Botines de cuero español: CÁNTICO DE ESPARTO, de Edi Tachera
Por Emilio Losada
Aún cándidas las almas, espídico el ademán, dinámica es la noche, la jarana se inicia con el ocaso en los bares del Arenal y muere a eso del mediodía, copazo de Arenas seco en ristre, ante la destartalada fachada del bar El Postigo, más conocido como El Putas, de la Loli y el Antonio, benditos sean por siempre, estupendos los recesos, las chácharas, los sándwiches vegetales del mágico Abdón, prestos a aliviar el estrago del hachís apaleado, ingenuas empero esperanzadoras las adhesiones a la causa en la esquina del fondo de la barra principal del todavía incipiente Fun Club, es la era de las centraminas y los secantes, se piensa rápido y se habla con la boca y con los ojos, y que si jijí y jajá por aquí, que si jijí y jajá por allá y vamos que nos vamos de bar en bar, el zigzag acrecentándose conforme van pasando torpes las horas, se vandaliza, pero se vandaliza poco, acaso unos gráciles puntapiés a algún desubicado contenedor de basura que fracasan en su afán de aplacar fulgores postadolescentes, los botines, siempre de tacón cubano, cuero autóctono, claro está, nada de Chelseas, las deportivas, John Smith, of course, qué coño es eso de las Converse, ambos calzados conforman una suerte de domicilio ambulante, casi nadie tiene todavía nido independiente, en una de aquéllas conoces al Tachera, cantante y embrionario bate, inevitable la conexión, estáis rodeados de músicos por todas partes y los músicos, esto es un secreto a voces, en realidad son unos tipos aburridos hasta el bostezo que sólo hablan de música, con el tiempo cualquiera se acaba dando cuenta, pero con el Tachera es otro cantar, Baudelaire o Cernuda se entremezclan en el palique con los Kinks o con los Stones de Brian, buena cosa, eso te va, y en esto que el guitarra solista de su banda se va a hacer las Italias, más bien se va tras el culo de una italiana, concupiscente de él, y a ti se te insta a sustituirlo, aceptas, un año dura la jugada, se intensifica entonces el blablablá con el cabeza del grupo, urdís libros futuros a lo largo y ancho de los pueblos y ciudades de Andalucía, van surgiendo versos al efecto en la carretera, en plena farra o en pensiones baratas, y en la ciudad, pues todo bien en la ciudad, gracias, al menos de momento, se suceden los desmadres, las chicas compartidas, hay alguna que otra trifulca al respecto, ninguna seria aún, noches inolvidables, como para enmarcar, empalmes más inolvidables todavía, el empalme es lo mejor de la farra, sostienes, y no eres el único, no hay años de victoria, sí mañanas de fervorosa embriaguez, que si no son pequeñas victorias mucho se le parecen, pero todo tiene su fin, que decían los Módulos, ya con las gafas de sol encasquetadas os vais retirando tras los abrazos pertinentes o a la rigurosa francesa, allá cada cual con su protocolo, son agradables los inicios del caos, pero poco a poco la cosa se va deteriorando, entra duro la cocaína en Sevilla, o más bien un sucedáneo de cocaína, y así hasta hoy, el pérfido engrudo poco a poco hace mella, las pandillas se cierran más si cabe, es muy puta Sevilla para las pandillas, otro secreto a voces, se semiprivatizan los excusados de los bares, empiezan los malentendidos, se afianza el desapego, tú vas por libre, te va el baile como al que más pero no eres de clanes, eres un crítico, un hostil, un negativo, y eso no lo toleran muchos a los que el ciego no les deja ver más allá de sus narices empolvadas, sweet home ostracismo, qué diantre, tienes tu verdad, ellos tienen la suya, aquí guerra y después gloria, se inaugura una época de profundo distanciamiento, y que si patatín que si patatán, ya ves que te ha vuelto a pasar, devaneaste, por peteneras siempre me sales, chaval, vale, sí, esta vez puede que haya motivo para ello, o un motivo a medias, más bien, sin duda haber compadreado a conciencia con un autor ayuda a comprender y hacer comprender su obra, pero para reivindicar las bondades de este Cántico de esparto te podías haber ahorrado la retahíla, sabes que no es necesaria la presencia en el lugar del crimen cuando un texto se defiende solo, menos aun cuando los versos que conforman el poemario que nos ocupa andan tan apegados al presente, un poemario muy social éste realmente, sucinto, elevado y lenguaraz, tan sólo la suerte de adelantado obituario para consigo bastaría para desacreditar la totalidad de la producción de cualquiera de los pipiolos juntacaracteres adscritos a la nueva poesía de mierda, precisamente son éstos los que deberían dignarse a leer Cántico de esparto, igual se les pegaba algo, descubrirían que el auténtico feedback no precisa de corazoncitos, guiños alopécicos o pulgares hacia arriba, pero no lo harán, seguro que no lo harán, viven una realidad paralela sufragada por el bolsillo de sus progenitores, tasan la calidad de una obra artística por el número de descargas en Amazon, creen que lo de Facebook es publicar, la insidia del entramado no les afecta lo más mínimo, locuaces los hay en todas las edades, mantengamos la esperanza de que los más avezados, nada hace suponer que no los haya, se tropiecen con esta pequeña gema, aunque éste quizá sea un libro para curtidos, lo que está pasando hace demasiada mella en las peladas nalgas de los artistas de la mancillada generación de Tachera, los estragos derivados del putrefacto tinglado se asoman en cada una de las páginas de este preclaro cancionero subdividido a la sazón en cuatro pequeñas partes como cuatro soles, que diría un cursi o un contumaz, es una broma personal, una primera donde ahonda es esto mismo, en la mamandurria, en los pormenores de esa detestable añagaza urdida por los miserables que te mandaron a la puta calle a ti, a él, prácticamente a todo vuestro círculo, generación noqueada, ahora a duras penas recobrada de los golpes, reinventada sin el mínimo auxilio de los próceres, para qué insistir, tristemente asumida la cosa está, en la segunda aborda la faceta crápula, en la tercera la elucubración, el receso, el desaliento, y en la cuarta el amor que salva, que revitaliza, que recompone, aunque transite fugaz, como una de esas inquietas estrellas que no dan pie a clamar el deseo a satisfacer, y entonces hay que partir de cero, es lo que toca, o es que acaso el trasiego de las mentalidades sensibles no se reduce a una sucesión de comienzos, leído y releído el librito hay gazuza de más, así que sólo nos queda desear que el poeta siga alimentando a conciencia el cuero de sus viejos botines, no desista en su empeño de incurrir luces y sombras y se preste a contarnos la jugada tal y como ha hecho en este Cántico de esparto, y con respecto a los orgullos, lo que no reconcilien los orgullos que lo reconcilie el arte, y si no es suficiente con el arte, reivindiquemos nuestra condición de hermanos, puñeta, que de la familia uno no se puede librar tan fácilmente, y con los desencuentros, qué diablos, con los desencuentros, pelillos a la mar.
SIN PENA NI GLORIA
Mi única aspiración en la vida es morir sin pena ni
gloria.
Llorar en silencio
triunfar desapercibido
despedirnos sin narcisos.
Morir sin pena ni gloria.
Mientras ladra un perro callejero
en tañir la campana sombra.
Morir sin corona
con mi última canción desvanecida
bajo la ducha de una mujer cualquiera.
Acabado sin alharaca
ante un puñado de personas que saben dejarme en paz
sin pena ni gloria.
*
Edi Tachera