Shakespeare en Berlín. Soberbio retablo humano. 38 Festival de Teatro Vegas Bajas

 

Shakespeare en Berlín

Sabía de antemano que iba a disfrutar con un texto de calidad y un contexto de las mismas características. No en vano había disfrutado del buen hacer de Chema Cardeña en esa joyita lingüística que es “La Puta Enamorada” (https://elgabinetedekaligari.blogspot.com/2015/04/la-puta-enamorada-teatro-lopez-de-ayala.html)

Cargaba además con el bagaje y la expectación de que la obra transcurría en uno de los periodos históricos que con más intensidad he estudiado y anotado. El resultado  fue incluso mejor de lo que esperaba, tanto en el terreno histórico como en el dramático. Cuatro cuadros nos muestran el devenir de tres amigos durante tres momentos claves que sacudieron la historia de Alemania: la “Noche de los cristales rotos”, el incendio de Reichstag y la posguerra durante los juicios de Nüremberg. La evolución interna de los protagonistas, que tan sólo vemos dentro de una habitación, camina paralela a los hechos que suceden en el exterior. De ello vamos teniendo; acertadamente; noticia a través de los diálogos y de una pantalla donde se proyectan imágenes de la época. Un cuarto personaje (Juan Mandli a modo de Demiurgo), cuya identidad conoceremos al final de la obra, aparece en ella, narrando desde el futuro. La pantalla juega el papel de montaje paralelo donde se proyectarán los interludios. Se convertirá en ventana o servirá de álbum fotográfico, en una inteligente utilización del audiovisual integrado. Los protagonistas son tres berlineses, llenos de inquietudes artísticas, que habrán de enfrentarse a sus demonios a través de la amistad y los hechos luctuosos que suceden fuera de la casa, pero que van condicionando sus vidas.

 

Desde el principio sabemos que nada va a ser fácil para Leo, el actor judío y homosexual que disfruta de la frivolidad berlinesa de aquellos años. Lo sabemos porque disfrutamos de la perspectiva de la historia, pero al mismo tiempo conocemos que el personaje no adivina lo que va a suceder. En este intercambio espacio-temporal, sufrimos y acompañamos a Leo en su descenso a los infiernos. Shakespeare en Berlín posee una dicotomía apasionante. Por una parte, los adictos a la historia disfrutarán de las referencias, nombres, lugares como si pasearan en esos instantes por la Alexanderplatz. Pero la obra está tan certeramente estructurada que, aún sin conocer los detalles históricos, el drama humano (y universal) se vive desde el patio de butacas. Nos encontramos ante un texto notable, de textura vibrante y profundo sarcasmo, con un calado humano que nos sitúa ante nuestras propias miserias y actitudes. Hay también espacio para una oda de amor al teatro. No en vano el mismo título cita al bardo de Stratford-upon-Avon, del cual se insertarán citas a lo largo de los diálogos, hasta las líneas finales, que condicionaran las acciones de los protagonistas. El viaje de los tres amigos es un sendero donde todos les acompañamos, un espejo en el que podría mirarse cualquier ser humano, extrapolando épocas y circunstancias.

 

