The Extraordinary Tale. 2013.
Título originalThe Extraordinary Tale of the Times TableAño2013Duración79 min.País EspañaDirectorJosé F. Ortuño, Laura AlveaGuiónJosé F. OrtuñoMúsicaHector PerezFotografíaFran Fernández PardoRepartoAïda Ballmann, Ken Appledorn, Mari Paz SayagoProductoraAcheron Films / Dosdecatorce Producciones / Áralan Films S.L.GéneroComedia. Drama | Comedia negra. Realismo mágico
Gratificante y estimulante sorpresa en el panorama creativo patrio. Obviamente por su contenido y propuestas; para otro sector; se convertirá en estomagante e insufrible castigo. Film de nacencia andaluza, pero de factura e inteligencia universales. Insólita y valiente empresa que bebe directamente de Jeunet (Delicatessem); argumental y cromáticamente; que recibe influencias de Amelie y Tímidos Anónimos, con respaldo soterrado de la pesadilla lynchyana (Cabeza Borradora), para; en su segunda parte; devenir en negra comedia, de clara vocación polanskiana. Una rareza deliciosa, con todos los puntos para convertirse en obra de culto coleccionable en los cenáculos culturetas. José F Ortuño y Laura Alvea nos regalan un homenaje cinéfilo que pasea por el cine mudo (Keaton, Chaplin) de latencia naif, hasta desembocar en la comedia negra mas vital y perspicaz.
La historia desmesurada, encantadoramente pueril; de una elegante extravagancia; de la mujer-niña que se ha criado en una buhardilla de colorido inverosímil (y que decir de su vestuario) recogiendo su aprendizaje sobre el mundo de los libros, o escuchando a los vecinos a través de la pared, está narrada con una frescura y desenfado que hacen olvidar su peligroso equilibrio entre humorada negra y realismo mágico. Impregnada de un romanticismo “fou”, desmesurado (como toda ella), la fábula de amor entre dos almas gemelas, a través de las cartas redactadas en una maquina de escribir, está acompañada de una excepcional (y ditirámbica) banda sonora, impregnada de vitalidad y ritmo hiperbólico, que se acomoda como un personaje más a los estados de animo y vivencias. La eficaz partitura de Héctor Pérez, rememora acordes de barrio bohemio o introduce un sentimental teclado en los momentos intimistas, para describir musicalmente el devenir y la relación entre la enferma de anhedonia (extraordinaria Aida Ballman) y su comprensivo amante el actor afincado en España: Ken Applendorn.
De un romanticismo políticamente incorrecto, esta parábola agridulce sobre la incapacidad para la maternidad, encuentra una actriz en estado de gracia con los recursos expresivos necesarios, que abarcan desde la revisitación del clown hasta el infantilismo mágico del cuento de hadas. Con un desparpajo gestual pasmoso y equilibrado dominio del “gag” visual. Prueba irrefutable de que el talento, reñido con las subvenciones de la “casta” cinematográfica, los escasos presupuestos y el tiempo ridículo de rodaje, puede florecer en una pequeña joya de la cual deberían aprender los directores aforados al capital y al sufragio de Ministerios mecenas. Un escenario opresivo, una pieza de cámara para terceto (los dos protagonistas y la madre). Los actores no salen de las cuatro paredes de la casa.
La vocacional huída argumental del cine patrio más reiterativo (rancias comedias urbanas con reprimido sexual, o el postrero bodrio sobre la Guerra Civil), elevan la ecuación de esta película al cubo de la cinematografía valiente y creativa. Humorístico acercamiento a la dificultad de la convivencia y la paternidad (a lo cual contribuye, no poco, la presencia inquietante del niño zangolotino). Bizarrada en color rosa con final nada acomodaticio, las escenas en que la protagonista intenta acercarse; infructuosamente; al desconocido mundo de la maternidad están solventadas con pericia. Navegando entre el slapstick y el comic más desatado. Destacar la secuencia donde la pareja se acerca al mundo del sexo a través de un libro. El peregrinaje de estos dos outsiders, de infancia complicada, tenía que acabar necesariamente en naufragio y en un abrupto final abierto, donde se deja a juicio del espectador lo que ha podido suceder con el “enfant terrible”. Ballman compone una Melibea sin nombre, (a su pareja lo conocemos como “querido amigo), infantiloide, que no ha recibido instrucción sobre la vida; su madre solo le enseñó a multiplicar; encantadora, e incapaz de superar las vicisitudes de la maternidad. The Extraordinay Tale llega cargada de premios fuera de nuestras pantallas. Un cuento de hadas con mala leche, como todos si los analizamos detenidamente, que parece nacido de una pesadilla de Tim Burton, introducida en la turmix junto al universo de Wes Anderson Una sorpresa, de fresca teatralidad e ingeniosa sátira, que al espectador adocenado y medio se le atragantará a la altura del esófago. Bon Apetit!