Todos te recordarán, de Andreu Martín
Al hilo de los atentados terroristas que la célula de Ripoll cometió en Barcelona y Cambrils en nombre del Estados Islámico, Andreu Martín construye una trama en la que se ven envueltos la atractiva cantante Leire Alfaro, la Dorothy Gale del grupo Sandunga y los Rottweilers ―Lleva un chaquetón de peluche rojo, falda de tubo y zapatos de tacón de aguja. Bajo el chaquetón, una escotada blusa de topos negros mostrando canalillo. ―; su amante el marroquí Abduh Fayad, que trabaja en el negocio de los hermanos Shaddad, tapadera de una nueva célula terrorista; mossos d’esquadra de la lucha antiterrorista y un rijoso miembro del Cuerpo Nacional de Policía llamado Santiago Ortuño enamorado, o encoñado, hasta el tuétano de Leire Alfaro. Y todo eso enmarcado en fechas cruciales del proceso independentista ―Se observa una grieta en la unidad de los partidos independentistas y eso da esperanza sus rivales. El hecho de que unos líderes independentistas estén en la cárcel y otros se hayan exilado en Bélgica, hace que uno se empiecen aflojar en sus exigencias y los otros continúen envalentonados pero aislados. ― que se está viviendo en Cataluña y referencias cinematográficas a la película El mago de Oz (los que conozcan de cerca al autor de Prótesis sabrán de su pasión por los musicales, y por este especialmente.) Si Abduh era el Espantapájaros y Ortuño el León Cobarde, Leonardo Leo Corasón tenía que ser el Hombre de Lata, aquel personaje que parecía que no tuviera corazón.
Sitúa el escenario el autor en el barrio del Raval, antiguamente conocido como el Barrio Chino de la Ciudad Condal: Hace años, cada puerta de esta calle era un bar lleno de mujeres de alquiler, humo de tabaco, luces rojas, alboroto enfermizo, condones, gonorrea, caras de asco, carcajadas groseras, tocamientos descarados, miradas desdeñosas, y las aceras y la calzada estaban ocupadas por una multitud de mirones, macarras, clientes indecisos y chorizos.
Subraya el autor de Cabaret Pompeya el machismo del villano de la función, ese policía despreciable que es Ortuño, y la simbología fálica de su pistola: Atroz, animal y mecánico, el policía embiste, embiste y embiste, y la presencia negra y fría de la Star 30M 9mm aterroriza a Leire como el tacto de una serpiente venenosa o un cadáver infectado, y a cada empujón de Ortuño la pistola va y viene y va y viene como un péndulo maldito, y no hacen falta muchas embestidas para conseguir la descarga. E ironiza sobre la corrupción, ese mal endémico que está instalado en todos los estamentos de la sociedad: Si eres policía, serás corrupto, porque nuestra familia no tenemos principios y el policía corrupto es un mierda, un traidor, un falso. Para ser corrupto de verdad, tienes que hacerte político. Un político corrupto no engaña a nadie, no traiciona a nadie, porque la corrupción se le supone.
Se le puede achacar al autor un cierto maniqueísmo que es expresamente buscado, remarcado, para hacer de Ortuño un ser despreciable, incluso en cómo describe a ese mediocre y rijoso funcionario del CNP adscrito a la brigada de extranjería: Ayer, Charo lo vio desnudo y los colores de la piel de su espalda le hicieron pensar en un reptil que estuviera mutando inhumano, o en una persona que estuviera transformándose en reptil.
Con el oficio de muchos lustros como escritor, diálogos incisivos, buen dibujo de cada uno de los personajes y una moderada violencia, el autor de Bellísimas personas conduce al lector por esta montaña rusa que es Todos te recordarán y pone el foco sobre esa Leire Alfaro seductora y víctima, mujer fatal sin proponérselo, y ese zafio policía nacional ―al tanto de la terrorífica descripción de una violación: Y chocan brazos con brazos en esgrima animal, manos que sujetan manos, aquí y allá, la pistola colgando flácida bajo el brazo, hasta que las manazas del policía, expertas en el cuerpo a cuerpo, ciñen las muñecas delgadas y frágiles, las unen e inmovilizan por encima de la despeinada cabellera caoba. ― que lo estropea todo a su paso, como elefante en cacharrería, y es el paradigma de ese enfrentamiento secular entre cuerpos policiales que se da en Cataluña.
Andreu Martín tiene la habilidad de que sus novelas se lean como un soplo y estén perfectamente construidas de principio a fin con una prosa efectiva que huye deliberadamente de la altisonancia. Todos te recordarán es, valga la redundancia, una novela a recordar de uno de los escritores más prolíficos y bregados del panorama literario español.