Pablo Martínez
¡Muy buenas!!!! Estamos en una nueva entrevista para Entretanto Magazine y Preguntas con arte, en este caso con el escritor Pablo S. Martínez. ¡Hola, Pablo! ¿Puedes presentarte tú mismo para que nuestros lectores puedan conocerte?
Soy Pablo Suárez Martínez y nací en Madrid en 1979, aunque desde 1998 vivo en Xátiva, Valencia. Desde pequeño mostré una fuerte conexión con el pasado, lo que me llevó a trabajar en un museo y a ser “vintage” mucho antes de que el término se pusiera de moda. Desde hace años compagino la escritura con mis otras pasiones, los coches clásicos, las antigüedades, la investigación de fenómenos paranormales y la equitación.
En mi casa nunca han faltado los libros gracias a mi madre, lectora empedernida, si bien pese a ser escritor no he leído mucho. Mi formación fue sobre todo cinematográfica. Empecé escribiendo terror, si bien pronto añadí el género romántico en cuanto descubrí la belleza que puede haber en los sentimientos, y después el ensayo como medio de convertir mis inquietudes en paz interior.
Por lo demás soy tímido, introvertido, sensible y melancólico, como los clásicos románticos.
Si alguien quiere saber más de ti, ¿dónde puede informarse?
De momento, la única red social en la que estoy es Facebook, en donde tengo un perfil con mi nombre; en mi muro publico sobre mis proyectos, lo que estoy haciendo, así como fotos y vídeos de equitación, coches, resultados de investigaciones, etc. En tumblr también hay algunos trabajos que escribí hace ya años, Modernity is Old, El rincón Glam de Paul Hayward, Miedo en la carretera, Sueños cumplidos (que es un resumen de la biografía de mi madre) y Vintage Feminist Adverts.
Vamos a empezar por tus orígenes. Háblanos un poco de tu madre.
Nació en Piedralaves (Ávila) si bien pronto la familia se mudó a un pueblo de Castellón, en busca de una vida mejor. Con ocho años oyó cantar a Antonio Molina en un disco al pasar por una calle y se convirtió en su ídolo. Sin embargo, la vida en el pueblo, las convenciones sociales y las injusticias la hicieron irse sola a Madrid en 1973 en busca de una nueva vida y de un sueño; estar con Antonio Molina. Entró de doncella en casa de un coronel y se examinó en el teatro Calderón en 1974. Ya con el carné de cantante, entró a trabajar en la compañía de Molina, Valderrama y Bonilla, al mismo tiempo que estudiaba auxiliar de enfermería. Cantó, hizo teatro, conoció a muchos artistas. Naturalmente tengo pendiente escribir su biografía; su vida es una mezcla de drama, aventura, sueños, satisfacciones y sobre todo intensidad. Esto es a modo biográfico: se puede acceder a un resumen mucho mejor y a bastantes fotografías en sueñoscumplidos.tumblr.com En cuanto a como persona, es tan buena y equilibrada como probablemente nunca podré conocer a nadie. No concibo mi vida sin ella. Estaría contento si me casara con una mujer la mitad de buena de lo que es mi madre.
¿Hasta qué punto ha influido el tener una madre cantante y actriz en el hecho de que tú seas escritor? ¿El arte se lleva en los genes?
En mi familia por parte de madre ha habido artistas, pero para las artes escénicas; yo creo que soy el primero que escribe. Mi abuelo cantaba como Valderrama, y el de mi madre (apodo Faldillas; le llamaban así porque era republicano y escapó de las venganzas falangistas escondido bajo la falda de su mujer, pues era bajito) era actor de teatro. Mi madre fue la única que se dedicó a cantar profesionalmente. Sobre que el arte se pueda llevar en los genes me cuadra porque yo llevo en los míos la melancolía de los escritores aun sin ser hijo de ninguno, aunque no siempre se hereda. En España por ejemplo, el compositor Augusto Algueró heredó el talento de su padre. En cambio, ninguno de los hijos de Antonio Molina canta ni siquiera parecido a como cantaba él. A cambio son buenos actores.
Eres un autor polifacético que toca géneros muy dispares: romántica, terror, thriller… ¿Cómo se puede hacer eso? ¿Se pueden compaginar tantas historias diferentes?
Es una pregunta que me hacen mucho, acaso porque cada género tiene su propia ciencia. La verdad es que para mí nunca ha implicado ninguna dificultad; como dije en la presentación, empecé de adolescente con relatos de terror, luego hice una romántica, luego empecé un ensayo… Siempre lo he hecho, pero me resulta natural. Hasta con cuento me he metido. Cuando escriba la biografía de mi madre, ya abarcaré el abanico completo. Lo malo de esto es que si escribes las novelas pertenecientes a géneros distintos de manera salteada, los lectores de un género tienen que esperar no a la novela siguiente, sino a la siguiente de ese género: lo bueno es que multiplica tus posibilidades de ser publicado porque tienes más variedad que ofrecer a las editoriales o a tu agente literario (saludos a Yaiza).
