A hostias, de Álvaro Valderas
Álvaro Valderas (León, 1965) vive en Panamá desde el 2003. Profesor, guionista, articulista y corrector de textos, ha colaborado en más de 80 medios de comunicación y publicado cinco libros de relatos, dos novelas y cuatro ensayos.
Si en Tumbamuerto, su anterior libro de relatos publicado en la colección La Orilla Negra de Ediciones del Serbal, el nexo de unión era que estaban ambientados en Panamá; en A hostias (titulo muy explicito que avisa al lector por dónde van a ir los golpes), el numero 2 de la colección Prosa Cruda de la editorial Clan, el común denominador es la violencia más extrema
En Ley de menores, un tipo que recibe armamento militar para hacer justicia con unos violadores, se convierte en asesino múltiple cuando es asaltado por una banda de menores que pretende robarle: los mata a todos.
Flis Floyd es la sórdida historia de una venganza en grupo contra una victima femenina, que no sale como esperaban porque los asesinos no son suficientemente profesionales. Que no es un juego, joder, que no es un juego, que hemos matado a una tía, y bien que fuera una porquería de persona, pero era una tía, joder, un ser humano, y que ahora hemos perdido cualquier libertad, íbamos a estar día y noche esperando que lleguen los maderos para arrestarnos, y saldremos en la tele y nuestras familias van a pasar una vergüenza del copón, sólo porque se nos ocurrió esta venganza, que estará muy bien filosóficamente hablando, pero que ante la ley no deja de ser un asesinato, ¿me entiendes?
El protagonista de El viajante es un psicópata que se vale de dos prostitutas, Magaly, una latina, y Raisa, una rusa, para someterlas a prácticas sexuales novedosas y excitantes, y acaba asesinándolas sin piedad. Y en la fantasía del cuento más que la fantasía de los actos se nos disparó la libido y follamos como bestias, casi a golpe vivo y a mordiscos tan salvajes que con uno de ellos me hizo sangre en el pecho.
El libro, que empieza con una disquisición culta del termino hostia y su etimología latina, es una reflexión sobre los mecanismos de la violencia y de cómo esta envilece a los que la practican. Álvaro Valderas da voz al delincuente y lo hace con un lenguaje coloquial, el de la calle, adoptando su punto de vista. Un puñado de páginas que son como directos al hígado .