Escher, la magia matemática de un artista único
El 2 de febrero Arthemisia, organizadora de la exposición, junto a la MC Escher Foundation, traían al centro de la capital madrileña el surrealismo y la magia de Maurits Cornelis Escher (1898-1972), una de las figuras más atípicas y enigmáticas del arte de comienzos del siglo XX. Durante casi cinco meses la muestra se ha instalado en uno de los palacetes más emblemáticos y camaleónicos del centro de Madrid, el Palacio de Gaviria. Antes de que se esfume el hechizo, el próximo 24 de septiembre y el palacio cierre de nuevo sus puertas, recomendamos que os dejéis atrapar por la infinitud de sus grabados y composiciones hipnóticas.
200 obras, divididas en siete ámbitos, componen esta importante retrospectiva del genio que incluye trabajos tan reconocibles como Mano con esfera reflectante, Relatividad (o Casa con escaleras) y Belvedere, entre otras. La muestra se complementa con espacios de interacción con el visitante mediante juegos visuales, recursos educativos y otros materiales y piezas (cómics, discos, películas y series) que permiten profundizar y comprender la complejidad de una extensa obra repleta de conceptos abstractos y tramposos para el ojo humano, así como de una alargada influencia artística y cultural.
Para adentrarse debidamente en el universo “Escheriano” el recorrido invita a hacer una primera parada en el vídeo resumen de la biografía de este artista que, si bien no fue precisamente brillante en la escuela, su mundo interior bullía entre líneas sin fin y perspectivas rupturistas. Escher es el paradigma de genio que puede permitirse cierta desidia en las imposiciones sociales externas y en cambio, la más elevada autoexigencia y capacidad de exploración de su mundo interior.
Y es que en la cabeza de Escher fluían perspectivas inimaginables, líneas, figuras geométricas y procesos que fueron el germen de lo que hoy los ordenadores hacen de forma automática y casi sin esfuerzo. No hay que olvidar que Escher realizaba principalmente xilografías, usando una simple gubia sobre una plancha de madera y tinta o litografías con impresión sobre piedra, es decir, técnicas totalmente manuales. Sus primeras xilografías bebieron de ese arte “menor” surgido a comienzos del siglo XX llamado Art Nouveau inspirado en las formas geométricas y orgánicas de la naturaleza, a menudo llevadas a las artes decorativas y la arquitectura, y que acabarían siendo una constante en su carrera.
Influencias mediterráneas
Fue precisamente en sus viajes a Italia y España donde Escher se dejó cautivar por las figuras orgánicas y abstractas para plasmarlas en sus famosas teselaciones. Escher se enamoró literalmente del país trasalpino -allí conoció a su esposa Jetta Umiker – y así comenzó una serie de grabados en los que plasma verdadera devoción por la belleza de los pueblos italianos del sur al borde de acantilados, otros enclavados en paisajes montañosos, los ubicados en la apacible Toscana y los paisajes nocturnos de la arquitectura de Roma.
Más tarde, sus viajes por España, y en concreto el influjo de la arquitectura islámica de Córdoba, la Alhambra de Granada y Toledo serían determinantes en sus composiciones de división regular en el plano y la figuración sin fin (animales reales y mitológicos y otras formas naturales y geométricas) en obras que no dejaban un solo espacio en blanco y que darían lugar en otra etapa de su obra a las famosas teselaciones metamórficas como Día y Noche o Encuentro, donde el optimismo y el pesimismo aparecen representados en forma humana en un bucle que finalmente armoniza dándose la mano.
Genio reconocido
Las teselaciones y la fascinación de Escher por la geometría, los efectos provocados por las ondas, cristales y las esferas como en su autorretrato Mano con esfera reflectante, dan buena cuenta de que su mente se movió más por las leyes matemáticas y de que sus representaciones constituyeron un constante desafío a la física. Es precisamente esta particularidad la que ha hecho que la obra y la figura de Escher haya trascendido más allá de lo puramente artístico hasta llegar a la comunidad científica, con la que de hecho se relacionó de manera asidua y aún hoy genera debate. Como el famoso “efecto Droste” (una imagen dentro de otra imagen que se repite sin cesar) que trató de resolver, sin lograrlo, en varias de sus obras como en la famosa lata de cacao holandés de mismo nombre.
El influjo de Escher en la cultura pop
El legado de Escher es tal que hasta el visitante “más puro” se da cuenta de que algo hace clic en su cabeza para decirle “esto me suena haberlo visto”. Y así es, el universo de Escher ha calado profundamente en el imaginario colectivo gracias a su traslación a piezas artísticas y productos de la cultura popular, desde carátulas de discos como Ummagumma de los Pink Floyd, portadas y universos de cómics de Marvel, la publicidad, videojuegos y películas emblemáticas como Dentro del laberinto de Jim Henson (1986), las escaleras mágicas de Hogwarts en la saga de Harry Potter o en el ámbito televisivo, en Los Simpson.
Así pues, no dejéis pasar la oportunidad de visitar una exposición atípica y de dejaros llevar por la magia de universos surrealistas de este artista inclasificable dentro de la efervescencia artística y vanguardista que alumbró el pasado siglo. Escher se quedará en Madrid sólo dos semanas más para disfrutar de su completa retrospectiva en un emplazamiento que mutará (como sucede en muchas de sus obras), pero su particular universo os atrapará como dentro de una bola de cristal.