El policía achaparrado de Oulu
Por Antonio Costa
Fotos: Consuelo de Arco
Había una procesión de personas de todas las clases. Eran todos los que ayudaron a construir Oulu a través de los siglos. Era el grupo de esculturas “Viaje en el tiempo”, de Sanna Koivisto , que se colocó en 2005 cerca del Ayuntamiento. Había un carpintero, un hombre de negocios, un marinero, un ama de casa cosiendo, un hombre trazando dibujos, un niño con la carpeta de los libros. Nos fijábamos en el niño, en su cara de asustado, en las castañas que llevaba en los bolsillos. Porque había que luchar contra los hielos, contra las tormentas, contra la nieve. Había que superar todos los obstáculos. Así se iba construyendo el país hora por hora. Era la epopeya de la construcción de un país, pero una epopeya lírica, con todos sus detalles, sus momentos, sus estados de ánimo. Una epopeya que se fijaba en cada persona diferente, en su integridad, en su carácter. Nos había parecido una escultura gigantesca en las fotos y al llegar allí resultaba bastante pequeña. Se veía la sucesión de figuras encima de una superficie de mármol, cada uno con una actitud distinta. Nos quedamos mucho rato mirando, fijándonos en todos los detalles. Uno se agachaba a abrocharse el zapato, otro se apartaba observando , una mujer sacaba un trozo de tela de su bolsa.
Estaba en una avenida lateral, delante de edificios representativos, que no tenían ese aire imponente que tienen en otras partes. Aquí los poderes parece que no te aplastan, que no se alejan de manera kafkiana, que no se convierten en abstracciones inhumanas. Aunque serán como en todas partes. Por cierto, nunca vimos un policía en toda Finlandia. El hecho de que la policía no se vea también significa mucho. Es significativo que no necesite verse, que no haga falta asustar a la gente para que se respeten unos a otros, para que no empiecen a destrozar las cosas. No será el paraíso, pero da una sensación de soltura, de que te dejan a tu aire. Y de que puedes confiar bastante.
Y para eso también sirve mirar el policía achaparrado de Oulu. Era lo que nos había parecido más simpático antes de ir. Al llegar ella lo fotografió por todas partes, en todas las posturas. Es un policía bajito, con una gorra plana, de proporciones chaparras, no está por encima de nosotros sino por debajo de nosotros, no nos grita sino que nos susurra. Parece un funcionario cualquiera, un repartidor de correos. Simplemente nos está recordando algo, pone un poco de orden en las cosas, no nos está amenazando. Las personas pasaban a su alrededor y lo sentían como un amigo y le hacían fotos y se quedaban mirando con una sonrisa. Tenía verdadera gracia y es mucho decir que un policía tenga gracia. Un país así, donde los policías no necesitan ponerse ceñudos, resulta acogedor.
El policía está en la Plaza del Mercado que se abre al mar completamente. Por un lado está el ayuntamiento y las cafeterías elegantes de colores y enfrente está el mar con los barcos que llegan de todas partes. El mar se mete por todas las esquinas en la ciudad, está presente en su corazón, se adentra por los canales, le da aire fresco y vitalismo . Oulu es la ciudad del diseño, pero no necesita romper la naturaleza. Aquí hay fábricas de alta tecnología, una industria boyante, y sin embargo no ves la fealdad aplastándote por todas partes y convirtiéndote en un insecto. Al contrario , hay un parque con las ruinas de un castillo , avenidas elegantes que llevan a la estación de tren, edificios con fantasías en el barrio del puerto. Paseamos por el parque y en la torre del castillo hay una librería y una cafetería en lo alto. Nos pasamos allí unas cuantas horas mirando los secretos de la ciudad. La empleada me pregunta de donde soy y me dice que ha vivido años en Andalucía. Y se emociona porque yo venga de España y muestra esa simpatía de las personas abiertas que conocen otros mundos. Nos quedamos entre los recovecos y las galerías de aquel café y disfrutamos la tarde plácidamente. Es glorioso tomar café en medio de un viaje, café intenso y sabroso, nada de infusiones etéreas, café con libros en papel que huelan a ideas.
Cuando llegamos a Oulu estaba lloviendo y parecía un comienzo adusto para esta ciudad mágica del norte, que mezcla la técnica con la imaginación, las ocurrencias con el progreso, el misterio del norte con los avances del sur. Vamos corriendo bajo la lluvia y nos metemos en una pastelería donde nos llenamos deliciosamente. Ni pensábamos estar en esta ciudad , pero se nos acabaron las ideas en Rovaniemi y por sorpresa decidimos ir avanzando hacia el sur. De modo que la cogemos de forma ligera e inesperada, y por eso quedará en nuestra mente , con esa gracia de lo que fulgura en tus ojos sin que estuviera planeado. Aquí se celebra un Festival de Guitarra Imaginaria, gente de todas partes imita los movimientos y contorsiones de tocar la guitarra pero no suena nada. Me parece la ocurrencia más loca y graciosa de un país que tiene montones de melancolías graciosas. Y hay una orquesta de gritos. Y tiene locales de tango, pero no supe ubicarlos. Y es toda una fantasía dedicarse al tango en las proximidades de Laponia.