Festival de Flamenco y Fado de Badajoz. Pedro de Castro. Las Migas

 

Primicia Julio con una de esas noches fresquitas que regala de vez en cuando, para uso y abuso del espectador. En la Terraza del López de Ayala, el segundo día del Festival de Flamenco y Fado de Badajoz, mistura dos corrientes musicales totalmente disímiles: La pulsación lírica, atlántica y plena de saudade de la guitarra portuguesa de Pedro de Castro; uno de los instrumentistas más talentosos del momento portugués; y el aroma netamente andaluz de la fusión con “Las Migas”.

Pedro de Castro derrocha versatilidad, no exenta de inspiración, posee esa técnica. Nacida de largas horas de romperse las falanges y un gusto exquisito a la hora de seleccionar las obras del concierto. Un repaso por los ancestros de la guitarra portuguesa. Alumno de José Luís Nobre Costa, ha desarrollado las enseñanzas adquiridas en un estilo propio, pleno de energía, mágica digitación y expresividad, bebiendo directamente de las más profundas raíces.

Sus melodías transportaban a nostálgicos paseos por Alfama y a noches lisboetas de habitadas de lluvia.

Pedro de Castro domina el mástil, somete las técnicas son soltura y expresividad, desde las notas apagadas, hasta tremendos picados o cristalinos trémolos, siempre teñidos de saudade, que sirvieron para recorrer la geografía de la guitarra tradicional portuguesa de Lisboa y Coimbra con composiciones de clásicos como Jaime Tiago dos Santos, Antonio Bessa o ese nostálgico paseo por la luz lisboeta que surgió de la admiración de un compositor polaco titulada “Lisboa, puente al cielo”. También escuchamos la hermosa hibridación del “Vals chileno”, de complicadas ejecución y notable belleza cromática. Pedro de Castro estuvo acompañado por el contrapunto del la Viola-baixo de Francisco Gaspar, de certera ejecución y riqueza expresiva y la viola de fado de André Ramos. Un soberbio paseo por la tradición más señera y la nostalgia de la guitarra portuguesa.

Con “Las Migas” llegó el acabose. Aún quedaba mucha noche para dejar que el duende se apoderara de la terraza del López de Ayala. Las Migas llegaban con “Empatía” debajo del brazo. Un trabajo sobre lo que es ponerse en la piel del otro. Y la piel, la pusieron “de carne de gallina” que dicen en mi pueblo. Con la señera voz de arena de la emeritense Carolina Fernández “La Chispa” por bandera. Y es que esta cantaora tiene musgo en la garganta, musgo y polvo de luna. Carolina desvela los matices con gusto y sabiduría, con dulzura y temperamento. No en vano viene de compartir escena en los tablaos con los mejores.

“Las Migas” trajeron frescura a la noche pacense, ya de por si fresca, recorriendo su “Empatía” y retornando a éxitos de discos anteriores. Estas mujeres son pura fusión, mestizaje en estado puro. Un espectáculo integral, luminoso y enriquecedor en su versatilidad. Lo mismo se arrancan por unas bulerías pata negra que bordan un son cubano, desgranan una soberbia versión de la peretiana “Barcelona tiene poder” que se arrancan con una tremenda transcripción de “Me mueve el aire” de Chipi, lo mismo se marcan un tremendo solo de violín de sabor andalusí,  que un picáo flamenco en la guitarra, pleno de técnica y embrujo. Marta Robles (fundadora y guitarrista), Alicia Grillo (guitarrista), Roser Loscos (violinista), son guerreras del flamenco con pedigrí.

La noche prometía con esa bomba que es “Con lo bien que yo estaba sola”, pasando con solera por ese tremendo estribillo de “Soñé”: No me mires, que miran que nos miramos…

Hubo tiempo para homenajear a la zarzamora en medio de un compás por bulerías que quitaba el sentío o para ese remanso de belleza que es “Mensajes en el mar”, una canción de ida y vuelta potente, una obra de lontananza. Mestizaje en estado puro. Las Migas, llenaron la noche pacense con un espectáculo pleno de elegancia y duende,  donde la estética juega un importante papel. Desde esos zapateáos tremendos de “La Chispa”, pasando por el diseño de vestuario o el sentido de trasgresión, respetuoso con las raíces, cabal y pasional, pero enriquecido con nuevos horizontes. Olé!

 

 

 

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