El mokorero del Okavango, de José Luis Muñoz
Por CARLOS MANZANO
José Luis Muñoz no solo es un escritor prolífico, un creador de raza con muchísimos libros a sus espaldas, bregado en todos los géneros literarios, aunque destaque por derecho propio en el género negro (ha escrito, entre otras muchas, las novelas ‘Marea de Sangre’, ‘Pubis de vello rojo’ o ‘Cazadores en la nieve’, que no deberían faltar en la biblioteca de cualquier aficionado a este género que se precie), sino que se trata además de un autor al que le gusta adentrarse en las oquedades más recónditas del ser humano, profundizar sin limitaciones en eso que se ha venido en llamar nuestra idiosincrasia.
En esta ocasión lo hace a través de un libro de relatos que se mueven en torno a África y la negritud, entendidos ambos en su sentido más amplio, titulado ‘El mokorero del Okavango’. Y lo hace sin descuidar ni por un segundo su pulso preciso como narrador, ofreciendo una serie de historias (e incluso algún pequeño ensayo) que nos ponen en contacto a nivel físico, intelectual y emocional con el continente negro y sus habitantes (y con sus influencias en el resto del planeta). Todos los relatos del libro alcanzan un nivel de calidad realmente reseñable, aunque puestos a destacar, y siempre desde un punto de vista personal, tal vez me sentiría más inclinado por resaltar el cuento que da nombre al libro, “El mokorero del Okavango”, una sensual inmersión en el África más pasional y telúrica; “Humberto y su hermana”, un brillante juego de fantasías y malentendidos en el siempre sicalíptico Caribe; “Maturei Ulamba Maturei”, el relato de uno de los episodios más brutales y sanguinarios cometidos por el hombre blanco durante la época de la esclavitud y la recogida del algodón en América del Norte; “El combate”, donde se narra una feroz pelea de boxeo alternando dos episodios acaecidos en momentos dispares pero indisolublemente unidos; o el magnífico “El leopardo del Kilimanjaro”, que cierra el libro y que nos habla de una ascensión mágica y trascendente a la montaña más elevada del continente negro.
En resumen, un excelente libro de relatos que, para los que conocemos a José Luis Muñoz desde hace tiempo, no viene sino a subrayar su extraordinario talento para la narración y la fabulación. Un libro a disfrutar desde la primera a la última línea.