hechos estimularon el interés de grupos extranjeros por el mercado español.

En 1978, los españoles ya consumían alrededor de 2 litros de helados al año. En la actualidad, en España se consumen algo menos de 6 litros per cápita, cifra todavía muy por debajo de la media europea.

 

Fuente: Diario de Gastronomía

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