EL QUINTO JINETE. 1975. SERIE (I)
Siguiendo las coordenadas trazadas por series de éxito como la mítica Historias para no dormir y los modelos foráneos de joyas como La Dimensión Desconocida, Galería Nocturna o The Outher Limits, Jose A. Páramo adapta; con mayor o menor éxito; algunas de las grandes historias de terror de la literatura universal. El concepto de terror clásico, espectros, apariciones, licántropos, se desarrolla a lo largo de los 13 episodios que componen esta serie, aunque en algunas referencias aparecen catorce. Esto se debe a que en abril de 1973, el director rodó el corto “Israel”, que no pertenecía a la serie aunque compartía temática y concepto. Estas adaptaciones dejaron bastante libertad a los guionistas. En algunos casos porque la brevedad del original ha de desarrollarse para alcanzar el metraje deseado. En otros porque la fantasía y libertad creativa, incluyen aspectos que no aparecían en las historias o añaden elementos de acercamiento a nuestra cultura. La mayoría de espectadores visionó esta serie en blanco y negro, trufada de los enormes actores que entonces poblaban la pantalla y que ya eran habituales, gracias a producciones como Estudio1, Novela, etc. Los mejores profesionales de teatro y Tv desfilaron por este Quinto Jinete del Apocalipsis: el eficiente Eusebio Porcela, la intensa Charo López, “Señoras” de la escena como Tota Alba, Aurora Redondo o Luisa Sala, actorazos como Fernando Delgado o Narciso Ibáñez Menta, junto a jóvenes promesas como Carmen Maura y Amparo Baró. La calidad de las adaptaciones es irregular. Excelente en algún caso, guiones bastante flojos en otras, sobre todo se resiente cuando las comparaciones se efectúan sobrre sus referentes cinematográficos. Es el caso de La Familia Wurdalak, cuyo antecedente filmado por Mario Bava era “Los Wurdalak”, (basada en una narración corta de Aleksey Konstantinovich Tolstoy: La familia Wurdalak), con gran economia de medios y apoyada sobre el gran Boris Karloff. Sin embargo la interpretación sensual de Charo López, envuelta en negligé, subió la temperatura en aquellos años convirtiendo este episodio en mítico.
Algo parecido sucedió con El Ladrón de Cadáveres, con un antecedente en pantalla tan notable como el rodado por Robert Wise (1945), era difícil sacar adelante esta historia de Robert Louis Stevenson, aunque la mirada inquietante de Jack Taylor (otro habitual de la época) consigue salvar una dificultosa adaptación. El Quinto Jinete forma parte de la nostalgia de una época en que los actores eran cercanos, y la caja tonta posibilitaba el acceso a estas obras. Entonces la cultura entraba en nuestras casas como algo cotidiano.
Episodio 1. El Diablo de Guy de Maupassant
El francés Guy de Maupassant es un representante de la naturalista école, abanderada por Émile Zola. De prosa nada artificiosa, de gran sencillez, su estilo consiste en no involucrarse en las historias que narra. Como otros creadores de la época se aproximó a sustancias que “potenciaban su creatividad”, en su origen debido a sus grandes migrañas.
Estos estados alterados de consciencia facilitarían su acercamiento al mundo de lo onírico y lo sobrenatural. Se han realizado numerosas películas basadas en sus obras: La Diligencia (1939) John Ford, basada en Bola de Sebo, El Expreso de Sanghai (1932), La Vida Privada de Bel Ami, y un largo etc. La adaptación que se realizo para “El Quinto Jinete” de uno de sus cuentos, narrados con un estilo presto y alterado, con abundantes exclamaciones y signos de interrogación, sobre los que revolotea la presencia obsesiva de la muerte, el desvarío y lo sobrenatural, se permite bastantes libertades con respecto al germen literario. En “El Demonio”, el campesino Honoré se debate entre dejar a su madre sola agonizando o ir a recoger la cosecha. Su naturaleza codiciosa le inclina hacia la recolección, hasta que el doctor le advierte que no lo consentirá y que llame a La Rapet, una mujer que se encarga de velar a los moribundos. Incluso la madre, impedida sin habla en la cama, le indica con gestos que vaya al campo, y es que la avaricia planea sobre este inframundo rural, que sólo ha conocido miserias.
La Rapet no anda a la zaga y negocia con Honoré las horas que se quedará, en un tira y afloja donde lo menos importante para ambos es la moribunda. Una vez acordado un precio, La Rapet se hace cargo de la anciana, pero al ver que tarda más en morir de lo que ha cobrado, le cuenta una historia sobre el demonio que se aparece a los moribundos, para; a continuación; disfrazarse y darle un susto mortal. Al volver el campesino se enfada porque le ha pagado más de lo que ha trabajado. La miseria moral es la protagonista de este breve relato de Maupassant, pero en el guión televisivo se acentúa el duelo psicológico entre la perversa cuidadora Rapet y la anciana impedida, tiñéndolo de un tono sobrenatural.La Rapet de la serie elimina a la anciana para robarle, en un duelo interpretativo entre Charo Soriano y la gran Aurora Redondo. Es una pieza de cámara, con un “tour de force” por parte de la incombustible Aurora Redondo, que debe expresar todo el horror de saber lo que su guardiana está haciendo, sin poder moverse, ni hablar, tan solo con la mirada. A través de un juego de gestos, emociones y sobresaltos, el director nos introduce en un mundo donde lo sobrenatural va a tener su lugar, cuando el espectro de la anciana se aparece a la taimada Rapet. A la mañana siguiente la mujer aparece muerta en su casa, dejando en un final abierto para que el espectador decida si todo ha sido resultado de su mala conciencia, o otros elementos extraordinarios han intervenido.
