Andreu Martín retrata a un spanish psycho
por José Luis Muñoz
En su última novela, la larguísima, en su título, Los escupitajos de las cucarachas no llegan al séptimo sótano del pedestal donde se levanta mi estatua (Cientocuarenta, 2015), Andreu Martín, maestro indiscutible de la novela negra, retrata a un spanish psycho, muchos años después de que el norteamericano Breat Easton Ellis le hincara el diente a un brooker neoyorquino en American Psycho, un financiero psicópata llamado Germán Rojo, paradigma del corruptor, y hace así, justicia poética, porque de momento no queda otra, con esos depredadores insaciables que nos han laminado el estado de bienestar y se han llenado los bolsillos con el dinero ajeno. El que, además, convierta a su personaje en un asesino en serie y violador de putas, no está de más viendo el percal de lo que corre por el Fondo Monetario Internacional, sin ir más lejos.
Con una trama policial, en el que hay un policía forense de los mossos de esquadra, un periodista de investigación alejado de Eduardo Inda y una hermosa escort, Melba, la heroína de la función, un personaje al que el escritor barcelonés mima y por la que el lector siente un enorme cariño, la novela de Andreu Martín es una pataleta literaria frente a esta crisis financiera, más conocida como la estafa global, que se nos ha venido encima sin remisión y ha terminado por aplastarnos a todos. Andreu Martín vuelve por sus fueros, por el de sus novelas más duras, para relatarnos el día a día de un personaje desalmado y feroz para el que el resto de la humanidad no son más que cucarachas que no llegan con sus escupitajos al séptimo sótano de su pedestal.
Una novela tan entretenida como útil en estos tiempos de crisis en los que, al menos, no se nos niega el derecho al pataleo y a la indignación. Una lectura muy adecuada para todo aquel que ame la novela negra y busque en ella algo más que una evasión. Los delincuentes financieros (y ahí están las tarjetas black y sus oscuras utilizaciones) se comportan como tales en todos los ámbitos de su vida y un Andreu Martín, indignado, tira contra ellos con recortada y a bocajarro.