Empar Fernández radiografía de nuevo el dolor en «Maldita verdad»
Es Empar Fernández una escritora con una ya larga trayectoria dentro del panorama de la novela negra española en el que ha sabido forjarse un lugar indiscutible con una serie de novelas que escapan a los cánones tradicionales del género y huyen de todos sus tópicos, lo que la hace extraordinariamente original. Novela a novela, la escritora barcelonesa va configurando un corpus literario que gira en torno a la geografía del dolor cuyo territorio suele ser el ámbito familiar, así es que Maldita verdad ahonda en el camino de La mujer que no bajó del avión y La última llamada, ambas publicadas en la colección Off de la editorial Versátil, incidiendo en el aspecto psicológico de sus tramas y en lo que se esconde detrás de muertes aparentemente accidentales.
Maldita verdad es un thriller que gira en torno a Olga Bernabé, una mujer con un divorcio traumático que la ha dejado muy marcada (Yo no lo tuve tan fácil, quedé muy dolida, hecha polvo. Llegué a creer que no servía para nada, que no valía nada. No había sabido ni retener a mi marido. ¿Qué podía esperar?); su hijo Daniel, un muchacho de 17 años al que apenas conoce por su horario laboral intensivo en el hospital en el que trabaja; y un original investigador privado, Raúl Forcano, que descubre a lo largo de las leves 273 páginas de la novela esa maldita verdad escondida que no siempre es conveniente conocer.
Dibuja Empar Fernández sus personajes con una modélica precisión, a través de reacciones físicas mínimas, a esa Olga, una madre sumida en el dolor y en el desconcierto: Olga, encogida sobre sí misma, casi acurrucada para protegerse del relente, hacía bascular una pierna sobre los dedos de los pies. Era una forma de liberar el nerviosismo y de generar algo de calor; no hay investigadores infalibles sino un investigador en ciernes, Raúl Forcano, estudiante de criminología, que se toma el asunto como un desafío personal y ahonda en sus averiguaciones hasta llegar a la maldita verdad, buceando en las redes sociales o en la relación de Daniel con Lucas, su mejor amigo. Y no faltan personajes secundarios inquietantes, como el matón Spiderman, que lleva una araña tatuada en la piel y trata de impedir que las investigaciones de Raúl Forcano progresen con sus amenazas.
No le hace falta a Empar Fernández ningún tipo de truculencia para armar esta novela negra ejemplar que redondea sus dos anteriores publicadas en Versátil. La autora de Para que nunca amanezca, Hijos de la derrota, Mentiras capitales y Sin causa aparente, construye un relato muy anclado en los tiempos presentes en el que las redes sociales, y lo que se puede hacer desde ellas, acosos y difamaciones, cobra importancia. No descuida tampoco la escritora el entorno social en el que vivimos, la crisis que nos ha laminado económica y personalmente: Olga Bernabé, la mujer que había perdido a todos los hombres de su vida, cuyas larguísimas jornadas de trabajo le impiden estar más tiempo con su hijo Daniel para conocerlo mejor; o ese paisaje urbano desolador que nos ofrece la autora con apuntes precisos: Armados de barras de metal los primeros indigentes hurgaban en las entrañas de los contenedores.
Maldita verdad atrapa, está excelentemente escrita y deja un poso de dolor en el lector cuando cierra el libro. Sin duda es una de las mejores novelas de la escritora barcelonesa y el feliz alumbramiento de un personaje, el de Raúl Forcano, al que quizá veamos en las próximas.