Ars Atlántica. Canto divino. Marta Infante: Mezzosoprano. Manuel Vilas: Arpa. XXIV Festival de Música Sacra y Antigua de Badajoz

 

 

 

Oíd, troncos”, un tono “a lo divino” sirvió de introducción a este concierto dedicado a los menesteres celestiales en el barroco español e italiano. Una obra que sienta como un guante a la tesitura de Marta Infante, de sabor popular, basada en variaciones que permiten diversas modulaciones a la cantante. Llaman la atención las leves reminiscencias medievales en la cadencia. Se trata de un canto anónimo (atribuido a Cristóbal Galán 1625.1684). Un villancico al santísimo sacramento. Una llamada a lo divino, basada en la naturaleza:

 ¡Oid troncos, oíd, selvas

Oíd flores, oíd, plantas

De un rendido en triste llanto

Que publica tiernas ansias.

 

Nacen estos tonos del intento de diálogo entre el hombre y Dios, con sentimientos como la pasión, el desengaño o el amor que antaño estaban reservadas a las pasiones carnales. En muchos casos, tan sólo el cambio de algunas palabras convierte el “tono divino” en uno mucho más carnal y viceversa. Como era habitual en la época, la imbricación entre obras profanas  y  “a lo divino”, se realizaba con suma relajación. De este modo el original extraído de Alfeo y Aretusa, una de las colaboraciones del prolífico Galán con el dramaturgo Juan Bautista Diamante (la mejor de sus zarzuelas),  se escuchaba de este modo:

 ¡Oíd, troncos; oíd, fieras;

 oíd, flores; oíd, plantas,

 el delito de Calixto,

 ninfa indigna de Diana!”

Ese villancico es uno de los ejemplos donde es patente la traducción de los afectos en lo  musical, el regreso al conceptismo de la canción de amor castellana y el uso de los cromatismos ascendentes. Curiosamente en este texto se mixtura el egocéntrico panteísmo del barroco, recreando el bucolismo pastoril del Renacimiento, pero vuelto “a lo divino”.

 

Hoy muestra con gracia”, un solo al Santísimo del Joseph Gaz (Martorell. Gerona. 1654-1713); con cadencias que aún no se han liberado de lo renacentista; parece construído para la voz adensada, milimétrica y netamente barroca de Marta Infante.

Pero es en la siguiente obra, la deliciosa “Mis Suspiros” donde el buen hacer de la mezzo, encuentra su cauce y extrae toda su artillería, todos los fraseos milimétricos, los matices, el control de la respiración, los acentos. La obra permite lucimiento en el uso de esos deliciosos melismas. Hay una notable diferenciación estilística con los dos tonos anteriores. Esta obra bebe directamente de la ornamentación vocal de la cantata italiana Gozoso el desarrollo del arpa de dos órdenes, con ese peculiar sonido; con matices de tiorba y guitarra; que se hibrida con la voz de la mezzo para crear una textura única en esta obra de querencia vivaldiana, que aúna reminiscencias de las cantigas (combina castellano y portugués)

Diego Fernández de Huete fue un arpista  y compositor sobre el que hay escasa información, aparte de ejercer en la Catedral de Toledo. Entre 1702/04 publica dos volúmenes de un curioso libro titulado “Compendio numerosa de zifras harmónicas con teoría y práctica, para harpa de una orden, de dos órdenes y de órgano.” Es de agradecer la labor pedagógica, no exenta de entretenimiento; que realizan los instrumentistas en estos festivales. Manuel Vilas realizó un ameno recorrido por la historia del arpa de dos órdenes. El arpa de dos órdenes, un tipo de arpa autóctona que tuvo vital importancia en el barroco español. El arpa utilizada en este concierto, es una copia de un arpa conservada en el Convento de la Encarnación de la ciudad de Ávila y que data de 1704

La “Gallarda” de Huete es una pieza plena de melancolía, que; obviamente; está más habitada de texturas renacentistas que barrocas. Manuel Vilas extrajo notas cristalinas a las variaciones de esta obra, culminando con las ricas variaciones de “Canarios”, del mismo autor, una dinámica danza muy popular en el Siglo de Oro. Las primeras noticias sobre este baile de inmensa proyección en el siglo XVII nos llegan de Diego Pisador en 1552.  La función de la pavana es ir unida a otro tipo de danza, en este caso; bastante atípico; a los Canarios. Manuel  Vilas extrajo con limpieza y destacada técnica el majestuoso sonido del arpa de dos órdenes.

