Con todas nuestras fuerzas, de Nils Tavernier
Por José Luis Muñoz
Enésima muestra del buen hacer del cine francés el que nos llega con esta película simpática, adscrita al género de superaciones, sobre una relación padre e hijo distantes que se acercan a través del deporte. Con todas nuestras fuerzas gira en torno a dos personajes, Julien (Fabien Héraud), un adolescente en silla de ruedas por parálisis cerebral, y su padre Paul Amblard (Jacques Gamblin), antiguo campeón de triatlón, amargado por haber sido despedido de su trabajo, cuya relación ha ido enfriándose a lo largo de los años. Cuando Julien le proponga a su padre el reto imposible de participar en una competición multidisciplinar llamada Ironman que se celebra en Niza, y que pocos atletas acaban enteros (natación, bicicleta de montaña y, de postre, una maratón), padre e hijo se acercarán.
Realiza este drama familiar Nils Tavernier (París, 1965), con experiencia como documentalista e hijo de ese gran realizador que es Bertrand Tavernier, responsable del guion con Laurent Bertoni y Pierre Leysseux, y construye sin dificultad una de esas películas emotivas, y llenas de humor (el entrenamiento previo padre e hijo), que llegan al corazón del espectador, sustentada por un impecable dibujo de todos los miembros de esa familia golpeada por la desgracia pero llena de coraje.
A día de hoy continúa asombrándome la capacidad que tiene el cine galo para hacer de pequeñas historias películas aceptables, y Todas nuestras fuerzas, interpretada por Jacques Gamblin, un actor carismático al que sin duda se recuerda como el taxista fumador de El primer día del resto de tu vida, Alexandra Lamy, que interpreta a la madre Claire Amblard, y Sophie de Fürst, la hermana, y sin duda el actor tetrapléjico Fabien Héraud, es un buen ejemplo de ello: emotividad a raudales, pero sin llegar al lagrimeo por el lagrimeo, en esa historia de padre e hijo que vuelven a estar unidos gracias al deporte.