De todos los géneros que cultivas, ¿cuál dirías que es tu favorito?
Aquí donde se me ve con casi treinta y nueve años, a veces he llorado escribiendo drama romántico, pero no sabría decir si el romántico o el terror es mi favorito porque, para mí, escribir terror es como volver a casa, a mis orígenes. El género romántico te enfrenta a los placeres y los tormentos que conlleva la búsqueda del amor que te realiza como ser humano, pero hay algo en el terror que lo hace inigualable, y es su capacidad de enfrentarte a lo desconocido. Lo digo porque es algo que vivo de cerca. Cuando entras en una casa abandonada a investigar, y tras hacer una sesión de psicofonías una voz susurra “Pablo…” tras haber preguntado cómo me llamo, te das cuenta de que el terror te enfrenta a lo desconocido y que esa es la razón de su inmensa fuerza.
Hablemos ahora de tus obras. Empecemos con “El amante de Mrs. Wetherby”. Cuéntanos de qué va.
Es la historia de una rica mujer de negocios en el Nueva York de los años veinte, que descubre cerró el peor trato de su vida casándose con su marido, un vividor sin escrúpulos. Cuando además descubre que tiene una amante, decide pagarle con la misma moneda buscando a un hombre que la haga vivir todo cuanto no pudo vivir con él. Cuando el protagonista aparece en escena tras dos años en California, ella y su amiga íntima, Phyllis, se dan cuenta de que ese es el hombre cuya llegada han estado esperando. Sin embargo, lo que sucede desborda sus expectativas, momento tras el cual los acontecimientos se precipitarán dramáticamente no bien el marido vea peligrar su status y todo lo que logró casándose con Verity Wetherby.
Al margen del argumento, la novela tiene un trasfondo, porque es un homenaje a los años veinte: no creo que vuelva a gozar de una inspiración como la que tuve cuando escribí esa novela. Para mí, es la mejor que he hecho, aunque todas tienen su propia alma y alguna virtud capital.
Sigamos con “Camp Red Valley”. ¿Qué nos puedes decir de ella?
De Camp Red Valley puedo decir que, de mis novelas de terror, es la que más me gusta; quizá porque, como decía Agatha Christie, la tristeza es la cuna de la inspiración de todo escritor, y yo, en el año que escribí Camp Red Valley, estaba deprimido. Por resumirlo de algún modo, me había enamorado de un imposible, y cada día languidecía un poco más: la cosa pintaba mal, así que cogí la máquina de escribir e hice una historia en la que ella y yo siempre estuviéramos juntos. Traduje la novela al inglés malamente sólo para que ella pudiera leerla y supiera que yo existía. Y a través de la novela, le dije que la quería.
Camp Red Valley es la historia de un campamento de verano que un monitor veterano, Dan Brouwer, compra tras haber estado cuatro años abandonado a causa de una tragedia ocurrida cuatro años atrás, en 1970, desoyendo las advertencia de todo el pueblo. Con él viene una amiga, Christine, otra monitora, y nueve campistas, ya que el campamento sólo puede reabrir parcialmente al no haberle dado tiempo a Dan a repararlo por completo. Lo que sucede entonces no es la clásica historia de terror de un asesino en un campamento, porque el origen del terror es sobrenatural. Así di lugar a una novela bastante terrorífica, ambientada en los años setenta, con un personaje que era yo y una monitora que era mi amor platónico, y que, a tenor de lo que me han dicho quienes la han leído, “es como estar en un campamento de verdad”. Me alegra que les parezca tan realista, porque nunca estuve en un campamento.
Y ahora hablemos de tu obra más reciente, “Pavor en la noche”.
Es un homenaje al cine negro de los años cuarenta, de hecho está ambientada en ellos; es mi única novela negra, aunque reciente es su publicación; en verdad fue de las primeras que escribí, antes de pasar años en un cajón y luego digitalizarla para mandarla a las editoriales. La publicó una editorial pequeñita, Ediciones Unamuno. Es la historia de una pareja muy amante que compra una casa en Youngstown para vivir su matrimonio y la encuentra tal y como la dejaron los anteriores propietarios, así como el retrato de una mujer muy parecida a la protagonista en la chimenea: el averiguar que en esa calle hubo un crimen un año antes que quedó sin resolver les lleva a preguntarse si no sucedería en esa casa y comienzan a investigar. A partir de ahí la novela de suspense va convirtiéndose en una historia de terror psicológico, al mismo tiempo que trato de transmitir la esencia y el espíritu de los años cuarenta. Las películas que me la inspiraron fueron tres: “El extraño”, “El sueño eterno” y “Perversidad”.
