Makoko, una odisea africana
José María García Sánchez estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona y se licenció en 1.987, año en el que empezó a trabajar como pasante en un despacho, hasta que decidió establecerse por su cuenta en 1990. En 1992 fundó el despacho en el que ahora está trabajando con su socio próximo al Paseo de San Juan de Barcelona. Es un apasionado lector de novela negra, y de literatura en general, y se refugia de vez en cuando en un remoto paraje salvaje del Alt Camp, que nadie es capaz de localizar ni con GPS, en donde tiene que lidiar con un molesto jabalí macho alfa que le destroza los sembrados ecológicos y le tienta a estrenar sobre su testa el revólver colt de coleccionista que tiene a buen recaudo. Este abogado que escribe, y lo hace endemoniadamente bien a ojos del entrevistador, es un chico de barrio que nació en Santa Coloma de Gramenet en 1964 y se amantó en sus calles (de ahí le viene su afición por el género negro), en donde conoció el mundo marginal de los suburbios. Acude a la entrevista, en la terraza de uno de esos bares populares que aún quedan en la Ciudad Condal, con una cara de satisfacción considerable, la que se le ha quedado al publicar su primera novela Makoko, a poco de escribirla, y la de haber ganado con la segunda, recién salida del ordenador, Tráfico, el II Premio Internacional La Orilla Negra ex aequo con José Ramón Gómez Cabezas. Ante un par de cervezas y un platillo de aceitunas de calibre 38, por lo menos, iniciamos una charla distendida acerca de una novela doblemente negra que hurga en las heridas de un continente secularmente maltratado: África.
JLM: Un abogado que escribe, o un escritor que ejerce la abogacía. Conozco a otro colega tuyo, abogado y arquitecto, José Vaccaro Ruiz, al que también le entró el gusanillo. Y todos conocemos a Francisco González Ledesma, ya fallecido, que era abogado y periodista además de escritor estajanovista. ¿Cómo llegaste a escribir novelas?
JMGS: A escribir empecé, de manera más o menos informal, hace unos diez años. Empecé haciendo una especie de relatos cómicos por entregas en un grupo de correo, en el que compartíamos una quiniela de futbol cada semana. Luego escribí algunos relatos negros que se publicaron en un par de blogs literarios, hasta que me animé a escribir mi primera novela, allá por el año 2013. Y Makoko ha sido la primera novela que ha sido publicada (por Nova Casa Editorial), y pronto aparecerá otra novela, titulada Tráfico, que formará parte de la colección La Orilla Negra de Ediciones del Serbal.
JLM: A los lectores siempre nos gusta conocer la génesis de las novelas que hemos leído. Makoko es como una especie de Odisea homérica. Makoko es el nombre de uno de los barrios más insalubres de Lagos, Nigeria, un reducto de pescadores que vive literalmente sobre aguas negras y basura que huele a petróleo. La historia de tu primera novela publicada es la de un viaje que suele acabar mal, el que hacen los africanos en busca de una ensoñación que no existe: Europa. ¿Cómo nace tu historia?
JMGS: Makoko nació a partir de leer una noticia, en las páginas interiores de un diario, y como si hablasen de la subida del precio del café, que medio centenar de personas habían muerto en el desierto del Sáhara cuando se averió el camión en el que viajaban. La frialdad de la noticia me chocó casi tanto como lo que había sucedido, y me di cuenta de lo insensibles que podemos llegar a ser ante una tragedia humana como esa. Indagué para profundizar en la noticia y amplié la información con prensa europea e incluso africana. A partir de ese momento, decidí escribir Makoko. Y de hecho el incidente está relatado en la novela con cierta fidelidad a lo ocurrido.
JLM: Sí. Yo también lo recuerdo. Incluso creo que lo vi reflejado en una de esas interesantes películas sobre África que no salen de los circuitos de los festivales y no llegan al gran público. En Europa, y no hablo de las instituciones europeas de las que muchos nos avergonzamos por su inoperancia o las trabas que ponen a los movimientos migratorios, se tiene mala conciencia por lo que sucede. ¿Podemos decir que Makoko es una novela de denuncia social?
JMGS: Con todo, no se trata de una novela social. Es una novela negra. La conciencia social no la tienen los escritores: la tienen las personas, algunas de las cuales, escriben. Y no podemos disociar nuestra vida de nuestra obra. A mí no se me ha ocurrido nunca escribir sobre un aristócrata que se caracterice por ser un gran gourmet y mejor jinete. Esos tipos no me interesan porque no aportan nada. Los marginados, los pobres, los excluidos por la sociedad tienen para mí un atractivo irresistible que no tienen los banqueros, por ejemplo.
