Concierto por la Paz. Ensemble Teatro del Arte Sonoro
Ojalá fuera la vida tan sencilla y leve como una frase. Que la esperanza se correspondiera con los deseos, los afectos y las intenciones de las personas de paz. Pero los senderos humanos son mucho más complejos y las armas para luchar contra quienes utilizan la violencia no son tan eficaces para acabar con lo negativo, como desearíamos. Pero enfrentar la belleza al dolor, la creación frente a la destrucción, lo sublime frente al espejo de lo despreciable, es el arma que tenemos para no rendirnos frente a la destrucción que causa la ignorancia y la falta de empatía.
La propuesta del Ensemble Teatro del Arte Sonoro mistura diversas formas de estética y cultura. Una exposición; organizada por el instituto Reino Aftasí (Mari Carmen, David, Gloria e Isabel); sobre la pintora naif María Primachenko, laureada con el premio nacional de Ucrania, una nación asolada por el totalitarismo y el horror de la guerra. María también sufrió las vicisitudes de la guerra (donde falleció su marido) y tuvo que luchar contra una poliomielitis. Su mundo pictórico está lleno de fantasía, leyendas, cuentos o impresiones y animales fantásticos.
La palabra también forma parte de este espectáculo, con versos de Pessoa, entre otros (Si yo pudiera morder la tierra toda) o la dramaturgia de la mano de Esteban García Ballesteros.
La agrupación se presenta como un “laboratorio” para investigar y crear música en escena. Una propuesta ecléctica, poliédrica y multidisciplinar. Un lugar común de encuentro para el verbo, la partitura, la expresión corporal o la dramaturgia que involucra a los distintos actores del proceso. El Ensemble está formado por Rebeca Santiago (directora artística y guitarra), Vicente Contador (saxofón), Eduardo Moreno (piano), Santiago Marín (flauta), Iván Gómez (clarinete), Jesús Valero (percusión), Inma Soriano (violoncello) y Víctor Flores (violín). La actriz que participa es Marifê Suárez Fernández.
Esta hermosa amalgama enhebra palabras de Dulce Chacón (La construcción de un sueño) con osadía en las figuras musicales, versos de Pessoa con audaces técnicas, como atacar directamente la cuerda del piano para obtener sonidos inquietantes o utilizar el arco; cortando el viento; como posibilidad sonora, sin privarse de algún spicato. Antonio Machado está presente en “El peine del viento”, con versos extraídos del poema “Hacia un ocaso radiante”. Efectos metalizantes o cristalinos en el piano, largos silencios, notas solitarias, mimetizando el sondo del viento, en una obra creada para explorar la relación entre Chillida y Heidegger. Juego con el espacio, el límite del sonido y el concepto de Aletheia en la voz de Marifê Suárez, que recorre el escenario a la búsqueda de ese intento de comprender la verdad heideggeriana, con una poliédrica declamación, dando juego al hecho dramático a lo largo de todo el escenario o transportando las simbólicas luces de atrezzo. Como Prometeo llevando el fuego a los hombres. Los acordes de la obra nos acercan al concepto de “puro intuir”, nos permiten percatarnos de la sensibilidad como resultado de una investigación de la Estética. Como en el mito de la Caverna, donde Aletheia (según el filósofo alemán) sufre una transformación en el tránsito entre “el ver” y “lo visible”.
El juego con el espacio escénico es enriquecedor y los instantes dramáticos y musicales están conjugados con precisión y belleza
“Si yo pudiera mover la tierra toda” se inicia con un inquietante quejido que se alarga, apoyado en los vientos, transmitiendo un telúrico desasosiego. Agudos destemplados y sostenidos que componen un poema sonoro nacido para Flauta alto, clarinete, saxofón tenor, piano, violín y violoncello. Una partitura existencial que medita sobre la humana finitud y nuestra percepción de ser tránsito. Sombras que deambulan en la niebla.
El concierto era una reflexión sobre la guerra, a beneficio de Cruz Roja. Ningún lugar mejor para “Un soplo que vacía el pecho”, de Sergio Blardony, una propuesta inquietante, con amplio dialogo entre cuerda, vientos y piano. Estructuras que se rompen repentinamente, frotamientos en la cuerda irritantes, cambios de tempo. Aquí cada instrumento solicita su voz particular para esa denuncia, teñida de tristeza y dolor en el texto de Pilar Martín Gila. Un grito humano a través del verbo y una desoladora partitura. La actriz ejerce de cohesión o amalgama a las distintas etapas, dando coherencia a una obra que se transforma en un conjunto fluido con una dirección certera. Como aquel jardín de senderos que se bifurcan. El arte como propuesta de reivindicación, como espejo de lo humano. Como reflexión sobre lo inefable.
“La construcción de un sueño” prefacia con vientos y acordes disonantes en guitarra, juega con la estridencia de agudos imposibles, acordes atmosféricos, creando en base a largas notas un clima de reposado y feérico, con alguna reminiscencia de notación oriental.
También pudo escucharse el verbo de Jose Ángel Valente (No amanece el cantor), junto a obras de Maria de Alvear, José Manuel López López o Laura Vega (Viaje al silencio) o J. Torres.
Es necesaria la potenciación de la música contemporánea, la educación del público que permita el goce y el disfrute de unos modos que resultan ajenos a un segmento de los amantes de la música. Potenciar el aspecto visual deviene invitación a la creatividad del público, a la participación activa, que no posee un concierto tradicional. Hibridar la precisión de la dramaturgia y lo efímero del espacio sonoro es una aventura señera y positiva que enriquece el conjunto.
Son necesarias más propuestas de este cariz. Propuestas que dejan patente la no existencia de límites, la reivindicación formando parte del todo, el verbo como acompañante (y acompañado) de lo sonoro.