Leandro Pinto
¡Saludos, lectores! Estamos en una nueva entrevista para Entretanto Magazine y Preguntas con arte, en este caso con el escritor Leandro Pinto. ¡Hola, Leandro! ¿Puedes presentarte tú mismo para que nuestros lectores puedan conocerte?
¡Un saludo a todos! Encantado de estar por aquí. Me presento como un contador de historias, alguien para quien la narrativa y el ejercicio del relato forman parte de su esencia. Es lo que más disfruto y aquello para lo que creo haber nacido, así que intento hacerlo lo más y mejor posible.
Si alguien quiere saber más de ti, ¿dónde puede informarse?
Bueno, para saber sobre mí existen los medios habituales: búsqueda en Google, redes sociales y blog personal, aunque verdaderamente no hay mucho de mí que pueda resultar interesante allí (no al menos lo que doy a conocer). Tiendo a pensar que lo realmente interesante está entre las páginas de los libros ―eso intento―, así que si alguien quiere llegar hasta mí creo que la mejor recomendación que puedo ofrecer es que me busque en la estantería de su librero de confianza.
Vamos a empezar hablando de ti. ¿De dónde surge tu pasión por escribir?
Supongo que, como suele ocurrirle a todos o a la gran mayoría de los escritores, termina siendo un derivado de la pasión por leer. No importa cuánto leas: en algún momento sientes que tu universo propio clama por expresarse de alguna manera, y el contacto tan estrecho con las palabras que brinda la abundante lectura te lleva a probar suerte, a intentar plasmar tus propias inquietudes o esas historias que te gritan en la cabeza y que no paran de chillar hasta que las expulsas. Después, claro, te das cuenta de que pocas cosas hay tan divertidas y apasionantes como escribir, y lo transformas en tu religión y en tu medio de vida, y más tarde en tu trabajo. Al menos, así fue como me ocurrió a mí…
Repasemos ahora tu extensa obra. Empecemos por tu primera novela, Orlando Brown. Cuéntanos de qué va.
Orlando Brown cuenta la historia de un matrimonio que muy poco tiene en común y que intenta llenar este vacío a través de la descendencia, cosa que se le resiste muchísimo en un principio. El conflicto narrativo de la novela estriba, no obstante, en el concepto de «conciencia», que intenté corporizar en la historia mediante unos entes parlanchines que acompañan a los protagonistas. También existe el problema de la memoria y los traumas del pasado, ocasionados por una experiencia bélica como trasunto de la propia batalla que es la vida misma. Fue una novela que escribí cuando estaba leyendo muchísima novela del siglo XIX, tanto realista como romántico/fantástica. Tenía unos veintes años por entonces y leía mucho a Dickens, Balzac, Pérez Galdós y Flaubert, y creo que de ahí surgió la inspiración para la ambientación decimonónica de la novela.
Sigamos con tu segundo libro, Remanso de paz, en el que hiciste un cambio de registro.
Sí. Remanso de paz fue para mí una especie de relámpago. Recuerdo con toda claridad la noche en la que la novela me vino a la mente de principio a fin, y los dos agotadores y trepidantes meses durante los cuales se prolongó la primera redacción. Creo que fue uno de los procesos creativos más febriles que me tocó vivir. Tenía veintitrés años y muchísima energía, y además todavía no me habían publicado y gozaba de una libertad creativa que, en ocasiones, siento haber perdido un poco. Fue una experiencia maravillosa. Por entonces, Faulkner era el faro que guiaba mi navegación a través de la literatura, y puede que en la redacción de esta novela me dejara llevar por un intento pueril de emularle (con lo imposible que eso resulta). En todo caso, me centré en esta ocasión en el drama de una familia corrompida por la ambición y los sentimientos perversos. Fue una novela en la que volqué una buena parte de lo peorcito que tenía en mi interior, como en un acto catártico. Y creo que se nota. La quiero mucho; es muy especial para mí.
Es momento para tu tercera novela, Veneno de Escorpión, tu primera novela de terror. Háblanos de ella.