Esta es una historia universal, aunque la dramaturgia la ciña a un momento concreto de la historia de Alemania. Es la historia de ¿que habríamos hecho nosotros? En el mundo actual, con tanto revolucionario de salón y tanto redentor de guardarropía, resulta difícil imaginar las luces y las sombras de aquella época. Es fácil caer en la tentación de convertirse en un héroe teórico, habitar en una moral lineal y acomodaticia. El viaje ideológico y humano de los personajes es mostrado a través de diversos cambios de vestuario o peinado, con excelentes diseños de Pascual Peris/Sala Rusaffa que recrean la moda de aquellos años y el status social, conforme pasa el tiempo. El espacio escénico esta conformado por una serie de muebles donde nada sobra ni falta, pero suficientes para establecer un espacio creíble y fiel al periodo histórico. Y es aquí donde más disfrutarán los amantes de la historia. Porque el juego de referencias cronológicas, las citas reales, dotan de una textura real, palpitante y dinámica a la dramaturgia. Ante el espectador desfilarán iconos de la época, personajes fácilmente reconocibles como los gerifaltes del Reich en un álbum de fotografías, pero también otros, como la activista Rosa Luxemburgo se introducen en la historia cotidiana. El texto bromea con la vida amorosa de la Dietrich, se introduce en los estudios UFA; donde un Goebbels manipulador de la propaganda; conversa con el protagonista, escuchamos el himno de Hors Wessell, contemplamos los cafés y terrazas de la vida berlinesa; la cultura del ocio, disfrutamos escuchando Lili Marleene. Mientras el huevo de la serpiente se va incubando, nos adentramos en la génesis de “El Triunfo de la Voluntad” junto a Leni Riefenstahl. Todo este fresco histórico, este retablo de humanas vivencias sirve para que los tres actores; en estado de gracia; dibujen problemas universales sobre la paleta del escenario. El miedo, la supervivencia, la duda, el horror que el ser humano es capa de crear o el veneno de las ideologías. El trabajo de Chema Cardeña, Iria Márquez y Juan Carlos Garés es excepcional, transmite una alta intensidad emocional, ya que el amplio calado humano de las situaciones incomoda y remueve conciencias. Un texto que nos habla de la fragilidad humana, de nuestras zonas oscuras, sin truculencias y sin recurrir a trucos innecesarios.

 

Tan sólo el drama humano, progresivo e imparable, que destilan los intérpretes, basta para conmocionar al espectador y levantar ampollas. Es notable la concisión de la estructura dramática para narrar en 75 minutos la crisis económica de la época, el nacionalismo exacerbado, el intento de los habitantes por normalizar el día a día frente al río revuelto de ideologías, el paro, la vida artística y un largo etc. El acierto de este excelente montaje reside en la humanización de sus personajes, la huida del estereotipo que tanto daño hace a la creación, el reflejo de la gente corriente y sus circunstancias. Estos personajes poliédricos salen adelante gracias a la solvencia sobre las tablas de este trío de actores que; en la mejor línea de Arden; muestran un lienzo histórico (pero también atemporal) donde retratan a una sociedad y unos seres humanos universales desde su visión contemporánea. Gran parte del encanto de Shakespeare en Berlín llega de la controlada y notable luminotecnia, así como de los instantes musicales como La vie en rose, o el tango Por una cabeza, tan importante en el epílogo. La obra llega cargada de numerosos y merecidos premios ¿Y usted que habría hecho? No se precipiten para contestar desde la comodidad de su mesa camilla. Posiblemente se equivoquen.

REPARTO
Elsa: Iria Márquez
Leo: Chema Cardeña
Martin:  Juan Carlos Garés

Con la colaboración de Juan Mandli

TEXTO
Chema Cardeña

Espacio Escénico: Chema Cardeña

Iluminación: Pablo Fernández

Vestuario: Sala Russafa

Efectos sonoros: José García del Real y Littlefields

Creación Audiovisual: Javier Marcos

Fotografía: Juan Terol

Caracterización: Verónica Pastor Bensach

Grabación Vídeo: Stanbrooks s.l.u.

Portal Web: Part-time Robot

Realización Escenografía: El Bosc / Filippo Olivieri

Coordinación Técnica: Harold Zúñiga

Ayudantía Técnica: Juanjo Benavent

Material técnico: Sala Russafa /Yapadú

Producción: Arden Producciones s.l.

Producción Ejecutiva: Juan Carlos Garés – David Campillos

Coordinación Gira: David Campillos

Promoción / Asistencia Gira: Mª Carmen Giménez

Comunicación: María García Torres

Administración: Cruz Gasteazy

Distribución: Carles Alonso / Arden-on-tour

Asistente Dirección: José Doménech

Dirección: Chema Cardeña

 

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