MÚSICA DE CINE. ORQUESTA DE EXTREMADURA. DAVID HERNANDO. 25 FESTIVAL IBÉRICO DE CINEMA
Un programa ecléctico, grato y celebrado por el público el que desarrolló la OEX, bajo la experta batuta en estas lides, del director invitado: David Hernando. La composición de Roque Baños “Balada Triste de Trompeta” abrió el concierto. Esta es una banda sonora portentosa, cuidada, de reminiscencias . La OEX extrajo, con pericia, esas dos líneas con las que juega el soundtrack. La poética intensa (en cierto modo patética), y lo implacable del motivo obsesivo, manejando el dramatismo y romanticismo enfermizo a partes iguales. Un duelo musical devastador y valleinclanesco. Como una pintura negra de Goya.
La delicadeza de “Loreak” llenó el salón del Palacio de Congresos de Badajoz. Esta es una banda sonora escasamente narrativa. Más emocional y poética que discursiva. A nivel de epidermis, con ese leitmotiv que va floreciendo a delicadas pinceladas. El poliédrico compositor Pascal Gaigne se encontraba entre el público y recibió un “Onofre”, entregado por el director del Festival: Alejandro Pachón.
A continuación, la orquesta interpretó “Lasa y Zabala”, una partitura descriptiva, vigorosa, con evocaciones de Morricone; en estructura y finalidad; extrayendo un sonido poderoso, compacto y de intenso dramatismo.
“El Elegido”, de Arnau Bataller, gira alrededor de un tema principal que crece en dramatismo. Una sugerente partitura
Un cambio de tercio lleva al mundo de la animación, con una escritura de Zacarías Martínez de la Riva que fagocita los códigos del cine de aventura y los seriales. “Las aventuras de Tadeo Jones” y “El Secreto del Rey Midas” recibieron la lectura descriptiva y el énfasis que solicita el soundtrack, sin perder esa faceta lúdica y de divertimento de un género con sus propios estilemas: peligro, sustos, épica, etc. Notable resolución de las diferentes líneas que requiere el pentagrama.
A continuación, la agrupación entraba en el territorio de lo mítico con la obra maestra de Max Steiner “Lo que el viento se llevó”. Steiner fue uno de esos europeos que emigraron a Estados Unidos en una época en que los estudios comienzan a apostar por compositores desconocidos y a alejarse de los “prestamos musicales” de compositores clásicos. Esta partitura marcó un antes y un después a la hora de componer para el cine. El público pudo disfrutar de los evocadores acordes que; sin duda; rememoran a “Tara”. La orquesta imprime una melancolía serena al intenso cromatismo de este poema sinfónico, compuesto por el padre del leitmotiv en la pantalla, exhibiendo su habitual empaste y elegancia.
Otro instante de gran emoción fue la interpretación de “El oboe de Gabriel”, extraída de la película “La Misión. Una de las composiciones más intensas y reconocibles del inmenso Ennio Morricone. El oboísta extrajo (con férrea columna de aire) la delicadeza y el apasionado hechizo de esta melodía. Inicio en los contrabajos y timbales, anunciando el tema principal que primicia el oboísta. Acompaña la cuerda en suave contrapunto melódico hasta crear una atmósfera emotiva, densa, suave. Una hermosa coda final, bellamente concluida con el leve ritardando. Numerosos aplausos del público ante la belleza de la ejecución.
James Newton Howard dispuso de escaso tiempo para componer su “King Kong”, una obra (casi una elegía) sustentada en dos motivos musicales que se alternan y combinan. La profunda y serena belleza, se mixtura con acordes que causan inquietud y un poderoso hálito fantástico. La amenaza que representa la isla está presente en este score, del que la orquesta extrae un sonido nítido, compacto, para uno de los trabajos más difíciles del autor, a caballo entre el sinfonismo de Williams y Goldsmith.
Al británico Harry Gregson-Williams le correspondió el honor de musicar algunas de las obras de la heptalogía de C. S. Lewis “Las Crónicas de Narnia”. La espectacular composición se integró con las imágenes, sin fuegos de artificio. Respetando el hálito épico y fantástico de la obra genésica. Formidable versión de “El león, la bruja y el armario”.
El epílogo del concierto estaba reservado para uno de los grandes: John Williams. El compositor creó para Spielberg, una extensa suite, de asombrosa lucidez tonal. Una partitura a caballo entre el musical y el ballet; con toques oníricos; en la que emplea toda una amalgama de géneros.
La experta batuta del conductor, David Hernando, extrajo hermosas pinceladas de la orquesta; nítida y equilibrada en las familias; dentro de un programa que permitía lucirse a todas las secciones. Certeros y emotivos los vientos. Intensa y vibrante la percusión, con amplio despliegue de medios. Emotiva (o épica) la cuerda, según lo solicitara la temática de la obra.
Todo un acierto del Festival Ibérico de Cinema y de la OEX la programación de estos conciertos.