BRUSELAS NOS SACA LOS COLORES
Al menos en Bruselas conocen la dignidad, la vergüenza y la legalidad. Un buen tirón de orejas nos han dado. En varias ocasiones he sacado este terrible asunto, con la sorpresa de que a nadie parecía importarle. El miedo es libre. Quiero pensar que ese es el motivo por el que articulistas y medios callan ante asuntos espinosos y eligen la genuflexión antes que meterse de lleno en el huracán. Lo curioso es que muchos de ellos, y procuro leer todos los medios que tengo a mi alcance, caminan por la vida con la etiqueta de “modernitos” o “avanzaditos” (para el caso).
El caso de los menores mallorquines era una vergüenza de niveles estratosféricos. A nadie parecía importarles el sufrimiento de estos jóvenes o el hecho de que les hubieran arruinado la vida. Nadie parecía tener interés en localizar, identificar y castigar a clientes, intermediarios y a todos los que de un modo u otro han obstruido la investigación por pasiva.
Bruselas abre un procedimiento de infracción. Vergüenza torera. Chicas de 12 años abusadas. Madres que no recibieron noticia de los abusos por parte del IMAS, sino por terceras personas. Por cierto a una niña, siendo menor, le administraron una pastilla del día después sin comunicarlo a su madre. Otra niña denunció abusos por parte de seis adolescentes. Resulta difícil imaginar el horror y la impotencia que habrán vivido estas niñas. Pero más difícil es entender que en un país con unas claras leyes sobre menores el tripartito (o trisoviet) de Mallorca se negase a crear una comisión de investigación, ofreciendo como alternativa un “comité de expertos”. Una expresión que en este país se ha convertido en motivo de chiste.
Ahora Europa nos avergüenza y nos da por el envés. No es problema, es algo a lo que estamos acostumbrados. Al final vamos a terminar disfrutando.