Azteca. Gary Jennings
Desde su primera edición “Azteca” se ha mantenido en ese podio para los elegidos que comparte con otras obras del género histórico (Los Pilares de la Tierra, Sinué el Egipcio, El Nombre de la Rosa, Yo, Claudio, El Médico, Alamut, Chamán) y que sucesivas reediciones han refrendado, por parte de los lectores, como uno de los libros más leídos y revisitados. No lo tenía fácil el autor con los referentes que había sobre esta etapa histórica. El libro de Salvador de Madariaga “El Corazón de Piedra Verde” (1942) es el trabajo de un polígrafo, una definición acuñada en siglo XVII para los escritores que cultivaban diversos géneros. Una estirpe de pensadores que abarcaban al Hombre, desde las más diversas vertientes: poeta, pensador, dramaturgo. El Corazón de Piedra Verde es una historia de la; erróneamente denominada; Conquista.
Nace desde un espíritu liberal como el del autor, que narra el choque tremendo, y sin marcha atrás, de dos mundos enfrentados, en el que uno debe desaparecer. Madariaga reconstruye la época espléndidamente, sin perder el concepto novelesco para mostrarnos el devenir y la cotidianidad de la vida en la tierra de los mexicas, y al mismo tiempo en la Castilla de la época. Para ello hace confluir la historia de los Manrique en la España del siglo XV, con el mundo que se abre ante los castellanos y la imposible convivencia de ambos conceptos. Pese al amor que sienten el protagonista y Xuitl, el avance de una de las dos culturas se produce sobre las cenizas del anterior. Algo parecido a lo que los mexicatl habían practicado con las culturas anteriores a su auge.
Describe con detalle la vida cotidiana de ambos mundos, desarrollándola en dos planos narrativos que confluyen. La historia de los Esquiveles y Manriques, fue un ambicioso proyecto que pretendía narrar la aventura americana de dos familias españolas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, pero que quedó inconcluso. Las siguientes novelas de la saga fueron: Guerra en la sangre, Una gota de tiempo, El semental negro, y Satanael.
Salvador de Madariaga nunca pudo terminar la última novela de la serie porque murió a la edad de 92 años. Algún detalle como minimizar la masacre de Cholula; sangrienta represión de Cortes hacia los nativos; donde perecieron preventivamente unos 6000 cholultecas civiles desarmados, no desmerece el conjunto de la narración. No hay que olvidar la época y el contexto político-social en que fue escrita la novela. El escritor húngaro Laszlo Passuth había `publicado en el año 1939 “El Dios de la Lluvia llora sobre México”, donde combinaba con sabiduría crónicas, datos arqueológicos y un dilatado conocimientos del escenario histórico. Novela inspirada en la crónica de Bernal Díaz del Castillo y las “Cartas de la conquista de México” del propio Cortés, presentado por el autor, como un hombre lleno de sensaciones ante un mundo desconocido.
Persona de gran elocuencia, lleno de ambigüedades,y como un redentor que trata de llevar el auxilio de la civilización a los paganos de cruentos sacrificios humanos. La Malinche de esta novela es un personaje empático, positivo, auténtico puente entre las dos culturas. Resulta interesante comparar la descripción de la “Noche Triste”, en que las tropas castellanas son derrotadas por los méxica, mientras huían tratando de portar el oro y se hundían por el peso en los canales del lago, con la misma escena descrita por Gary Jennings. Ambas excepcionales literariamente. Jennings pasó 12 años viviendo sobre en México y el trabajo de campo queda destilado en la novela-río de cerca de novecientas páginas. La historia de Mixtli (Nube Oscura) está narrada en forma epistolar.
Las misivas que el obispo fray Juan de Zumárraga envía al emperador Carlos en 1530, dando cuenta de la vida y andanzas del azteca, ahora rebautizado Juan Damasceno, presentan una pintura histórica, certera y aguda, del tremendo envite entre dos civilizaciones. La destrucción de una de ellas, no sólo conllevaba la esclavitud. En la balanza se hallaba la destrucción total de un mundo, sus creencias, sus nombres y su espíritu. Aunque aquel mundo no fuese tampoco una víctima inocente. Cuando los advenedizos castellanos llegan a las tierras de los mexica, el imperio azteca domina formando “La Triple Alianza” a todos los pueblos que le rodean, exigiendo tributos y sacrificios en forma de muerte florida. Las guerras floridas eran simulacros aceptados por todas las partes para que en las batallas se tomaran prisioneros, en lugar de matarlos, para ser destinados al sacrificio. Los guerreros y civiles, cuyos corazones eran extraídos palpitantes con cuchillos de obsidiana, se sentían elegidos.
Otros iban voluntariamente u ofrecían a sus hijos para los rituales sangrientos, con los que se evitaba que el sol se ocultara para siempre. “Azteca” es la historia de una epopeya humana que tiene lugar en uno de los momentos más intensos de la humanidad. El choque cultural de las costumbres méxica con los “civilizados” invasores fue brutal. Los sacrificios humanos, los ritos de Xipe-Tótec, el dios de la renovación, en que el sacerdote se vestía con la piel desollada de la victima recién arrancada fueron demasiado para los hombres de Castilla.
A pesar de que ellos mismos vinieran de un mundo donde se doraba a la parrilla a los que pensaban diferentes, se torturaba a mujeres acusadas de brujería o se expulsaba a los judíos muy lindamente. Jennings utiliza con profusión los vocablos del “Náualt”. A lo largo de las densas páginas el lector termina manejando con soltura los términos de los antiguos dominadores del “Único Mundo” como tonali: alma o destino, xochimiqui: afortunado para ser ejecutado en la muerte florida, tepule: sexo masculino, péyolt: hongo alucinatorio.
