Una excusa, casi invisible, para descubrir un paisaje
Seguir los pasos del amenazado oso pardo por la comarca del Narcea (Asturias) puede ser sólo la excusa, casi siempre invisible, para descubrir uno de los parajes naturales mejor conservados de Europa.
Un paisaje y un paisanaje tan recónditos y desconocidos como espectaculares, que se han consolidado como uno de los mejores espacios para la supervivencia de uno de los mamíferos más amenazados del mundo.
Las costumbres, las tradiciones, los vestigios históricos, la gastronomía o la arquitectura popular enriquecen los mayores y mejor conservados robledales de Europa, los inquietantes y mágicos hayedos o los imponentes castaños que configuran este escenario natural, en el habitan más de 150 especies de vertebrados.
Fue esa simbiosis de la naturaleza con el hombre, la armonía entre el desarrollo económico y la conservación de los recursos naturales, lo que motivó hace quince años la declaración de Muniellos como
Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Y el propósito de que así siga siendo en el futuro es lo que ha justificado su inclusión en Natura 2000, la red de espacios protegidos más importante del mundo y con la que la UE pretende detener la pérdida de biodiversidad y asegurar la supervivencia de los hábitats y de las especies más valiosos.
Con las credenciales de esos recursos históricos, culturales y naturales trata de despegar el turismo, pero los alojamientos que explotan este modelo se han comprometido con el turismo sostenible y con la conservación del territorio.
Víctor García Rodríguez está frente de una de esas iniciativas empresariales (Quei Vitorino) que tratan de rentabilizar naturaleza, artesanía o tradición, convencido de la riqueza y de la excepcionalidad de las “experiencias” que se pueden vivir en esta comarca.
“No podemos entender la conservación de la naturaleza, tan abrupta y tan espectacular como la vemos aquí, sin atender los valores etnográficos, culturales y humanos que modelan este paisaje”, ha manifestado a EFE.
Sabe que adentrarse en el territorio del oso, con el difícil e improbable objetivo de verlo en libertad pero de una forma completamente respetuosa con su entorno, es solo el pretexto para descubrir ese paisaje espectacular, atalayas desde las que contemplar profundos valles, bosques maduros donde nunca ha intervenido el hombre y una singular flora con un elevado valor ecológico.
Es también la excusa para descubrir los valores culturales y etnográficos asociados a esta comarca; la característica gastronomía o la arquitectura tradicional de la zona, con las brañas, los hórreos o los cortines que todavía demuestran su utilidad en explotaciones agrarias o ganaderas.
puede serlo también para conocer oficios ancestrales casi extintos, como los que han conseguido conservar hasta hoy los alfareros, los “cesteiros” o los “cunqueiros”, artesanos de la madera que han fabricado durante siglos las vajillas utilizadas por las familias de la zona y que se popularizaron en toda la península.
El concepto de turismo activo, de turismo rural o el de ecoturismo, ha dado un paso más en Muniellos, donde se habla de “experiencias en la naturaleza”; de “viajes de autor”; un modelo plenamente compatible con la conservación del medio ambiente y que se está implantando sin alterar el entorno.
Víctor García recuerda que durante muchas décadas la minería ha sido el sustento casi único de muchas comarcas asturianas y leonesas; “pero hubo vida antes de la minería, y ahora estamos intentando recuperarla y potenciar aquellos valores naturales, culturales y etnográficos para generar un medio de vida en el que la gente pueda vivir dignamente en el sitio que quiere, sin irse de aquí”.
“No queremos prepararnos para irnos fuera, sino irnos fuera para prepararnos y volver a casa para hacer cosas en el sitio que quieres y del que eres, donde están tus raíces y donde lo vas a sentir más que nadie”. EFE
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