Infecciones hospitalarias, el enemigo en casa
Bacterias letales como la Clostridium difficile, bacilos gram negativos multirresistentes, hongos y neumonías asociadas a ventilación mecánica, son algunos ejemplos de infecciones que se pueden contraer en un hospital. Alrededor del 5% de las personas ingresadas en uno de estos centros resultan contagiadas por una infección nosocomial que, en algunos casos, puede acabar en muerte. En España, que está cerca de la media europea en este problema, se está intentando mejorar el diagnóstico y el control.
Actualmente, la única medida de control de transmisión de bacterias entre los trabajadores sanitarios es lavarse las manos. / Fotolia
Hace un par de meses, en Canadá se llevó a cabo un curioso, pero pertinente, debate: ¿Hay que permitir el trasplante fecal?
En casos de grave infección de la bacteria Clostridium difficile (C.diff), el trasplante mediante una sonda conectada directamente al estómago del paciente de una infusión realizada con heces de alguien cercano ha resultado efectivo entre el 83% y el 94% de los casos, según un reciente estudio publicado en la revista NEJM. Hasta entonces ningún tratamiento había dado tan buen resultado. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad canadiense cree que, debido a sus riesgos, la terapia fecal debe seguir restringida a ensayos clínicos.
El trasplante de una infusión realizada con heces de alguien cercano ha resultado efectivo entre el 83% y el 94% de los casos
Aunque todo esto puede resultar anecdótico, la verdadera noticia está en que muchas de estas bacterias están desarrollando cepas resistentes a ciertos antibióticos. En el caso de la Clostridium difficile, suele aparecer tras tratamientos prolongados con antibióticos, que destruyen buena parstete de la flora intestinal, dejando a la C.diff a sus anchas. Y lo verdaderamente grave es que este tipo de infecciones son contraídas en hospitales y centros de salud, lo que se conoce como infección nosocomial, del latin nosocomīum: hospital de enfermos.
Al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha puesto en marcha un plan para reducir el número de infecciones de bacterias resistentes contraídas en los hospitales. Las autoridades estadounidenses calculan que uno de cada 20 pacientes contrae una infección de este tipo. En total, dos millones de infectados y 23.000 muertes al año, una cifra del CDC que algunos expertos estiman como conservadora.
Situación en España
¿Y en España? Desde hace más de veinte años, en nuestro país se realiza un corte de prevalencia, conocido como Estudio Epine. Este trabajo mide, en un día de cada año, la situación de los hospitales españoles en cuanto a infecciones adquiridas dentro de los centros sanitarios: cuántas hay, de qué tipo o a qué pacientes afectan.
Gracias a este y otros estudios, sabemos que nuestro país se sitúa cerca de la media europea en cuanto a incidencia de infecciones nosocomiales. El porcentaje fue del 5,6% en 2014. La cuestión es, ¿son esos resultados precisos? Para el doctor Emilio Bouza, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, “hay países que tienen mucha mayor incidencia que nosotros y otros menos, pero este tema posiblemente tiene que ver más con la intensidad de búsqueda que se hace”, comenta a Sinc.
España se sitúa cerca de la media europea en cuanto a incidencia de infecciones nosocomiales
Su grupo ha elaborado los primeros estudios nacionales sobre el tema, con el objetivo de establecer cuál es la frecuencia de casos desapercibidos, es decir, cuál es realmente la tasa de infradiagnóstico. “En España, en el primer estudio nacional que hicimos, era de dos tercios, es decir, solo uno de cada tres casos que realmente existía en un hospital acababa siendo diagnosticado”, dice Bouza.
Un modelo imitado por otros países europeos
La parte positiva es que, al repetir el estudio más recientemente, demostraron que, dentro de un hospital, “en cuatro años se puede mejorar tanto la situación como para reducir el infradiagnóstico a un tercio”, dice Bouza. De hecho, otros países europeos están aplicando ya ese modelo de estudio de infecciones nosocomiales desarrollado por Bouza y su equipo.
“En la medida en que esa sensibilidad de los laboratorios va aumentando, diagnosticamos muchos más casos. Y hay una cierta proyección en la literatura médica que indica que están aumentando mucho, nosotros no sabemos si está aumentando o se están descubriendo. Yo lo atribuyo a que hay un componente muy importante de mejor alerta”.