Aunque la mayor parte de vocablos corresponde a definiciones sexuales, ya que Gary Jennings, como acostumbra en todas sus novelas convierte el sexo explícito y la descripción precisa (casi rozando el “gore”) de actos violentos en la pimienta del estofado. La descripción de la época es precisa y el recorrido in situ del terreno por parte del autor, da veracidad a las situaciones geográficas y anécdotas de viaje. El protagonista está presente en todos los momentos importantes del devenir azteca y se las arregla; de un modo u otro; para ser vórtice de todo lo que sucederá en la Historia. Nótese la anécdota final acerca del escudo de la futura bandera de México, o del origen del propio nombre del país. Ciertamente se aprecian resquicios, por donde se cuela la mentalidad con que el vecino yanqui visiona la historia y el autor no puede escapar a desaciertos (aunque no excluyentes) que lastran la historia como elegir suerte a la pajita mas corta en aquella época o situar una cantera en Xaltocan que significa “lugar de tuzas y arena”, y que es un barrio en Xochimilco D.F, donde la piedra brilla por su ausencia.El mas llamativo es la bandera que enarbola Cortés en su campamento. Roja y gualda. La bandera que portaba el extremeño era de color carmesí ,con una imagen de la Virgen en el centro.Hasta 300 años después el rojo y gualda no sería la enseña nacional. El texto es claramente hispanofóbico, recreándose el autor en presentar al personaje principal como un superior intelectual y moral frente a los aberrantes, sucios, hediondos y carniceros invasores. Los diálogos con los inquisidores están llenos de agudeza y sarcasmo, aunque los referidos son presentados como lerdos absolutos, y la mentalidad de Mixtli se acerca más a la de un hombre contemporáneo.
Este es un gran escollo para cualquier escritor de novela histórica. Introducirse en la psique de un habitante de otra época, sin verter sobre él conceptos y percepciones del mundo que todavía no habían nacido. Las descripciones eróticas nos presentan una civilización cercana a la depravación y resultan en exceso detallistas, cuando no carentes de base histórica. La “Malinche” de Jennings es una “trepa”.
Una persona sin moral (cabe preguntarse si alguien la tiene en este texto) capaz de cualquier aberración para conseguir sus fines, no el puente entre civilizaciones que defienden otros autores. A lo largo del libro desfilan dioses como Huichilobos (bautizado así por los castellanos), la “diosa que come suciedad” a la que se confesaban los mexica, y personajes históricos como Moctezuma o Alvarado. Los hechos suceden en una cronología precisa y estudiada, pero aderezada de aventura y pasión extremas. Tan sólo en algunos pasajes las aventuras de “Nube Oscura” llegan a ralentizarse y dilatar demasiado los hechos por lo prolijo de las descripciones o el largo tiempo abarcado. El texto es certero, elaborado, en algunos instantes teñidos de poesía. Sobre todo prima lo sarcástico, el azote de conquistadores y su religión. Pero también carga contra la hipocresía de quienes se acercan al vencedor, o la debilidad de personajes dubitativos y tibios como el emperador (Huey-Tlatoani) a los que culpa del desastre por su superstición. Nunca sabremos que habría salido del proyecto de Alfonso Árau con John Milius para transformar en guión esta novela, ya que el boceto está en dique seco. “Azteca” es un enorme fresco de la época, espejo de una mesoamérica que se acercaba a su ocaso. Una cautivadora epopeya y, al mismo tiempo, canto funerario de una civilización que agonizaba frente a la modernidad que avanzaba. Lienzo de un Tenochtitlán en su apogeo, que asombró a los castellanos por su grandeza y que redujeron a escombros, sin que nunca lleguemos a saber hasta donde habría llegado esa cultura de no haber aparecido sus redentores. Cierto que los aztecas cometían actos de una brutalidad excepcional, similares a los que ejecutaron sus vencedores y se han seguido perpetrando siglos después. Cierto que tras el mensaje de amor y paz, los recién llegados ocultaban la espada y la codicia.
Pero no menos cierto que otros pueblos se unieron a ellos para escapar de la tiranía mexica, y fueron éstos miles los que propiciaron esta victoria, junto a las enfermedades importadas que acabaron diezmando a los legítimos habitantes de aquel imperio. Aquello no fue la hazaña gloriosa y épica que nos vendía el Régimen franquista en los libros de texto, ni aquellos unos conquistadores audaces y de nobles intenciones. Nunca sabremos que habría pasado si en la “Noche Triste”, los aztecas, con una mentalidad más moderna, en lugar de retirarse a su ciudad a celebrar la victoria con sacrificios, hubieran perseguido a los supervivientes españoles que huían cargados de oro robado hasta exterminarlos. Que habría sucedido si en lugar de luchar con las normas guerreras de su civilización; rodear a los castellanos en Otumba para hacerlos prisioneros y poder sacrificarlos; en lugar de matarlos sobre el terreno; o seguir la tradición de dejarse derrotar cuando perdían su líder y su estandarte, hubieran perseguido a Cortes olvidando sus costumbres. Es lo que en el mundo de la historia contrafactual se denomina un “What if”. ¿Que hubiera pasado si…? Por desgracia,nunca lo sabremos.