La favorita, de Yorgos Lanthimos
Por una vez el cineasta griego Yorgos Lanthimos aparca su tono áspero y provocador para encarar un drama de época preciosista en este salto coperniquiano que es La favorita. El director de Canino, El sacrificio de un ciervo sagrado y Langosta sigue la senda de Stephen Frears o Mike Leight, por poner dos directores británicos que saltaron del cine social al de época, y demuestra que puede rodar un film impecable siguiendo la senda argumental de Joseph Leo Mankiewicz en Eva al desnudo, porque ése, en definitiva, es su meollo argumental: la advenediza inocente que quiere desplazar a su mentora.
Principios del siglo XVIII. Una reina debilitada de Inglaterra, Ana Estuardo (Olivia Colman) delega casi todas sus funciones en su amiga y amante Lady Sarah Churchill (Rachel Weisz). La reina, de salud frágil (sufre continuos ataques de gota) y carácter inestable y caprichoso fía las cuestiones de estado a su fiel amiga que actúa como un verdadero valido. Cuando Sarah contrate como sirvienta a Abigail Masham (Emma Stone), una antigua aristócrata venida a menos, con la intención de ayudarla, no se da cuenta de que está arruinando su prevalencia en torno a la monarca. La astuta Abigail utilizará todas sus armas para desplazar a su mentora y ganarse la confianza de la reina.
Yorgos Lanthimos sorprende con esta bella, suntuosa y espectacular película de época rodada con todo lujo de detalles en escenarios palaciegos y que cuenta con tres actrices en estado de gracia. El formalismo está al servicio de este drama que gira en torno al poder, intensamente femenino hasta el punto de que los personajes masculinos son irrelevantes, casi hombres florero. El realizador griego utiliza el gran angular para conseguir planos sorprendentes y profundos por las estancias palaciegas, mueve la cámara con endiablada solvencia y remata un relato casi perfecto que oscila entre la comedia (el baile palaciego de tono bufonesco) y el drama (la soledad de la reina retorciéndose de dolor en su lecho).
El director de Canino juega fuerte en la carrera por los Oscar con este retrato ácido de la realeza europea, melodrama de amores lésbicos y disección de una soledad, la de la monarca, el personaje estremecedor de ese trío protagonista, que reclama a gritos ese amor que le es negado.