Cosas de la edad, de Guillaume Canet

Lo que se conoce como autoficción, muy en boga en literatura (Paul Auster puede ser considerado el maestro internacional; Enrique Vila Matas, el nacional) llega también al cine. El director y actor francés Guillaume Canet (Boulogne-Billancourt, 1973) se interpreta a sí mismo en esta descacharrante comedia dirigida e interpretada por él mismo, por Marion Cotillard, su actual pareja, haciendo de Marion Cotillard, y el resto de actores interpretándose a sí mismos en una sarcástica historia cuyo eje es ese actor, Guillaume Canet, que cree no estar de moda, haber perdido su sex-appeal, no ganar el César al mejor actor (en realidad lo ganó) porque está mayor (pero sí Marion Cotillard), que se ve viejo sin serlo y está harto de que lo encasillen en papeles de padre de la chica, la deliciosa Camille Rowe (ella es quien lo apuntilla al decirle que ya no estás rock’n roll ni en la lista de los actores más deseados), y opta por una solución radical (botox, anabolizantes, musculación vigoréxica y musculatura de gimnasio) que lo convierte en un monstruo parecido a Hulk y le abre las puertas del mercado americano.

No le falta cierta razón a Guillaume Canet en su film denuncia de la paranoia sobre el físico que se extiende como un virus y está clonando un montón de caras del mundo del espectáculo a base de convertirlas en máscaras inexpresivas, y no hay nada mejor en el terreno del humor que reírse de sí mismo siempre que se tenga la suficiente gracia. La comedia es uno de los géneros más complejos y difíciles, y ahí el esforzado Guillaume Canet, a pesar de que cuenta con la complicidad de Marion Cotillard (el mejor gag del film es el acento quebequés que imposta para conseguir un papel que le ofrece el director canadiense Xavier Dollan y contagia a su marido) suspende en toda regla.

Si la película se deja ver con alguna que otra sonrisa en esa parte que gira alrededor del rodaje del melodrama padre/hija que interpretan Guillaume Canet y Camille Rowe, en cuanto éste se convierte en Hulk pierde el norte y pasa a lo grotesco. La calidad media del cine francés, antes indiscutible, deja mucho que desear últimamente.  Cosas de la edad (el título original Rock’n Roll, y ahí está Johnny Hallyday en su última aparición) es un ejemplo de ello.

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