JLM: Háblanos un poco del argumento de Makoko, de esa tragedia humana que supone la emigración ilegal porque cada día hay un Elf, el nombre del singular protagonista de tu novela, que emprende ese camino de no retorno.
JMGS: La inmigración masiva de personas desde África hacia Europa es una tragedia por las condiciones en que se hace. Y son las normas extremadamente restrictivas de los países europeos las que provocan directamente ese drama. Los inmigrantes gastan mucho más dinero (sin contar que les roben) haciendo el viaje a pie que si lo hicieran en avión, y son las normas clasistas del mundo “civilizado” las que los obligan a arriesgar sus vidas. Esa tremenda injusticia me movió a escribir una novela en la que su protagonista encarna todo el sufrimiento que padecen esas personas. Una lectora, después de acabar Makoko, me dijo que ha cambiado su punto de vista respecto de los inmigrantes africanos y ahora los mira con más simpatía. Ese no era el objetivo de la novela, pero bienvenido sea. Nuestra actitud ante la inmigración africana sólo puede calificarse como criminal.
JLM: Háblame de sus personajes, de dónde han salido. Leyendo la novela, esa road movie terrible que transita por desiertos, fronteras letales que se convierten en una ciénaga burocrática y policías esencialmente corruptos y criminales que se aprovechan de la desgracia ajena, el lector empatiza con su calvario. El personaje masculino Elf es todo menos un héroe prototípico.
JMGS: El personaje de Elf es un puro desastre: es negro, flaco, tuerto, pobre, librepensador y homosexual: lo tiene todo para sufrir en la vida.
JLM: Sí, pero Elf, curioso nombre, es inteligente pero físicamente débil, y además pierde un ojo, uno de los muchos momentos estremecedores de esta novela desgarradora. ¿Por qué lo dibujaste con esas carencias físicas tan evidentes?
JMGS: El origen del nombre del protagonista se desvela en el primer capítulo de la novela, y tiene que ver con la chatarra flotante de Makoko. Y por lo que se refiere a las características físicas de Elf, se trata de un joven desnutrido, que sobrevive gracias a su inteligencia y valentía. El hacerle perder un ojo es un truco de escritor para darle una característica identificativa, y para enfatizar la crueldad de las condiciones de vida en muchos lugares de África.
JLM: El movimiento feminista está en pie de guerra, más con los últimos acontecimientos mediáticos que lo han soliviantado, pero en el Tercer Mundo, en donde se desarrolla tu novela, la situación de la mujer es pavorosa: ablación del clítoris para que no disfruten del sexo, se venden como esclavas, se las viola por sistema, llegan a Europa y son prostituidas para pagar una deuda que nunca saldan. Háblanos de esa chica tierna que tanto se prostituye como es violada y si te inspiraste en un personaje real. Me interesa mucho el personaje de la chica, Brigitte. A pesar de su aparente fragilidad, es fuerte y resolutiva como toda mujer africana, y sufre en carne propia, en sentido literal, maltrato, vejaciones de todo tipo, violaciones. ¿Cómo construiste el personaje?
JMGS: Brigitte es el personaje más querido por mí, porque si para un hombre es duro emprender el viaje a Europa, para una mujer lo es el doble. Brigitte es vulnerable y a la vez valerosa, decidida y resuelta. Si África (y quizá el mundo) lo gobernasen las africanas, sería un continente próspero. El personaje de Brigitte es el de una verdadera heroína del tercer mundo en el siglo XXI, seguramente muy lejos de los estándares occidentales.
JLM: Suele decirse que los africanos cruzan su continente y se ahogan en el Mediterráneo en busca de una ensoñación que ven en las televisiones de sus poblados. ¿Es África un continente sin futuro?
JMGS: Al contrario. Creo que el futuro está en África. Los europeos y los occidentales en general estamos acabando con nuestra propia civilización a base de contaminar nuestro entorno y perpetuar las desigualdades sociales. África sobrevivirá porque tiene recursos naturales y una población muy joven. Europa muere de asco y de vieja, y su supremacía tiene los años contados.
JLM: Desde el punto de vista narrativo tu novela es entretenida y trepidante, los protagonistas traspasan infinidad de fronteras hasta llegar a esa frontera líquida y mortal, una fosa abisal, que es el Mediterráneo. Ellos huyen de una situación personal insostenible como otros lo hacen de las guerras o las hambrunas. Otra historia sería ver cómo consiguen adaptarse en la sociedad europea esos hombres y mujeres que salvan una infinidad de obstáculos.
JMGS: Desde luego. Makoko sólo pretende mostrar una parte del problema de la inmigración, aquél que se desarrolla durante el viaje a Europa. Aquellos que consiguen franquear las fronteras naturales y políticas se encuentran con otro tipo de problemas, a veces peores, como las deportaciones, la cárcel o simplemente la miseria.
