Los juramentados vestían de negro
La idea de hacer una antología partió de Argentina. En Buenos Aires, en una cafetería de la que no quiero acordarme, alrededor de cafés y mates, un grupo de letraheridos argentinos conspiraron para escribir un libro de relatos a 14 manos (eran seis y ninguno manco, y si no salen las cuentas es que el otro, que se dejaba caer por allí, vivía en Córdoba). Yo conocía a dos, al capitán del equipo, Gustavo Abrevaya, por su novela El criadero que me puso los pelos de punta, y a Guillermo Orsi, porque quien no conozca a Guillermo es que no es de este mundo. Además, tengo la suerte de que son amigos, y mucho, aunque nos separen mares. Gustavo me habló de publicar la antología aquí también, en España, y le dije que entonces habría que contar con siete espadachines españoles, y aceptó. A la hora de fichar entre los autores de aquí, me pasé de frenada, no los conté, y seleccioné a diez. Aún así, pensé que de esos diez al menos 3 se rajarían, pero no fallé en mi predicción. Llamé e Gustavo y expliqué lo que habia pasado y sugerí 3 nombres conocidos por mí, por amistad y por haberlos leído: Juan Sasturain, Raúl Argemí y Luis Gusmán. Los tres nuevos incorporados aceptaron a la primera. Nos pusimos como locos a escribir esos relatos sangrientos para la antología. Allá afilaban las plumas, y los cuchillos, Oscar Tabernise, Eduardo Goldman, Miguel Gaya, José María Gatti y Daniel Sorín. Aquí nos pusimos manos a la obra Andreu Martín, Fernando Ugeda, Susana Hernández, Lluna Vicens, Jerónimo García Tomás, Sebastià Bennasar, Carlos Manzano, Paco Gómez Escribano y yo. Los relatos de allá, por sus modismos, por su manera de jugar con el lenguaje que tienen los endemoniados argentinos, eran espectaculares, algunos muy divertidos. Los de esta orilla, no le iban a la zaga en cuanto a diversidad de temas tratados. Había atracos, violaciones, asesinatos, relaciones tóxicas, dramas rurales y urbanos, sherifs, sicarios… Coordinó y editó el libro una profesional estupenda, Albahaca Martín Gon. Lo editó con premura y exquisitez Grupo Tierra Trivium con Jimena Tierra a la cabeza. Y el libro está aquí, para ser devorado por los lectores que amen el género negro, o para los del fucsia, blanco, morado, porque esto no va de colores sino de buena literatura. Sos un boludo si te lo pierdes, dirán los de allá.