“Spider-Man: Lejos de casa”: reversos y universos
Que “Spider-Man: Lejos de casa“, con sus créditos iniciales a los acordes del “I Will Always Love You” de Whitney Houston”, comience con una irreverente humorada (casi más propia de los desacatos de Deadpool) es la mejor prueba de que los aciertos de la primera parte siguen en activo, e incluso por momentos se han mejorado. De nuevo, el personaje es alejado de su entorno habitual, su querida Nueva York natal, y emprende un alocado tour por Europa, desde Venecia a Londres. Y una vez más, la película, en especial su espléndida primera parte, se adentra con eficaz desparpajo en la comedia, e incluso en sus zonas más sombrías el humor acaba imponiéndose, y la sonrisa y la risa jamás se alejan.
Jon Watts repite como director y asume de manera admirable el transitar por una cuidadosa reinvención de la totalidad de la mitología del Hombre Araña (que de manera admirable ya se desplegaba en “Spider-Man: Un nuevo universo”), un mundo conocido en el que a menos que se sea un purista irreductible se nos invita a reinventar todo cuanto creíamos saber sobre el personaje. Los que quieran llorar la muerte del tío Ben pueden ahorrarse la función y los pañuelos. Nadie se libra de esta puesta en largo. Absolutamente nadie. Ni tan siquiera la otrora anciana y entrañable tía May se ve libre de verse envuelta en derroteros tan inesperados, sumándose a este renacer en lo que se presenta como un piélago de sorpresas. Cierto es que por momentos el argumento se transforma en lastre con las (¿inevitables?) referencias a todo lo ocurrido tras lo narrado en “Infinity War” y “Endgame”. Pero no se le concede un importancia determinante y su efervescencia siempre derivan en el humor, despojándose de una falsa solemnidad que, en la práctica, ha enterrado en el aburrimiento a la mayoría de personajes de DC. Marvel sigue, en este sentido, ganando mucha distancia con su más directa competidora en la carrera por hacerse con las taquillas. Watts ofrece espectaculares secuencias de acción, como no podía ser de otra manera, pero no las convierte en las grandes protagonistas. Porque su película busca divertir, y no someter.
Como ya es algo habitual en estas producciones, nombres estelares perlan el reparto: Jake Gyllenhaal, Marisa Tomei, Samuel L. Jackson. Pero Tom Holland se lleva todos los laureles. Habrá que confiar que un actor con su talento no vea su carrera truncada para quedar irremediablemente relacionado con su estupenda encarnación de Peter Parker. Al igual que ocurría con la anterior entrega, él sigue siendo lo mejor de la película.
Aunque, para qué ocultarlo. Esto es solo el principio. Porque en la obligada secuencia de los créditos finales se ponen de golpe todas las cartas sobre la mesa para que la próxima entrega tenga desde ya apresadas las expectativas de los seguidores del género.
Hay una araña nueva en la ciudad.
Pero pocos podíamos imaginar la bienvenida que le depara el futuro.