Tocata y Fuga de Illa
La entrega de la cartera de Sanidad ha sido uno de los mayores esperpentos mediáticos concebibles. Una cartera con miles de muertos y enfermos a la espalda, que se entrega con un “Lo vas a disfrutar”. Imposible alcanzar mayor nivel de surrealismo ¿o de cinismo? Las alabanzas por parte del Sumo Sacerdote a quien ha sido incapaz de gestionar la pandemia, una gestión cuya lista de errores es kilométrica, causan vergüenza ajena. Que se recompense a quien no ha hecho su trabajo y además se saquen de la manga otra cartera para recompensar a otro medrador, cuando la petición popular pasa por la eliminación de ministerios y la rebaja sustancial de sueldos de sus señorías, se transmuta en tomadura de pelo en estado puro. También se ha perdido una oportunidad de colocar a un técnico que conozca el percal en la Cartera. Ahora tiraran de asesores y venga dinero de los contirbuyentes a tutiplen.
Un particular al que ya nos estamos acostumbrando. Al final terminará gustándonos que nos toreen, que se rían en nuestras barbas los que han convertido la mentira en una de las Bellas Artes.
Lo de las elecciones catalanas ya es para nota. El ministro saliente ni siquiera ha tenido la habilidad de esperar unos días para que fuera su relevo la que vendiera las vacunas a Andorra. De este modo, él no sería juez y parte en una transacción que implica a miles de catalanes votantes que residen allí.
Lo de los EPIS para las mesas electorales es digno de una película de los Hermanos Marx. Los EPIS tienen un protocolo y no los puede usar cualquiera. En el momento que cualquiera de ellos vaya al baño o tenga algún contacto quedará inutilizado ¿Cuántas personas van a enfermar por no retrasar estas innecesarias elecciones? Dejar salir a votar a enfermos positivos de Covid debería estar tipificado penalmente. Los expertos sanitarios (no los de ellos) ya han advertido del peligro y las consecuencias de estos dislates.
En Extremadura tratan de tirarse el rollo y comunican que se van a congelar el sueldo. La petición de la ciudadanía hace mucho tiempo no es la congelación. Es una bajada trascendente de los sueldos, dada la situación que atraviesa el país. Lo que viene siendo dar ejemplo, no hacer el paripé de cara a la galería.
La guinda del pastel ha sido el anuncio de que se podría abrir la puerta para vacunar los altos cargo de la Junta de Extremadura. Igualar a los burócratas con quienes están jugándose la vida, rodeados de cargas virales tremendas, agotados, sería una felonía sin límites. Sobre todo porque ninguno de ellos es imprescindible y la jugada puede esconder el intento de dar cobertura legal a los malandrines que se han vacunado irregularmente. La prueba la tenemos en que cesan a un Ministro de Sanidad en plena pandemia (muy imprescindible no sería). Imagínense los otros….