Las perlas de la 65 edición del Festival de San Sebastián
Este, y quiero subrayarlo y por ello felicitar a los que han seleccionado las películas, es el mejor festival de cine de Sam Sebastián al que he asistido. Uno no es Dios, que puede estar en todas partes, y me he perdido, por ejemplo, el último trabajo de Wim Wenders “Inmersión”, que inauguró el festival y espero recuperar en su estreno en las salas comerciales. Ha habido, a pesar de la alta calidad media, sonadas decepciones con “Mother!” de Darrem Arofnosky, un desbarre absoluto en su último tramo, o el film de Todd Haynes “Wonderstruck”, insufrible. He echado en falta buen cine francés o chino. Me ha sorprendido la ausencia en el certamen de la cinematografía iraní.
Y aquí mi listado de films imprescindibles de esta 65 edición.
“Loveless” de Andrey Zvyagintsev. No es una sorpresa y este es uno de los mejores films del director ruso. Una película magistral sobre la víctima inocente del desamor que cala en la conciencia y perdura en la cabeza, un retrato desolador de la Rusia presente rodado con una bella austeridad e interpretaciones sobresalientes.
“El capitán’ de Robert Schwentke. Un film alemán sobre un desertor forajido que campó a sus anchas con su banda ultraviolenta en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Extraordinariamente bien filmada y fotografiado en blanco y negro.
“Beyon Words” de Urszula Antoniak. La aportación polaca al festival. Virtuosismo cinematográfico y fotográfico en blanco y negro con el tema de fondo de la emigración y el desencuentro padre / hijo.
“Happy End” de Michael Haneke no llega a las cotas de emoción conseguidas en “Amor”, pero el director austriaco nos ofrece una lección magistral de hacer cine y un humor corrosivo con tres de los protagonistas de su anterior película para pergeñar el retrato de la descomposición imparable de una familia burguesa.
“Pororoca” de Constantín Popesco es un film demoledor sobre algo tan doloroso como el secuestro de un hijo y la reacción de ese padre. Moroso film rumano hasta el brutal estallido final que retrata a la perfección la angustia creciente que provoca ese drama.
“La vida y nada más” de Antonio Méndez Esparza, o como un director de cine español es capaz de armar una película en Estados Unidos sobre un tema muy candente, la exclusión social de la población afroamericana, sin impostar y emocionando con actores no profesionales.