Mia Madre, un homenaje a la Mamma

Shots from "Mia Madre"

 

Por Ana María Caballero

Nanni Moretti ha ido cediendo paulatinamente su cuota de protagonismo a otras caras reconocibles de su filmografía, quizá como un paso más en su madurez como director y debido al abordaje de personajes y temáticas alejados de aquellos que estaban hechos a su medida. Este es el caso de su última película, Mia Madre, un relato sobre el proceso de pérdida de un ser querido y el, casi siempre, complicado y exigente vínculo materno filial que se establece entre madres e hijas, representado aquí a lo largo de tres generaciones.

 

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Convertida en alter ego de Moretti, la actriz Margherita Buy lleva la voz cantante – y muy bien llevada – en este filme que tiene mucho de autobiográfico. Margherita (Buy) es una directora de películas de temática social que se encuentra en pleno rodaje de su última creación. Al tiempo que lidia con las pequeñas batallas laborales del día a día, Margherita se enfrenta en paralelo a otros procesos en su vida sentimental y familiar, a saber, la separación de su pareja, una hija en plena adolescencia y la enfermedad de su progenitora, ingresada en el hospital debido a un paulatino e inevitable deterioro.

En un ejercicio que peca quizá de cierta contención narrativa Moretti nos invita a acompañar a esta mujer de mediana edad por ese teatro de la vida lleno de drama y comedia, de saltos entre el realismo, la imaginación y los recuerdos de la experiencia vital de su protagonista. En ese sentido Moretti dota al filme de una especial sensibilidad sin caer en excesos melodramáticos y logra transmitir esa intimidad familiar que resulta tan cercana y reconocible, especialmente cuando tanto Margherita como su hermano (encarnado por Moretti) comparten momentos con la Mamma, interpretada por una estupenda Giulia Lazzarini.

 

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Esa triste etapa que le toca vivir a la protagonista, la de ir asimilando la marcha definitiva de una figura esencial y al fin y al cabo un referente,  se oxigena con su rutina en el trabajo donde la espontaneidad y lo estrambótico del personaje de John Turturro – un actor americano que busca dar un giro a su carrera en el cine europeo comprometido – arrancan una sonrisa y ofrece algunos de los momentos más simpáticos de la película.

Ahora bien, aunque Moretti es hábil y honesto en la forma de contar esta historia de sabores agridulces, ese deambular por lugares demasiados comunes, apoyado en una puesta en escena tan realista, no deja una huella indeleble. Tampoco deja llegar del todo al personaje de Margherita, una mujer más bien distante, y que conmueve en un par de escenas como cuando se desmorona al buscar unas facturas en casa de su madre. Aún así, hay que reconocer que Moretti ha cocinado su película ‘al dente’ y logra hacer llegar el mensaje de que ese show de la vida, con sus pérdidas y ganancias, debe continuar.

 

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