Episodio 2. Lokis de Prosper Mérimée
El Aullido es el castizo título para la adaptación de Lokis, uno de los últimos cuentos de Prosper Mérimée (Carmen), quien con esta obra abandonó su mediterraneidad para adentrarse en una Lituania de leyendas, abriendo el fantástico a la dimensión del exotismo. Considerado una inversión de La Bella y la Bestia, ya que la belleza transforma al protagonista en animal. Este traslado a predios gallegos de la fábula zoantrópica, trastoca todo el argumento y convierte el hombre-oso en un lupus.
De este modo realiza un acercamiento del floklore báltico, a la variante gallega del lobisome (ya tratado por Pedro Olea en El Bosque del Lobo), aunque aquí se refieren al “lobiman”. La adaptación añade como catalizador una meiga (excelente Pilar Muñoz) de aguardentosa voz y misteriosa presencia. Desaparecen en este guión de raigambre cantábrica, todos los aspectos de la cultura nórdica del original, pero no sólo ésto; también lo hacen los componente teológicos y filosóficos, e incluso las reflexiones sobre la dualidad del espíritu humano. La llegada a la aldea de un joven, levanta el temor entre los vecinos, ya que años antes tuvo que marchar de la aldea.
Aunque nunca se llega a mencionar ni en el original literario, ni en su adaptación, flota sobre el ambiente la sospecha de una relación contranatura entre un lobo secuestrador (oso en la versión escandinava) y la madre del visitante. La trama peca de exceso de premura. Todo transcurre demasiado presuroso. El personaje de Miguel; un Jaime Blanch, que años antes se había hecho famoso como niño-prodigio interpretando la infancia de Don Juan de Austria en “Jeromín”; parece tomarse con sorna todos los comentarios. Lo mismo sucede con su amada, encarnada por una joven y atractiva Fiorella Faltoyano, que años después alcanzaría el status de icono castizo de la transición con su interpretación en Asignatura Pendiente de Jose Luis Garci. Ambos deciden hacer oídos sordos a los comentarios y leyendas del entorno rural y casarse. Con cierta habilidad para reflejar situaciones de tensión y malestar entre familiares y habitantes de la aldea, especialmente en el banquete de boda, la culminación esta llena de referencias a los antecedentes licantrópicos de la Universal, sobre todo en lo visual: la actitud encorvada al saltar entre las peñas, etc. El menesteroso maquillaje, nos remite a la duda entre lo que quieren creer los lugareños, o la posibilidad de que se trate de una patología mental. Este capítulo está lastrado por su propias situación temporal. Frente a las mansiones góticas y sombrías, los vestuarios desaforados, los bosques de iluminación expresionista del terror clásico, se nos muestra una aldea de palurdos, unos personajes con moda setentera (cuellos picopato, pantalones de elefante, unigüevo, que se prestan escasamente a lo inquietante. Correctas interpretaciones y desaprovechada mitología de un entorno que solicitaba un desarrollo con connotaciones más inquietantes. La versión televisiva hace desaparecer toda la tensión entre ritualidad pagana y cristianismo, entre el origen ancestral de Lokis y sus pulsiones primitivas, frente a la sociedad representada por su amada. La frontera entre lo profano y lo sagrado. Como curiosidad, añadir que fue Mérimée quien redescubrió, en 1841, los famosos tapices medievales de La dama y el unicornio.
Episodio 3.
El Fantasma de Madam Clown de Sheridan Le Fanu.
Descansa todo el engranaje de este episodio sobre la interpretación de la gran Tota Alba, cuyo diseño de vestuario es claro precedente del Drácula de Coppola. Sheridan le Fanu anduvo toda su vida literaria coqueteando con el fantástico. Se lo considera el creador de la gosht story, cuyos autores “acaso hacen gala de un guiño irónico pero, mientras tanto, ponen sobre el tapete algo de sí mismos,una verdad interior que no aparecerá en los manierismos del género”. Le Fanu es; sin lugar a dudas; el germen del vampiro desarrollado por Bram Stoke, con su obra Camilla.
Hay manejo de la tensión psicológica en el desarrollo del argumento, que como es costumbre en la serie tiene añadidos y recortes para acercarse más al espíritu deseado por los guionistas. De este modo los llantos que escucha la niña protagonista, no existen en la narración genérica. La habitación descubierta tras las paredes, que trata de abrir el fantasma de Madam Crowl, oculta el cadáver del hijastro, beneficiario de la fortuna familiar. La pérfida dama lo hizo desaparecer para que heredara su hijo (gran interpretación de Manuel de Blas) y ahora vuelve del más allá para abrir la puerta. Si en la conclusión de la narración de Le Fanu, el hijo de Madan Crowl golpea el esqueleto que se deshace; y dice que “era un gato muerto”; en la culminación del episodio la criada haya una joya del muchacho entre los malogrados restos. M. R. James llegó a decir que Sheridan Le Fanu “era mejor que E.A. Poe”, cuestión de gustos. Ciertamente aleja el cuento de terror romántico, para acercarse a un realismo donde el entorno familiar, contemporáneo, lo pueda acercar a la experiencia del lector.
Aunque detestaba ser interpretado como autor de terror, con obras como esta Madam Crowl, llega al dominio absoluto de este género y del “crescendo” narrrativo. Destacar el papel de Jennie (la pequeña Dácil Marquez). No podía faltar una niña en una historia de ultratumba. La cuidada ambientación convierte este capítulo en uno de los más interesantes de la serie. Sobre todo los instantes en que aparece el espantajo semivampírico interpretado por Tota Alba, con el patético rostro cubierto de polvo de arroz y vestida de siniestra muñeca de porcelana. ¿Te parezco guapa, Jennie? ¿Dime, te parezco guapa? Aggggg…