Llevaba un tiempo con la idea de escribir una novela de terror al modo clásico, mediante la técnica del palimpsesto, que tanto me apasiona (ya sabes: eso de un manuscrito encontrado mediante el cual el protagonista nos cuenta su peripecia). A menudo se me ha encasillado como a un escritor de terror, y en ocasiones siento que me gustaría despegarme un poco del género, sobre todo para probarme a mí mismo que soy capaz de encarar otras temáticas. Pero Veneno de escorpión fue, como dices, mi primera experiencia de lleno en el género. Y fue un trabajo durísimo. Es la única novela que he redactado cuatro veces de principio a fin, con las sucesivas correcciones. No daba con el tono adecuado, y en ocasiones lo que me fallaba era el enfoque. La historia la tenía clarísima, pero la dificultad acechaba en la estructura misma. Finalmente, logré dar con la clave, y fue un año y medio tan trabajoso como divertido. Siempre he dicho que es mi novela más especial, aunque no haya sido la más exitosa. Sé que los lectores también le tienen un aprecio muy particular. Me ilusiona muchísimo saber que antes de fin de año tendremos en las calles la reedición.
Consejera nocturna, tu cuarto libro, se publicó en 2013. Es su turno.
Fue para mí un libro de transición. Después de lo duro que había resultado Veneno de escorpión, encaré esta historia como un divertimento. No digo que pensara de ella que era un proyecto menor, pero sí que trabajar en ella era más una «terapia de recuperación» que otra cosa. Y, sin embargo, terminó teniendo bastante éxito y gustando mucho a los lectores. Suelo ofrecerla como una novela más «light» que las demás. Sigue teniendo su buena cuota de misterio y thriller, pero maneja unos registros de terror más asequibles para los lectores sensibles. La idea me surgió a lo largo de un extenso periodo de insomnio durante el cual me pasaba horas oyendo esos programas de tertulia noctámbula, cuando el insomne llama a la emisora y se produce ese contacto tan especial a tres bandas (oyente-presentador o presentadora de radio-resto de la audiencia). Nunca se me ocurrió llamar a estos programas, pero poco a poco fui dando forma a la idea…
Y ahora, toca tu primer gran éxito: Pandemonio, que tuvo una buena acogida internacional. Cuéntanos su argumento y las sensaciones que te produjo su brutal recepción.
Fue una enorme y grata sorpresa, tanto para mí como para la editorial. Por empezar, debo decir que es la novela con la que más me he divertido a la hora de escribirla. Me apetecía encarar una temática de terror desde una postura un tanto más desenfadada que en mis novelas anteriores, y donde el fatum tuviera mucho que ver. Creo que el dios azar es el que realmente maneja nuestras vidas, e intenté plasmar esta idea en la novela. Cuando salió al mercado, el noviembre de 2014, tardó un poco en arrancar, pero hacia febrero de 2015 comenzó a correrse la voz y la novela entró en algunos clubs de lectura en distintas ciudades, como Barcelona, Albacete, Sevilla… Siempre me había costado un poco romper la barrera del ámbito de Canarias y llegar a la península, pero de repente empecé a recibir mensajes de gente de Bilbao, de Madrid, de Valencia. Lectores que enviaban fotos con el libro, cosa que por entonces se había puesto un poco de moda. Al año de publicar la novela se había agotado la primera edición, y ya había alcanzado a lectores de México, Colombia, Ecuador, Uruguay… Era algo que no estaba en nuestros planes, en absoluto. Pandemonio se convirtió, entonces, en una especie de “marca” que iba añadida a lo que escribiera o publicara (ya sabes: el autor de Pandemonio y otras novelas estará firmando…). Lo bueno fue que me permitió no solo llegar a más lectores, sino profesionalizar un poco toda la actividad y acceder a la Feria del Libro de Madrid, donde estuve firmando ejemplares en mayo de 2015. A finales de 2016 salió a la venta la tercera edición del libro, con nueva portada. A día de hoy, cuando participo en alguna feria o evento, sigue siendo la novela que más suele venderse…
En 2016 te atreviste con tu primera antología de terror: Un puñado de sombras. Siete relatos macabros. Háblanos un poco de ella y de sus relatos.
El considerable movimiento que registró Pandemonio nos puso en la encrucijada de no publicar una nueva novela. Más que nada, se hizo para no «pisar» las ventas de Pandemonio, que seguía funcionando muy bien. Pero yo quería sacar algo al mercado de todas maneras, así que se nos ocurrió montar una antología de relatos. Fue maravilloso, y por eso también le tengo un gran cariño a este libro. Siempre me ha gustado escribir relatos, aún sabiendo lo complicado que es publicarlos, así que sacar este volumen a la calle fue un sueño hecho realidad. Consta de siete relatos («El caso de Heriberto Kasewski», «Sin anestesia», «Bela», «Jauría», «El Señor de las Hienas», «Séphora» y «El experimento del profesor Castells»). A lo largo de estas narraciones he intentado ofrecer distintos prismas del terror, encarar el concepto desde diferentes puntos de vista, para que el lector tenga acceso a focos de horror provenientes de muy diversas fuentes.
