Life Feel Good, extraordinario drama de superación made in Polonia
por José Luis Muñoz
Life Feels Good fue una de las películas que causaron impacto por su calidad y emotividad en ese pequeño gran festival de cine que es el de Gijón. Es muy difícil ver una película polaca que no alcance, como mínimo, el notable alto. Polonia es sinónimo, casi indiscutible, de cinema de calidad; un país que ha dado realizadores extraordinarios como Andrej Wajda, Roman Polanski, Krystov Kielowski o Jerzy Skolomowski, y los sigue dando, y ahí están Pawell Pawlikowski, el director de la extraordinaria Ida, o Lech Majewski con El molino y la cruz. Así es que Life feels good, inspirada en un personaje real, y dirigida por Maciej Pieprzyca (Katowice, 1964) y con diez películas en su haber, es, una vez más, la demostración de que ese castigado país centroeuropeo tiene una de las mejores cinematografías del mundo.
De la mano del director, que cuenta con un guión perfecto escrito por él mismo en el que nada sobra ni falta, y un actor sencillamente extraordinario, Dawid Ogrodnik, galardonado con el premio a la mejor interpretación del festival asturiano, que interpreta a Mateusz, aquejado por parálisis cerebral, asistimos a la lucha titánica de este discapacitado por ser reconocido como ser humano y no un vegetal. Dividida en pequeños capítulos, Mateusz nos habla de su infancia, de su relación entrañable con su padre, al que se refiere como el mago por lo inventivo y fantasioso que era; la vida que ve transcurrir a través de su ventana, como el protagonista de La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, atisbando la de los demás tras los visillos de las casas; su tierna relación con una vecina que se convertirá en su amiga; su internamiento en un hospital para discapacitados mentales cuando falta el padre; su enamoramiento de una cuidadora que lo trata con exquisita ternura; su aprendizaje de un sistema de signos que le permite decir, por fin, lo que siempre quiso y no pudo a su madre: No soy un vegetal. Mateusz es un ser sensible que requiere afecto, tiene impulsos sexuales—Las estrellas y las tetas son lo mejor que ha creado Dios—y unas inmensas ganas de vivir a pesar de la dificultad para moverse y comunicarse.
Maciej Pieprzyca, en este su segundo trabajo cinematográfico tras una experiencia como documentalista, se sirve de la irónica voz en off del protagonista de su película, el monólogo interior que nadie oye salvo él, para narrar este relato de superación sustentado con ajustados movimientos de cámara, una excelente fotografía y bien musicado.
Sin caer en lo lacrimógeno, Life feels good tiene momentos tan emotivos como cuando su cuidadora pone la retorcida mano de Mateusz sobre su pecho, su doloroso llanto cuando es abandonado por quien él creía era su novia o su gemido de júbilo cuando consigue comunicar que es persona que piensa y siente.
Cine con mayúsculas, magistral y humano.