HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE. 1986. Eliseo Subiela
Hombre Mirando al Sudeste es resultado incuestionable del universo de Eliseo Subiela. Un universo que comienza con la llegada de Rantés a un hospital psiquiátrico sin que nadie sepa de donde ha surgido. A caballo entre la ciencia-ficción y la mitología mesiánica. Parábola liberadora sobre la posguerra de Las Malvinas y la dictadura argentina, representada en una institución/medicación, que reprime a los pacientes (el pueblo). Rantés representa la ruptura de la normalidad, de la cotidianidad del hospital psiquiátrico, que transcurre entre entrega de dosificaciones y terapias de dudosa utilidad, simboliza la cesura que hace dudar al profesional de la mente, de la racionalidad de lo que ven sus ojos.
El frenopático es fotografiado (Ricardo de Angelis) en tonos opacos, filmando los obsesivos pasillos en modo minimalista, casi con vocación de serie B, en un poético claroscuro. Angelis utiliza una iluminación subrayada, con el objeto de alterar los contornos y obtener percepciones antinaturales. El protagonista es fotografiado en espacios oscuros, claustrofóbicos, donde irradia una pequeña luz. En esta cinta lo substancial se encuentra en los diálogos, en esos ácidos, certeros y universales enigmas que propone Rantés que; sin alcanzar el didactismo; es posible que aleje a los espectadores que piensan que los Looney Tunes tienen exceso de líneas de diálogo. Los primeros planos del rostro del malogrado Hugo Soto (Rantés) y la voz en off de Lorenzo Quintero (Doctor Denis) soportan la estructura de un film alegórico sobre la propia naturaleza del hombre y renovador en el subgénero de psiquiátricos.
Subiela aporta una nueva perspectiva: el mensaje es que no está todo trillado y hay vida después de “Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco”.1975, la formidable interpretación de Olivia de Havilland en “Nudo de Víboras” o el film francés de culto «Rey de Corazones”, donde los alienados ocupan el pueblo, hasta la reciente (e interesante) Asylum, remotamente inspirada en la obra de Poe, sin olvidar “El Príncipe de las Mareas”, La estimulante “Despertares” o la genial “El Rey Pescador” del inefable Terry William. Carlos Larrondo realizaría en 2006, el encantador documental “LT22 Radio La Colifata”, apoyado por Manu Chao. Algunos pacientes de aquel rodaje participan en éste, que fue rodado en la misma ubicación: el Neuropsiquiátrico “José Tiburcio Borda”. La situación del doctor frente al inquietante paciente es una metáfora del hombre enfrentado al desconocimiento del universo que le rodea. Tomar una decisión en uno u otro sentido, supone posicionarse y ser clasificado automáticamente, como sucede con nuestras opciones en la vida que condicionan el porvenir.
Rantés, pletórico de ironía, se define como “paciente volador no identificado”. El misticismo del paciente y su carisma cambian el devenir del psiquiátrico y la vida del doctor. Sus filosóficas y profundas preguntas, casi monólogos, van desgarrando el velo vital y llenándolo de dudas, ante su paranoia delirante incurable. Aparte de un par de detalles que descolocan al espectador y con los que Eliseo Subiela juega al engaño, para dejar en tierra de nadie la procedencia real de Rantés y su misteriosa amiga (Inés Vernego). ¿Son dos extraterrestres o dos alienados que comparten al alimón sus patologías? Partiendo de un hecho real, un hombre que durante su niñez pasaba horas mirando al sudeste en su barrio, Subiela compone un absorbente ejercicio de reflexión sobre la naturaleza humana, utilizando la orientación oblicua de la cámara ¿hacia el sudeste?
Con profusión de picados y contrapicados como coartada conceptual. Hay multitud de referencias Crísticas desde ese “Doctor por qué me has abandonado” musitado por Rantés, hasta la postura; casi de una Pietá; de Beatriz protegiendo el cuerpo moribundo o la inclusión de música sacra en determinados momentos del metraje. Prácticamente toda la arquitectura de la película se apuntala sobre la palabra como hecho redentor, como hecho constructor. Sobre el verbo como curación o catarsis en la polaridad que representan los dos personajes: el siquiatra “castrador” creador de fronteras y límites y el paciente “liberador” mediante la locura que conduce a la emancipación, conducidos por medio de un concepto socrático del diálogo.
