Quimper, la que volvió del mar, por Antonio Costa Gómez
QUIMPER, LA QUE VOLVIÓ DEL MAR
Ys era una ciudad maravillosa, de vida intensa y placeres. La princesa Dahut tenía amantes por las noches y se deshacía de ellos por las mañanas. Un día un caballero rojo se acercó a ella y le pidió la llave de la ciudad, que tenía el rey Gradlon. Abrió las puertas y el mar engulló la ciudad. La princesa se convirtió en una sirena.
Como siempre la doctrina dominante cristiana demoniza a la anterior que es la druídica. La libertad y la vida se convierten en pecado y se van al fondo del mar. Así las cosas reprimidas se quedan en el fondo y el inconsciente. Pero siguen ahí escondidas.
El rey Gradlon levantó otra ciudad, que fue la nueva Ys. Y seguro que por mucho que intervinieran los curas y las doctrinas tenía mucho de la anterior. Tenía mucho de intensidad y de vida. Y de misterios traídos del fondo del mar, y de sirenas escondidas en las tabernas. En todo caso es un refugio de literatura y de arte. En ella vivió James Joyce y allí pergeñó el “Ulises”. En ella vivió Max Jacob, el autor más travieso del surrealismo. Del surrealismo, el regreso del inconsciente. En el Café de la Espada yo los evocaba a los dos.
La estatua del rey Gradlon se alza delante de la catedral. La catedral de San Corentin se alza con sus agujas festivas. Los barcos van por el rio Odet en medio de puentes con jardineras. En su museo están Rubens y Fragonard. Las calles con entramados llevan por calles intensas hacia la catedral. Las casas de madera roja recuerdan al caballero rojo. Sobre la loza de Quimper se disfruta mejor la comida.
Desde allí una va fácilmente a la punta de Ratz, que es el fin del mundo en Bretaña. Y puede ir a montones de pueblecitos con calvarios o puertos vibrantes. Quimper es traviesa y vivaz, es bella y danzarina. Allí Álvaro Cunqueiro celebró todas sus fantasías.
ANTONIO COSTA GÓMEZ , ESCRITOR
FOTO: CONSUELO DE ARCO