Diseccionando un instante, de Pedro Moret Vegas
Descubrir una nueva y brillante voz dentro de esa nómina cada vez más extensa del género negrocriminal patrio, y hacerlo en una primera novela, que no lo parece por su madurez narrativa, de este autor valenciano de 43 años es, al mismo tiempo, goce y sorpresa para el lector aficionado al género que se adentre en sus algo más de 300 páginas.
Avalada por un premio, como el Black Mountain Bossòst del 2020, año infausto que quedará gravado en nuestra memoria, Diseccionando un instante, título ilustrativo, mantiene un interés narrativo que no solo no decrece sino que se incrementa en sus páginas finales y cuenta con un buen elenco de personajes tan diversos como bien dibujados que hacen de ella una obra coral, y esa es una de las principales bazas de la novela; el autor se sirve de una original estructura narrativa para contar la historia de un sangriento atraco (el antes, el durante y el después) desde todos los puntos de vista posibles: el de los atracadores, el del director del banco, el de los empleados masacrados, el de los policías heridos, el de los que investigan, hasta conseguir un calidoscopio perfecto en unos capítulos narrados en primera persona, algunos en la compleja segunda, por todos y cada uno de los protagonistas de la historia, y de este modo nos mete en la piel y en la cabeza de ellos, en la del siniestro Patrick y su despiadada forma de actuar, en la del dubitativo compinche Martín, al que le repugna ese exceso de sangre innecesario para hacerse con el botín, o en las de los policías que van a su caza después del escenario devastador que han dejado los atracadores a su paso.
Martín es un modesto empleado de almacén— El cajón está vacío. Llamo al carretillero, que está al final de la sección dejando mercancía, para que me traiga otro. Ya me ha visto. Descanso por unos segundos, me quitó los cascos. Los portones vuelven a estar abiertos para que los toros mecánicos entren y salgan libremente.—fascinado por la personalidad del misterioso Patrick que le convence que se asocie con él para atracar bancos. Lo que ignora Martín es que Patrick es un sanguinario psicópata que tiene el gatillo fácil y que ese atraco, el que disecciona hasta en sus más mínimos detalles el escritor valenciano, va a torcerse: Un robo fácil convertido en cinco asesinatos innecesarios..
Pedro Moret Vegas maneja a la perfección tanto las descripciones físicas de sus personajes— Molinaro sigue conservando cierto aspecto juvenil, quizá porque se sigue manteniendo delgado. Lleva la camisa remangada hasta los codos, dejando ver unos antebrazos que son todo huesos, en los que aparecen cinceladas cada una de sus venas y que terminan en unas muñecas que más bien parecen auténticos nudos… —como los ambientes sórdidos, el escenario de la novela— Gavillas oxidadas de hierro sobresalen desde el interior de pilares levantados a tan solo unos pocos centímetros del suelo. Ahora el solar es utilizado por algunas putas para ofrecer sus servicios, como nuestra amiga. A nuestra izquierda, bloques antiguos de viviendas, algunos absolutamente abandonados. Las fachadas están llenas de esas horribles firmas grafiteadas, prácticamente ninguna finca se libra de ellas
Su narración, en la que prevalece la acción, está veteada por el erotismo —Una de ellas ya ha captado toda mi atención, es un rubia y con la piel muy blanca, seguramente del este. Nada más verla provoca una auténtica hemorragia de endorfinas en mi interior, provoca qué ríos de testosterona desborden mi torrente sanguíneo, provoca que ya no pueda apartar la vista de ella, que sus pequeñas tetas aplastadas y la huella húmeda de sus labios me atrapen para siempre. —y la violencia — Empiezo de nuevo a golpearle. En la cabeza primero, abriéndole una enorme brecha en la frente. Su cuerpo se queda tendido sobre el capó de su flamante Mercedes. Un contundente golpe en las rodillas acaba por doblarlo del todo. Cae derrotado al suelo, empapado en su propia sangre. Me siento de rodillas encima de su pecho.
Dibuja con tanta precisión Pedro Moret Vegas esos personajes criminales, predestinados al fracaso, con una prosa brillante y acerada— Lo malo de los días de resaca es que tu cabeza se transforma en una enorme llaga que tan solo supura dolor, lo malo de los días de resaca es que te arrepientes de cada copa de la noche anterior, de cada chica que te llevó a pedir un nuevo vodka y de cada vodka que te llevó a fijarte en una nueva chica. —como el dolor que produce ser herido por una bala, por ejemplo— De repente una ráfaga cae sobre mí. Instintivamente me agacho, aunque demasiado lento. Noto un mordisco en el costado, una pequeña punzada al principio. Me vuelvo a quedar oculto detrás del coche. El dolor se vuelve ahora intenso, ya no es como un mordisco, es una norme quemazón que se extiende por todo el costado hasta que prácticamente no me deja respirar. Me toco la herida con la mano y la saco empapada de sangre.
Captura el autor la tensión dramática del relato con un alarde de prosa rítmica, metiendo al lector de bruces en lo que está pasando, muy visual. — Me quito la camisa y la arrugo. Y aprieto. Ahora mi vida depende de ello. De lo fuerte que pueda taponar ese pequeño orificio por donde mi vida se escapa a borbotones. Mi vida, conservarla, depende en este momento de cada detalle. —y en otros en donde refleja la angustia ante una muerte inminente— Te manchas con su sangre los guantes, la ropa, estás completamente empapado. No sabes con qué limpiarte. ¡No sabes cómo coño librarte de ella! Tú te manchas mientras ella se muere. Se muere mientras intentas limpiarte.
Hay, al final de la novela, una carga social de profundidad: un policía que teme ser reprendido por su gatillo fácil, ante su estupor, es felicitado —Y disparas. Una vez. Y otra. Y otra. No sabes muy bien cuántas. Solo lo averiguas después, cuando, ya en comisaría, descuentas las balas del cargador. Les disparas hasta que caen abatidos, hasta que sus cuerpos se desploman contra la pared.
Muerte, dolor, desespero, frustración a toneladas, sangre a borbotones, perdedores, víctimas y victimarios se cruzan en esta novela negra adictiva en la que la acción y la tensión dramática corren paralelas con la descripción sicología de sus personajes y una perfecta arquitectura narrativa. Pedro Moret Vegas entra por la puerta grande al club con esta novela excelente que todo aficionado al género y la buena literatura debería leer.