El lado femenino de la historia : El testimonio de Ana Frank

Por Sandra Ferrer

 

perfil1Hoy hace un bonito día. Todos vivimos nuestra vida intentando solventar más o menos nuestros propios problemas. Los días pasan, transcurren los meses y los años se suceden y a menudo no nos damos cuenta de que tal día como hoy unos cuantos años atrás, la vida pudo haber sido muy diferente. A veces era mejor. En este caso creo que era peor.

Me refiero al año 1945, hace tan sólo medio siglo, no tanto, media Europa luchaba con la otra media en un terrible pulso que terminó con la victoria de las tropas aliadas. Pero tal día como hoy, un 12 de marzo de 1945, aun no se había proclamado el fin definitivo de la guerra. El nazismo daba sus últimos coletazos manteniendo en funcionamiento los campos de concentración y exterminio que sembraron de terror, desesperanza y muerte al viejo continente.

Un día como hoy de aquellos últimos días de invierno de hace 68 años, una niña de quince años moría de fiebre tifoidea en un sucio y frío barracón del campo de concentración de Bergen-Belsen. Su madre ya había muerto en Auschwitz, su hermana tampoco había sobrevivido y su padre seguía preso en otro campo de concentración. Aquel día fallecía Ana Frank y su nombre se habría perdido en las oscuras y vergonzosas fosas comunes si no hubiera sido por un pequeño diario de bonitos cuadros rojos y blancos que durante dos años estuvo escribiendo en su escondite en Holanda.

 

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Ana Frank era una niña de origen judío que vivió en Alemania la ascensión del nacionalsocialismo. Las teorías antisemitas de Hitler obligaron a su familia a emigrar a Holanda. Cuando los nazis ocuparon también este país, la familia Frank tuvo que ocultarse en un anexo de una oficina que ellos llamaron «La casa de atrás». Allí pasaron dos años esperando que algún día terminara la guerra y poder volver a vivir una vida normal. Ana pasó parte del tiempo de reclusión escribiendo en su pequeño diario donde plasmó sus pensamientos, sus sueños, sus miedos, sus esperanzas.

El Diario de Ana Frank se convirtió después de la guerra en el testimonio de una de las víctimas del Holocausto que no sobrevivió. Su padre cumplía así uno de los deseos de su hija, convertirse en escritora. Han pasado más de sesenta años desde su primera edición en 1947 y desde entonces se ha publicado en todo el mundo y en multitud de idiomas.

A pesar de que aún existen detractores del Diario que niegan su veracidad, igual que niegan la existencia de los campos de exterminio nazi, aquel pequeño cuaderno que un día decidió escribir una niña cualquiera en un día cualquiera se convirtió en una referencia indispensable para entender la vida de muchas personas que vivieron el horror de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

 

 

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