Salinger, Cuba y Barcelona en una novela negra tropical

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La editorial Atmósfera Literaria, centrada en autores latinoamericanos, publica Propuesta para matar a Salinger, del escritor cubano Osvaldo-Antonio Ramirez (Sancti Spíritus, 1956)—El fantasma del camino de San José, Las razones del silencio, Dios salve a Numancia, Abejas en los zapatos, Instrucciones para desobedecer al padre—, novela que quedó entre las finalistas del premio Fernando Lara en 2007, una narración protagonizada por Yo, en una primerísima persona del presente, y que sigue los vericuetos vitales de un buscavidas, escritor a tiempo parcial, colaborador de la Seguridad del Estado para la que es el agente Salinger, y emigrante forzado a España, en donde tiene que trabajar desatascando cloacas, y peregrino en permanente huida.

 

Cuba y el exilio, mu presentes en la última novela de Osvaldo-Antonio Ramírez.

Cuba y el exilio, mu presentes en la última novela de Osvaldo-Antonio Ramírez.

 

No puedo fallar, pienso cuando lo veo entrar en la cafetería y luego, a través de los cristales, acomodarse en una de las banquetas. La mirada no me engaña: hombre solo a esta hora de la madrugada, husmeando en la resaca humana de los bares, es un cazador, como yo, sólo que seguimos presas diferentes.

Dibuja con precisión Osvaldo Antonio Ramírez a su personaje central, al mismo tiempo que quedan desdibujados los que le rodean, quizá, precisamente, para que sea Yo, la centralidad absoluta. No tenía facha de mendigo, propiamente dicho, porque utilizaba el baño de diferentes bares y allí me aseaba y componía lo mejor posible.

 

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Los pasajes sexuales de «Propuesta para matar a Salinger» tienen consistencia literaria.

 

Abunda en la novela una cierta poética de lo noir, sin que la novela sea, propiamente dicha, una novela negra canónica sino fruto de un mestizaje genérico, pero sí tiene su atmósfera. El caído (no un ángel, o tal vez sí, nunca lo sabremos) tenía los ojos y la boca tan abiertos que parecían abismos. Metí el cañón entre los dientes y apreté contra la garganta. Un quejido gutural se le escapó. Hizo un gesto desesperado para aferrarse a la vida, sus dedos de simio se enroscaron en mi cuello, comenzaba a faltarme el aire, la noche se tornaba azulosa en la misma medida que mis ojos perdían lucidez, pero justo en el instante en que la noche se tornaba gris, mi brazo saltó.

Se recrea el autor con el erotismo tropicalista, tan propio de los escritores cubanos, en la línea de Pedro Juan Gutiérrez, aunque suavizando el sexo tan descarnado del autor de Trilogía sucia de La Habana. Carmela seguía con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Introduje primero el dedo índice y luego el del medio, comencé a moverlos de afuera hacia adentro y en círculos y hacia los lados y como pude hasta que ella sacudió las piernas y me pegó un manotazo y se fue.

 

El escritor cubano Osvaldo-Antonio Ramírez

El escritor cubano Osvaldo-Antonio Ramírez

 

Cruzan la novela personajes femeninos hermosos y sensuales, como Anabel, Zura, Gedo, Julieta y Carmela, que pasan por los brazos de Yo, seductor y mujeriego. Me desabrochó el pantalón y corrió la bragueta con rabia. Ayudé levantando la pelvis para despegar el culo de la tierra. Tenía la verga flácida, pero mi cabeza rebullía de placer. La vi bajar y de pronto me sentí erecto en su boca.

Quizá sea en esas tórridas secuencias eróticas, perfectamente construidas, es donde el talento literario de Osvaldo Antonio Ramírez se haga más evidente. Bajó los pies y quedó sentada en el PROPUESTA PARA MATAR A SALINGERsillín, recostó los brazos al manubrio y la tela se despegó del cuerpo. Entonces se descubrieron por el túnel unas tetas capaces de provocar convulsiones, el ombligo perfectamente delineado y más abajo, en caída precipitada, la braga azul apretando un Monte de Venus abultado y simétrico.

Y tampoco falta en el libro ese desencantamiento hacia la revolución castrista, común entre los escritores que quedaron en la isla o los que tomaron el camino del exilio. —Después los errores fueron catastróficos—grité desde el baño mientras meaba—. La muerte del Che marcó el fin de la utopía. Luego, la entrada de los tanques rusos en Praga y el descalabro de la zafra de los diez millones.

Pero, la buena literatura que hay en el libro, a ramalazos intensos, no acaba de cuajar por su estructura caótica (la novela pierde fuelle en cuanto se adentra en Barcelona y abandona Cuba, en cuanto se exilia) y su dispersión temática, y la confusión narrativa acaba pasando factura a esta obra de título curioso y provocador.

 

 

 

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