El motete “Audite me divini fructus” (British Library, Add, Ms 31, 49. S 768),  «Motetti a una, due, e quattro voci»: Venecia: B. Magni, 1638 (RISM A / IS 768), permitió a Marta Infante desarrollar esos hermosos melismas, esas sílabas extendidas, esos adornos, ese hermoso fraseo que transmutan esta obra en todo un desafío vocal. La agilidad del instrumento de la mezzo, convirtió éste en uno de los instantes más memorables del programa. Delicados “Aleluyas”,  desarrollos llenos de matices, notas susurradas y timbre armonioso!

El organista José de Torres (1670-1738) escribió la cantada de Navidad “Cielos, que nuevas antorchas”. José de Torres fue objeto de un atentado relacionado con la prensa musical y los privilegios de impresión de la época, por parte de un trompetista real. Torres no le daba la espalda al arte musical italiano y fomentaba a los jóvenes estudiantes para que estudiaran allí. Esta cantada aparece como: [1721] Torres Cantada de Navidad Cielos, que´ nuevas antorchas Guatemala. Es una muestra del mestizaje musical de la época. Este autor tuvo la mala suerte de que su obra se quemara en el incendio del Alcázar de Madrid en la Nochebuena de 1734. De otro modo figuraría junto a los grandes nombres, ya que desapareció parte de su legado. Una cantada con más secciones que las italianas de la época, donde el diálogo entre el instrumento y la voz deviene mecanismo articulador de la composición. Es una obra heterogénea donde puede rastrearse el mestizaje cultural en los acordes de una chacona camuflada.

Quiero morir en tu esplendor”

 La “Toccatta Prima in quarto tono” del prolífico autor napolitano Giovanni María Trabaci (1575-1647) fue desgranada por Manuel Vilas, llenando la iglesia de nostalgia con el temple diáfano de su arpa. Exprimiendo las posibilidades de este versátil instrumento.

 

«Morenas gitanas”, un anónimo solo al Nacimiento, se me antoja con reminiscencias de canarios. Es una muestra de sabor popular, extraído del Archivo musical de la catedral de Bogotá. (Solo al Nacimiento) (5:23)Anónimo español (s. XVII) E. Barcelona M738/36. No era extraño en la época que tonos y villancicos compartieran un mismo texto bajo diferentes autores musicales. Perdomo Escobar la cita como anónima.

 

“Morenas, gitanas, hermosas trigueñas

Del Dios que ha nacido, cantemos grandezas”

Tarquinio Merula (1594-1665) no sólo fue un precursor barroco. En “Canzonetta spirituale sopra alla nanna” no es difícil rastrear texturas de lo que después será el flamenco. Esas dos notas (La, Sib) son verdaderamente “jondas”. El organista y violinista italiano desarrollo esta obra sobre ostinato. La composición permite a la intérprete el lucimiento por la variedad de matices, los sutiles fraseos, los matizados agudos, los repentinos cambios de motivo de esta alegoría armónica. Se distinguen con facilidad las tres fases de este canto doloroso, que María le canta al niño Jesús con presagios de La Pasión.

Entre las estrofas 1ª a , al final de cada una de ellas, nos encontramos con los versos: Deh ben mio, deh cor mio fa/Fa la ninna nanna na, que nos introducen en una canción de cuna. Entre las estrofas 6ª y 10ª, María relata el dolor de la Pasión y los tormentos que han de venir. Después hay un cambio de ritmo y sonoridad. La serenidad se apodera de la melodía. Hay un uso de la retórica musical del barroco, donde la música se pone al servicio del texto y el uso del “abruptio”, ese repentino silencio, de gran valor expresivo, que abandona el balanceo La-Sib, para dibujar diversas fórmulas carenciales y agonizar en un sereno La. Fue editada por primera vez en una antología de piezas para una voz y bajo continuo de Merula, titulada Curtio precipitato et altri Capricij Composti in diversi modi vaghi e lagiadri a voce sola (Venecia, 1638).

Los numerosos aplausos del público agradecieron la calidad instrumental y vocal de Ars Atlántica.

 

 

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