El hospital Gregorio Marañón realiza un plan anual que plasma en cifras y en dinero la recurrencia y el coste de estas infecciones
Volviendo al Clostridium difficile. Por supuesto, esta infección también se contrae en hospitales españoles. En caso de padecer diarrea mientras se está ingresado, esta bacteria es una firme candidata. Incluso, en algunos hospitales, figura como la infección nosocomial más recurrente.
En cuanto al trasplante fecal, dice Bouza que en el Gregorio Marañón “lo usamos poco. Lo estamos haciendo sólo muy recientemente, cuando hay casos que van muy mal”.
Durante años, España ha tenido suerte de no padecer algunas de las cepas más agresivas, como las que ha habido en EEUU, o la llamada cepa 027 de Canadá, que hasta hace poco no entró en nuestro país. “El problema de C.Diff es que a pesar de la frecuencia que tiene, hay muchos médicos que no piensan en este problema. Además, algunos servicios de microbiología no tienen la mejor tecnología y les puede pasar desapercibido”, confiesa este médico.
Resistencia a los antibióticos
Por supuesto, la resistencia a los antibióticos también es crucial aquí, aunque Bouza matiza su influencia. “Tiene mucho que ver con alterar la flora intestinal con antibióticos, pero buscando esto con mucho más detalle, hemos visto que aunque el antibiótico es un factor importantísimo, puede estar ausente en el 20% o 30% de los casos”.
Aunque no es un tema muy comentado, la infección nosocomial sí es un asunto cada vez más vigilado en los hospitales españoles. El Gregorio Marañón, por ejemplo, realiza un plan anual llamado Prevenga que plasma en cifras y en dinero la recurrencia y el coste de estas infecciones.
“Existen varios problemas graves, uno de los cuales es Clostridium difficile, grave por frecuencia y por morbilidad; también, con los estaphilos resistentes a la meticilina; los bacilos gram negativos multirresistentes. Sin olvidar, las infecciones por hongos, las de catéter y las neumonías asociadas a ventilación mecánica… hay un elenco de microorganismos y entidades que controlamos y frente a las cuales tenemos modelos de lucha”, dice Bouza.
Un estudio reciente, publicado en PLoS, del Instituto de Salud e Investigación Médica francés (INSERM) empleó sensores precisamente para medir cómo estas infecciones se extienden por el hospital. El autor principal, Thomas Obadia, comenta a Sinc que “más que en la infección, nos hemos centrado en la colonización del MRSA (estafilococo áureo resistente a la meticilina), así como del resto de estafilococos. La diferencia es que los individuos colonizados son más susceptibles a desarrollar después una infección. Por tanto, prevenir la colonización es una manera de evitar posteriores complicaciones”.
Medidas de control
Actualmente, la única medida de control de transmisión de bacterias entre los trabajadores sanitarios es lavarse las manos. “Hay mucha investigación sobre el cumplimiento de las medidas de higiene en función del grado de ocupación del hospital, la hora del día o el tipo de cuidados. Pero otra forma de investigar este asunto sería ver cómo se producen los contactos dentro del hospital, identificar reservorios que tengan más posibilidades de transmitir que otros individuos”, dice Obadia. “Además, prevenir la expansión es una forma de evitar que se diseminen las bacterias resistentes, más que tratándolas con antibióticos contra los que pueden desarrollarar algún tipo de resistencia”.
La infección del catéter tiene hasta un 10% de mortalidad y la neumonía del ventilador, un 30%
Sobre los cambios que harían en la legislación para evitar los contagios, Obadia dice que “no puedo comentarlo ahora mismo porque es un estudio en desarrollo que esperamos publicar en otro artículo pronto. La idea principal es que los datos de áreas de contacto son ahora fáciles de registrar, y están relacionados con la transmisión. El siguiente paso será tratar de determinar normas y medidas concretas de prevención”.
Para Bouza, uno de los problemas de las infecciones nosocomiales es que no se han trasmitido de una forma objetivable y que las autoridades puedan tener en cuenta, o como él mismo dice, “lo técnico no lo entiende todo el mundo, lo económico, sí”.
Así, en un contexto de recortes en sanidad, una infección de catéter le cuesta al hospital 18.000 euros, una neumonía del ventilador mecánico casi 30.000 euros. Además, la infección del catéter tiene hasta un 10% de mortalidad y la neumonía del ventilador, un 30%. “Es cuestión de sumar episodios de estos en un hospital y ver qué coste supone en vidas y en dinero”, resume Bouza.