A través de la dialéctica; no exenta de sarcasmo; se avanza hacia el conocimiento (libertad). A cimentar la leyenda de “Hombre Mirando al Sudeste” contribuyeron hechos que nada tenían que ver con su exégesis, o su innovación conceptual: la muerte del actor en 1994 de Sida y la acusación de plagio, que Eliseo Subiela elevó a la película de la Universal titulada «K.Pax», (2001), interpretada por un carismático Kevin Spacey. Mucho más estadounidense que su referente, mas melodramática (en sentido estricto) y menos universal. Las parrafadas de Subiela son más ecuménicas y de una filosofía para mascar lentamente. El envoltorio de la americana es sin duda más atractivo para el “gran público” y arrasó en taquilla, mientras que la producción de Eliseo se redujo a los cenáculos culturetas y cineclubes. No cabe duda de qué se trata de la misma historia.
También otro producto americano absorbe bastantes influencias del original, se trata de Mr. Jones, una interpretación desatada de Richard Gere. En ella se plagia la mejor secuencia de la película, cuando Rantés se apodera de la batuta en el concierto y dirige la orquesta consiguiendo una catarsis colectiva en público e internos del psiquiátrico, fue definida por el mismo Richard Gere como un “homenaje” a una película argentina. Subiela maneja un instante tan delicado con maestría y pulso firme, no exento de sensibilidad (que no sensiblería), consigue emocionar y; al mismo tiempo; profetizar la tragedia que se aproxima, porque esa ruptura de convenciones no arriba en buen puerto en nuestra sociedad. El enviado asegura que ha venido a la tierra a “estudiar la estupidez humana”, ardua e imposible tarea que no abarcarían ni enviando a toda su civilización. El guión se pasea sobre hechos como la indiferencia del ser humano ante el sufrimiento, la perdida de inocencia, el hecho diferencial y muchos otros en base a profundas y meditadas reflexiones e inquisiciones que casi nunca son contestadas por el doctor, que se refugia en su saxo y en la proyección de vídeos caseros antiguos, para escapar de lo que le rodea.
La irrupción de Rantés en un mundo que no quiere que se desectructuren sus creencias más básicas, es la crónica de un fracaso anunciado. Como una tragedia clásica recitada por un imposible Coro de alienados. El interrogante universal de Rantés no encontrará respuesta. Rantés es un Minotauro en el laberinto humano de la incomprensión y el egoísmo, abocado a ser destruido por el nocivo Teseo que ha dominado el planeta.
Hay que destacar su capacidad de exorcismo post-Malvinas, los ecos de la guerra y el Régimen Argentino anterior sobrevuelan entre las pastillas e inyecciones que aíslan al hombre, o electrochoques que lo anulan directamente. Uno de los diálogos refiere directamente que: “Hay torturadores que les gusta Beethoven, que aman a sus hijos”. Nos encontramos ante una obra plurisignificativa que se abre en diversos senderos: denuncia del sistema, crítica cultural, inhumanidad de la ciencia, sistemas represivos del Estado, religión, etc.
Y lo hace con unas soberbias exposiciones de Rantés, cuya certeza hace difícil contestar y precisa de profundas reflexiones. Pero lo hace sin perder su carácter cinematográfico, pese a las interiorizaciones verbalizadas del doctor en el papel de narrador intradiegético, contrapunteado con el sonido hipnótico del saxo. Los pacientes no creen en la muerte de Rantés, dicen que volverá a buscarlos. Imposible encontrar más referencias al mito redentor. Este hombre que se definió como un holograma en estado avanzado ha quedado para siempre en la vida de su terapeuta. La metaliteratura aparece cuando el doctor cree descubrir pistas releyendo “La Invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares”. El mensaje desolador, certero es que cualquiera que repita el rol de despertador de conciencias, de redentor de los que no quieren ser redimidos, de conciliador de los hombres, tiene el destino escrito de antemano. Los fotogramas con las imágenes surrealistas, homenaje a Magritte ,de “Los Amantes” transmiten la imposibilidad de acercamiento, la frustración y la desolación humanas.
