La crisis en Siria
No por haberlo escuchado mil veces deja de ser un horror de nuestros tiempos. La población siria lleva más de 7 años de sufrimiento, desesperación y violencia. En Siria y en los países vecinos, más de 13 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, muchos de ellos viven en zonas de difícil acceso dentro de Siria. Muchos cientos de miles de ellos se encuentran refugiados en Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto.
En algunas zonas de Siria se sigue denegando la distribución de ayuda humanitaria y en otras continúa siendo extremadamente difícil debido a los constantes ataques, la poca seguridad, la limitación de movimiento y la imposición de restricciones. Denegar el acceso humanitario priva a los niños de alimentos, atención médica, educación y protección.
Desgraciadamente, son habituales las imágenes impactantes de personas que huyen desesperadamente de la guerra. Como también lo son las imágenes y vídeos de personas que por imperativos económicos no pueden huir de su país y tienen que vivir en condiciones infrahumanas, con la amenaza constante de las balas o el hambre. Se puede palpar una preocupante falta de agilidad política, institucional y social ante una emergencia humanitaria de dimensiones mayúsculas. La única parte positiva, por otro lado, ha sido la enorme capacidad de la población para intentar paliar los efectos del conflicto a través de colectas económicas y movilizaciones sociales en pro de la solidaridad, la humanidad y la tolerancia.
Entre los principales destinos de quienes huyen de la violencia en Siria se encuentran Líbano, Irak y Jordania. En esos países, tanto residentes como refugiados sirios atraviesan una situación crítica a raíz de las deficiencias en la infraestructura y las limitaciones en el acceso a los servicios básicos. Muchos niños refugiados no reciben ningún tipo de formación y aquellos que enferman tienen grandes dificultades para obtener la atención médica que necesitan.
Con el paso del tiempo no solo mejora la situación sino que empeoran las condiciones de vida de la población en general, pero en especial las de los refugiados, muchos de los cuales viven en tiendas de campaña y viviendas precarias.
En España se han hecho estudios de la situación de los refugiados sin distinción de su origen, pero está claro y se puede concluir que los sirios no están exentos de estos problemas, que además se ven agravados por la barrera del idioma. Al entrar en el sistema de acogida los solicitantes de asilo que tras seis meses logran ser reconocidos como refugiados pasan por una fase de acogida temporal, otra de autonomía y una última de integración. En estas etapas, que se prolongan por cerca de año y medio, reciben ayudas para mantenerse y alojamiento, pero cuando estas acaban, muchos se ven solos y sin ningún tipo de recurso.
«En un año y tres o cuatro meses, aproximadamente, si no estás listo te vas a quedar en la calle», explica uno de los refugiados que recuerda la historia de una familia siria con la que coincidió en el centro de acogida cuando llegó a España: padre, madre y tres hijos menores. Cuando se les acabaron las ayudas vieron que no podían salir adelante y decidieron irse de España.