El sonido de tu cabello, de Juan Ramón Biedma

Dentro de un género muy específico, en el que se macera lo negro con lo terrorífico, el realismo con la fantasía, más un chorro de elixir demoníaco y salpimentado con algo de humor negro, el sevillano Juan Ramón Biedma reina entre sus propias tinieblas narrativas creando mundos dantescos a su medida como lo avalan sus novelas El espejo del monstruo, El manuscrito de Dios, El efecto Transilvania o Antirresurrección.   Con El sonido de tu cabello el escritor sevillano, reconocido con los principales galardones de novela negra, ganó el prestigioso premio Unicaja de novela Fernando Quiñónes recogiendo el testigo nada menos que de las manos de Juan Madrid, su anterior galardonado.

Nos traslada Juan Ramón Biedma, con una prosa original y rompedora,   llena de retorcimientos semánticos y frases brillantes, a unas Tres mil viviendas sevillanas, puede que uno de los barrios más peligrosos de la geografía nacional e internacional, que se metamorfosea en una especie de Ciudad Juárez (y en la ciudad mexicana se inicia la novela) patria— La forma de actuar del asesino o asesinos -no se atreve a repetir la locución- se asemeja punto por punto con la empleada con un buen número de las mujeres de Ciudad Juárez. —en donde se producen una serie de salvajes feminicidios — Violada por ambos conductos, cortes en un pecho y mordiscos con falta de materia orgánica en el otro, además de en otras muchas partes del cuerpo, un triángulo de piel cortado en la zona púbica, muerte probable por estrangulamiento. —perpetrados según los rituales satánicos— Durante un tiempo, los pentáculos, las cruces invertidas, la música black metal, las camisetas rotas, los piercings de pinchos y la Iglesia de Satán parecieron un refugio, pero solo fueron un camino que la llevó a aquella misa negra, al asesinato heredado y a la cárcel. —a las puertas de la iglesia evangélica calvinista de Filadelfia, y con un personaje fantasmal, el Muló —El Muló es un ser muy cabrón, es más maléfico que se puede imaginar, capaz de cualquier cosa, incluso contra los suyos, desde chuparles la sangre a destruir sus propiedades o enfermar a las bestias, pero sobre todo van contra los niños y las mujeres a las que secuestran para follárselas y comérselas., — espíritu gitano de venganza que equivale a un especie de Nosferatu caló: El Muló es cómo llamamos los gitanos a los no muertos, a los seres que vuelven de la tumba.

Con estos mimbres construye Juan Ramón Biedma una novela de más de cuatrocientas páginas en la que abundan descripciones ambientales de ese gueto sevillano marcado por la marginalidad y que es una ciudad dentro de otra con sus propios códigos — En la calle que busca nadie barre las aceras ni poda los árboles que le echan las garras a la cara. A la derecha, edificios cariados y a la izquierda la carretera de Su Eminencia, una arteria oscura sin final por la que pasan pocos y despavoridos vehículos. —, acertadas descripciones físicas de sus personajes —Es un hombre de unos 50, con una figura de oro de la Santa Muerte colgada del cuello y un olor a loción para después del afeitado de otra época que habla con un profundísimo sosiego imposible de reconocer como una buena o una mala señal. —y una línea argumental caótica.

Los personajes de esta fábula terrorífica y sanguinaria son la inspectora Carrizo, que es la encargada de desentrañar la serie de asesinatos de los que es acusado un toxicómano al que defiende el abogado de oficio Set Santiago y acusa Sacramento Montiel, por parte de una ONG, y en medio, investigando por su cuenta, una reclusa en permiso penitenciario, Luisa Orujo, entre un sinfín de personajes monstruosos y delirantes que ayudan al autor a configurar su escenario: A las 5, el Muló corretea desnudo por Las Tres mil viviendas. Busca las grietas más oscuras, los portales de los edificios abandonados, se arrastra por los vertederos, tiene un don especial para localizar las entradas y las salidas de túneles desconocidos, la zona cero.

El estilo brillante, barroco y efectista —Con la garganta cortada hasta ese punto en el que el interior del cuerpo humano alcanza un color más allá del rojo. —que busca el impacto en el lector, acaba devorando un argumento que se difumina y diluye en esa recreación potente que hace Juan Ramón Biedma de las Tres mil viviendas sevillanas transformadas en una de las puertas del infierno: No hay nadie en las calles ni escucha una sola voz, pero no existe la menor duda de que hay alguien allí. O algo. Los perros de cinco patas, a los gatos de tres ojos … murmullos rotos, luces señuelo, ladridos asmáticos. La novela gira sobre sí misma en espiral, adquiere tonalidades de pesadilla onírica y da una serie de bandazos, en los que abundan las digresiones, para llevar al lector a un escenario que lo aboca al caos: Una variante de guerrilla urbana, impelida por el hambre y la marginación, contra la que las autoridades no estaban preparadas. Parece distópica y premonitoria El sonido de tu cabello dado los tiempos que sufrimos. Juan Ramón Biedma, fiel a su original estilo rompedor y deudor de sus devociones temáticas , vibra al cien por cien en sus páginas.

 

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