He dejado para el final tu saga literaria: Demencia. Cuéntanos de qué va y háblanos de las dos obras que la componen.
Demencia tiene que ver con nuevo cambio de registro. Después de la línea de «terror duro» que había ofrecido con Pandemonio y Un puñado de sombras, sentí que era necesaria una renovación, una refundación narrativa de mi obra a través del estilo, la temática y, sobre todo, el tono. Entonces empecé a indagar en el campo de las enfermedades mentales, los trastornos psíquicos, y no tardé en darme cuenta de que pueden ser unos de los afluentes de terror más abismales que podemos encontrarnos. No importa la magnitud o la monstruosidad de las criaturas que imaginemos o pergeñemos como creadores: pocas cosas dan tanto miedo como un ser humano desequilibrado. Me encontré, eso sí, con la dificultad de que no me iba a alcanzar una sola novela, así que planteé la cuestión en un díptico, intentando que se diferenciaran bastante entre sí. Grietas en el tejado (el tomo I) juega un poco con la idea de la literatura dentro de la literatura, y está concebida como una especie de máquina de relojería. Es bastante más sutil en el tono y la atmósfera. Trata de un periodista que quiere escribir una novela sobre enfermedades mentales e ingresa en una clínica psiquiátrica para recabar información. El problema es que una vez allí dentro los límites de la realidad empiezan a difuminarse y tendrá dificultades para distinguir lo real, lo soñado y lo literario. Abismo (el tomo II) es una narración mucho más cruda y visceral, y escrita en primera persona. Tiene unos toques de gore que creo que le otorgan mucha entidad como novela breve. Trata de una chica que, maltratada por su pareja, acaba en un centro psiquiátrico, sometida a diversos tratamientos, pero se encontrará viviendo una auténtica pesadilla cuando descubra que todos los habitantes del centro (internos, celadores, etcétera) son una especie de engendros descarnados surgidos de algún abismo de locura absoluta. No se puede contar mucho más sin violar las leyes más básicas del spoilereo…
¿Tienes pensado continuar Demencia o ya está cerrada?
En principio, lo considero un trabajo cerrado, aunque no de forma definitiva. Uno pocas veces controla el tipo de historias que le vienen a la mente. Si un día surge otra narración relacionada con problemas mentales, y que se ajuste además al formato de la serie (unas 35.000 palabras) no descarto que pueda haber un volumen 3.
¿Por qué libro recomendarías empezar a un lector que desee iniciarse en tu obra?
Eso depende del tipo de lector que sea. Ante esta pregunta suelo plantearme qué clase de lector es y qué tipo de narración puede ajustarse más a sus gustos de acuerdo a sus costumbres lectoras. Ahora, si tuviera que enfrentarme a un lector del que nada conozco, iría a lo seguro, que ahora mismo es Pandemonio, mi novela más difundida y la que ha tenido una aceptación mayoritaria por parte del público.
Eres un autor argentino afincado en España. ¿Cómo ves el sector editorial español? ¿Y el argentino? ¿Qué similitudes y diferencias encuentras entre uno y otro?
La verdad es que tengo un gran vacío de conocimiento en cuanto al mercado editorial argentino, porque cuando me vine a vivir a España tenía dieciocho años y no tenía ni idea del tema; creo que ni siquiera me permitía soñar con la posibilidad de publicar, aunque es verdad que ya por entonces escribía bastante. Así que, en ese sentido, no soy capaz de establecer una comparativa. Aquí en España…, en fin, es un mercado que, como todos o casi todos, se ha visto un poco contaminado por el afán mercantilista, y creo que lo mucho que se publica obedece más a un programa presupuestario que al verdadero interés literario. En cualquier caso, no es un tema que me preocupe ni en el que piense demasiado…
Ya terminando, ¿esta entrevista te ha parecido divertida o aburrida?
Me ha resultado muy interesante porque es la primera vez que se me permite hacer una cronología hablando de todas mis obras publicadas. Por lo general, las entrevistas se centran en la última novela y en los gustos lectores, que de eso también es agradable hablar e intercambiar opiniones. Pero ha sido muy divertido.
Y ya para terminar, ¿puedes mandar un saludo a nuestros lectores?
Un reverencia muy ceremoniosa, con vuelo de capa vampírica incluido, desde estas profundidades tenebrosas a todos los lectores de Entretanto Magazine. Ha sido todo un placer estar por aquí.