JLM: Todo lo que rodea a estos movimientos migratorios forzosos parece una concatenación de circunstancias diabólicas. Mafias en el lugar de origen, delincuentes que les roban y les engañan por el camino, mafias que les venden a precio de crucero de lujo un pasaje en una balsa de goma que se hunde y no llega a ninguna costa por falta de combustible, y luego, en la otra orilla, unas autoridades que los devuelven o los encierran en los Centros de Internamiento de Extranjeros, eufemismo de campo de concentración. ¿Se puede revertir ese proceso?
JMGS: Esto es lo más complicado. Las mafias africanas que trafican con personas son de una crueldad extrema. No son grandes organizaciones multinacionales, sino pequeños grupos de delincuentes que se enriquecen de forma rápida y desmesurada con un nuevo producto: los inmigrantes. Éstos están dispuestos a pagar precios desorbitados, y los mafiosos sólo se preocupan por optimizar sus negocios. Es una versión a escala del capitalismo salvaje, donde la demanda, al ser tan numerosa y necesitada, provoca una inflación en los precios de la oferta como consecuencia del desequilibrio entre las partes. Una botella de agua puede venderse a diez dólares, y un pasaje en patera, mil.
JLM: Somos lo que leemos. No hay más escuela para un escritor que la lectura. Algunos referentes literarios que te hayan marcado dentro de lo que es la novela negra.
JMGS: En cuanto a mis referentes literarios, no soy nada original. Me introduje en la novela negra leyendo las novelas de Francisco González Ledesma, Y me encantan los clásicos americanos como Jim Thompson (1280 almas es una novela insuperable), Henning Mankell (El Chino me parece una obra maestra), Raymond Chandler y Dashiell Hammet Y de los vivos, me gusta mucho David Llorente por su forma revolucionaria de relatar.
JLM: ¿Y saliendo del género negro? ¿Algún autor que te haya marcado?
JMGS: La primera novela que tengo en el recuerdo es La Metamorfosis, de Franz Kafka, que la leí siendo adolescente y he releído un par de veces más.
JLM: ¿Qué buscas en la literatura? ¿Cómo pasas de ese rol supuestamente pasivo y receptor que es un lector, aunque siempre tienda a construir su propia novela, al de creador?
JMGS: Para mí la literatura es el placer de leer, de sumergirme en otras vidas, en otro tiempo o en otro lugar y olvidarme de las miserias que nos rodean siquiera por unos instantes. Y por supuesto, escribir y dar vida (o quitarla) a unos personajes que coloco en un entorno normalmente duro y hostil.
JLM: Tú irrupción en el mundo de la publicación ha sido fulgurante. Llegar y besar el santo. Con Makoko fuiste finalista del Premio Internacional de Novela La Orilla Negra. Con Tráfico, una narración que en nada se parece a la anterior, ganas el premio La Orilla Negra.
JMGS: También me gustaría manifestar mi agradecimiento al Premio Internacional de Novela La Orilla Negra, pues tener la suerte de haber sido finalista en su primera edición con Makoko, que me dio la oportunidad de que Nova casa Editorial la publicase y contribuyó con mucha fuerza para seguir adelante con algo tan gratificante como es escribir. Ganarlo este año ha sido miel sobre hojuelas.
JLM: Tráfico, la segunda novela que vas a publicar, esta vez en la colección La Orilla Negra de Ediciones del Serbal, porque se ha llevado el premio ex aequo, te garantiza estar como autor invitado en la próxima edición del festival Black Mountain Bossòst. ¿Cómo valorarías la de este año?
JMGS: La valoración del Black Mountain Bossòst no puede ser más positiva. Tuve la suerte de estar en la primera edición, en 2017, que ya me pareció fantástica, y esta de 2018 ha sido mucho mejor. Muy bien organizado, la combinación de literatura con cine, música, gastronomía, paisaje y senderismo hace que no se parezca a los festivales al uso. Y lo mejor es que no es un simposio de escritores, sino un festival muy participativo en el que los lectores pueden intervenir e interactuar con escritores, libreros, editores y conocer la novela negra desde un punto de vista mucho más rico que con la mera lectura de los libros. Y el nivel de los ponentes es, en muchos casos, espectacular. Simplemente escuchar a Juan Madrid, Alfons Cervera, Fernando Martínez Laínez o a Carlos Salem nos hace mejores escritores a todos.
JLM: Pues muchas gracias, José María, mucho éxito con esta tragedia africana, que desde aquí recomiendo a los lectores porque es un tema en el que no se ahonda frecuentemente desde la ficción y está magníficamente escrita, y con la próxima Tráfico que verá la luz en el Black Mountain Bossóst 2019. El Valle de Arán te espera de nuevo.