He dejado para el final tus ensayos: “La verdad sobre la igualdad sexual” y “El feminismo adulterado”. Cuéntanos cosas sobre ellos.
No es fácil, porque tienen mucha historia detrás. El primero lo empecé con veinte años y me pasé unos trece escribiéndolo. Es una obra en defensa de la igualdad sexual que analiza lo que tiene que ver con ella, abarcando desde el origen de la sujeción de la mujer, cómo se perpetuó mediante el esencialismo (crear diferencias entre los sexos que justifiquen esta sujeción y presentarlas como naturales para que se crean inevitables), pasando por la refutación de que las diferencias psicológicas provienen de la naturaleza mediante el asociacionismo psicológico, y yendo a terminar con el plano físico, en el que se muestra tras mucho análisis que las circunstancias sociales influyen en el cerebro (plasticidad) y en el cuerpo mucho más de lo que la mayoría de la gente cree, todo ello enriquecido por estudios y textos de nombres como Cordelia Fine, Lise Eliott, Rebecca Jordan Young… y sobre todo John Stuart Mill, al que casi siento como un amigo pese a que murió en 1873.
El segundo ensayo es controvertido y políticamente incorrecto, porque es una comparación del feminismo clásico, ilustrado, humanista, de la Primera y Segunda ola, que es el que yo profeso, con el actual de Tercera ola, el feminismo de género, que proviene del feminismo radical, con desastrosas consecuencias para este último: baste decir que las últimas cien páginas son referencias de estudios internacionales, más de seiscientos, que demuestran que la violencia en la pareja es bidireccional y simétrica en lugar de direccional y asimétrica como nos cuentan desde el Poder. Al contrario que el primer ensayo, este lo escribí en apenas cuatro meses. Ambos ensayos están disponibles en digital y en papel por la editorial Planeta Alvi.
Me gustaría incidir en tu faceta de ensayista. ¿Qué diferencia hay entre escribir novela y ensayo?
La escritura es un arte tan complejo que cada escritor podría contestar una cosa: lo que puedo decir por mí es que son dos géneros muy distintos. La novela es arte, puedes preocuparte por la forma, por la profundidad de los personajes, por la belleza de la trama o lo que quieras transmitir con ella. En cambio, un ensayo es mucho más funcional; no le importa ninguna de las anteriores cosas que le importan a la novela. Se trata de abordar un tema y hacer un análisis de él para llegar a una conclusión de la forma más clara posible. Por establecer una comparación “romántica” entre ambos, la novela es como una pareja que se conoce primero, con romance, con conquista, antes de pasar a lo que antes se llamaba el “amor físico”. Un ensayo no: el ensayo se parece más a una pareja que directamente va “al lío”. Tiene un estilo más neutro. Es la diferencia entre Flaubert y H.G Wells.
¿Qué te aporta cada uno de los dos formatos?
El ensayo lo escribo más por una obligación, no sé si para conmigo mismo o para con los demás, de aportar conclusiones a un determinado tema; es decir, que lo hago por deber. La única aportación, aunque importante, es la de inmortalizar mis inquietudes. Mi verdadera vocación es la novela, que escribo por necesidad. Me aporta reflejar lo que soy, mi forma de entender la vida, como también escapar a otros mundos y épocas donde meterme en la piel de uno de mis personajes y vivir aquello que hubiera querido vivir. Esa es la magia de la literatura: todo puede ser como tú quieres que sea.
Adelántanos ahora algún próximo proyecto.
Acababa de empezar una novela de terror que llevaba tiempo pidiendo ser escrita, cuando me he puesto a escribir otra que se me acaba de ocurrir, “Subject On Hold” (Asignatura pendiente). La culpa ha sido de un videojuego surcoreano, “Dark Corridors 2”. Es una historia de terror ambientada en una Universidad, lo que es un poco paradójico porque nunca fui buen estudiante y no conozco mucho ese mundo.
Ya terminando, ¿esta entrevista te ha parecido divertida o aburrida?
Divertida, desde luego: tiene las preguntas perfectas para que los lectores conozcan a un escritor.
Y ya para terminar, ¿puedes mandar un saludo a nuestros lectores?
Un saludo a los lectores de Entretanto Magazine. Gracias por estar ahí todas las semanas y por interesaros por los nuevos escritores que van surgiendo en la literatura.