La conceptual banda sonora de Pedro Aznar, se solapa en algunos instantes con los diálogos creando una sensación de inquietud y desasosiego desde esas campanas desafinadas del inicio. El psiquiatra proyectando vídeos parar revivir el pasado es el mito de la Caverna y sus sombras a golpe de un saxo visceral, donde interpreta jazz, la música de la “generación perdida”, la melodía de entreguerras. Se utilizan fragmentos de “Preludio y Fuga en G Moll de J.S Bach”, “Vespro Della Beata Vergine” de Claudio Monteverde. Hay influencias en el estilo que recuerdan “La Conversación” de Coppola y su forma de utilizar la música de Ellington. Instantes en que las notas buscan desconcertar con agudos semidesafinados, chirriantes, (un tanto darkies) Incluso un momento en que la melodía, el inquietante leiv motiv, recuerda notablemente al “Interzone” de “El Almuerzo Desnudo” compuesto por el freejazman Ornette Coleman. Una peculiar banda sonora para deconstruir la locura en este film de culto. Pedro Aznar es cantante, poeta y bajista de rock (utiliza la técnica de Jaco Pastorius sin trastes en el mástil). Ha formado parte de importantes bandas de rock. Volvió a trabajar con Subiela en “No te mueras sin decirme donde vas”. El soundtrack utiliza versiones de clásicos como cuando Rantés interpreta al órgano, la versión de Hans Otto del “Preludio y Fuga en G Moll de Bach”, mientras es escuchado, en estado de éxtasis, por los internos. Algunas de las obras pasan de ser música diegética a no diegética, o viceversa. Cuando el siquiatra interpreta en su apartamento, el saxo pasa a formar parte de la siguiente secuencia con Rantés, o cuando se interpreta “in situ” la “Novena Sinfonía”, que se complementa en montaje paralelo con la misma melodía en el hospital psiquiátrico. La versión del Taverner Consort, un grupo de música antigua británico, cuyo nombre deriva del compositor inglés del siglo XVI: John Taverner. Un fragmento de las “Vísperas de la Beata Vergine” suena durante la escena del restaurante.
Con las Vísperas, Monteverdi, intentó demostrar que era un maestro de vanguardia, capaz de servirse de los recursos más avanzados de la música de su tiempo. El gran desafío fue además escribir todas las piezas a partir del «cantus firmus», proponiendo la innovación manteniéndose fiel a la tradición.
Monteverdi mezcla lo viejo y de lo nuevo, mixtura lo sacro y de lo profano,apoyado en el «cantus firmus» gregoriano. incorpora en las vísperas todo tipo de recursos para desarrollar las posibilidades técnicas del estilo que entonces se consideraba “moderno». De este modo combina voces e instrumentos, utiliza el bajo continuo, adopción de melismas de voz solista, recurso a una polifonía empleando grupos restringidos (dúos, tríos), etc.
Curiosidades. La novela de Gene Brewer que inspiró K-PAX fue escrita en 1995 y tuvo dos secuelas. Es una novela con un gran componente psicoanalítico (vía neurológica de Oliver Sacks). En la tercera novela se pierde bastante el trasfondo psiquiátrico, quizás una continuación innecesaria.
En la web de Brewer, éste pide perdón por la “guerra preventiva” aplicada a Irak..
Kevin Spacey también se queda mirando hacia su planeta…
Sócrates interrogaba la verdad permaneciendo en profunda meditación durante todo un día
Desde un punto de vista psiquiátrico, Rantés reunía todos los puntos para ser diagnosticado de esquizofrenia: Conducta catatónica, lenguaje incoherente, escritura anormal, alucinaciones, ideas delirantes. Aunque también tiene rasgos del Síndrome de Asperger. Pero ¿entonces, la escena de la cafetería? ¿Y el líquido que sale de la boca de Beatriz? Este es el territorio Subiela…Un territorio donde el director es un poeta y crea su propio mundo (según Tarkovsky).
“Yo soy mas racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos, si alguien sufre lo consuelo, alguien me pide ayuda se la doy, ¿porque entonces usted cree que estoy loco?, Si alguien me mira lo miro, alguien me habla lo escucho, ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no ser capaces de reconocer esos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos, alguien se muere y ustedes lo dejan morir, alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado, alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen, alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo”.
“Yo no quiero que me cure. Quiero que me entienda”.
“Hemos retirado el velo, y la visión de tus ojos es penetrante”
Jorge Luis Borges.