Universo holográfico: enésima huida de la realidad.

Posted on 11 junio, 2015 By Sebastián Agulló Actualizados, Ciencia, portada

El Universo holográfico¹ vuelve a estar «de moda». ¿Es una teoría? ¿Es una conjetura puramente especulativa? ¿Es algo? Bien. Sin recurrir a un exceso de tecnicismos e información específica, pues al lector no-familiarizado con la Física Teórica le puede parecer ininteligible y/o sobrante, procederé a responder con toda la amenidad posible las cuestiones planteadas en este párrafo.

Matrix.

Universo holográfico, referente ligado al Principio holográfico². Si bien éste refiere, actualmente, a su versión más refinada, es decir, la que defienden los físicos teóricos Gerardus t’Hooft³ (Premio Nobel de Física en el año 1999), Leonard Susskind⁴ y Juan Martín Maldacena⁵ entre otros, las primeras especulaciones datan de 1986, J. D. Brown y Marc Henneux.

Cuestión de Semántica: necesidad de establecer un contexto o marco teórico en el cual las referencias cobren sentido; esta terna indisociable es la Teoría de Supercuerdas⁶. Fuera de esta teoría (o pseudo-teoría), hablar de un universo holográfico es totalmente absurdo. Sin embargo, ¿qué sucede con dicha teoría o pseudo-teoría?

A. Plano teórico. Desde un punto de vista epistemológico, la Teoría de Supercuerdas no es falsable⁷; ello implica hermetismo, mismos resultados aunque se cambien las premisas iniciales. En este plano, la Teoría de Supercuerdas tiene tanta o menos credibilidad que el psicoanálisis, ya sea freudiano, lacaniano o adleriano (por decir). Un constructo o artificio teórico que responde a todo usando teorías ad-hoc y argumentos circulares se sale del método científico⁸, luego, por deducción, no puede ser considerado «teoría».

B. Plano empírico. Hasta hoy no existe una sola evidencia de esta índole que confirme la Teoría de Supercuerdas; mas, los defensores de la misma escurren el bulto aludiendo que el tiempo les dará la razón, como ha pasado con otras conjeturas (ya no es riguroso hablar de teorías) cuya demostración fue cuestión de tiempo, valga la redundancia. Suena al Principio de Inducción Débil⁹, pero sobre este punto concreto añadiré unos datos a continuación*.

C. Plano fáctico. Aquí pudiere haber controversia, pues las ciencias fácticas¹⁰ son reales, funcionan y esto último lo demuestran a diario, manque nos pese a los cientistas. Sin embargo, ¿cabe atribuir algún tipo de verdad fáctica a una conjetura que falla estrepitosamente en la teoría? Por una parte es cierto que la prueba de falsabilidad no ostenta el rango del «determinante absoluto», aunque sí se puede considerar como un primer indicio para sospechar; por otra parte, la evidencia empírica resulta ser determinante, pero no está sujeta a un plazo preestablecido.

Dos últimos apuntes respecto al plano empírico*.

D. En el año 2009, el detector de ondas gravitacionales GEO 600¹¹ (Hannover, Alemania) registró algo que parecía ser lo ansiosamente buscado. Furor masivo: estamos ante la prueba de que el Universo es un gigantesco holograma. Meses más tarde se confirmó que se trataba de un error, es decir, lo registrado fue ruido, ya fuese causado por un pájaro o un golpe de viento. Nuestro universo no es todavía, formalmente, un holograma.

E. En el año 2014, el telescopio BICEP2¹² junto con datos del satélite Planck¹³ detectaron, casi sin un ápice de lugar para la duda, vestigios de ondas gravitacionales. Pero ese hallazgo no demostraba que el Universo es un gigantescto holograma: en todo caso pretendía ser un dato empírico que confirmase la Teoría del Big Bang y la Inflación Cósmica¹³. Tras múltiples investigaciones, a día de hoy se ha desechado esa hipótesis. No hay evidencias del Big Bang, no hay evidencias de la Inflación Cósmica… y, en ningún caso, hay evidencias de un Universo holográfico.

Conclusión. La teoría, pseudo-teoría, conjetura especulativa o hipótesis de un universo a modo de holograma sigue siendo, desde el formalismo científico, totalmente insostenible; sin embargo, el análisis que he llevado a cabo pretende hacer hincapié en un asunto muy concreto y tácticamente omitido. Universo holográfico, la realidad no es tal y como la percibimos, existimos en un plano inaccesible a los sentidos, sólo somos información generada por un ente (¿computador?) superior… ¿no da la sensación de utilizar las ciencias para hacer «cool» todas esas cuestiones que las religiones/ metafísicas clásicas ya no seducen?

Tiempos posmodernos o hipermodernos¹⁴, las tendencias New Age no dudan en echar mano de filosofías orientales (que no son filosofía, cuestión de etimología e historia), pseudo-ciencias varias, holismos, habladurías sobre el ser y la energía, etcétera; pero éstas tampoco dudan en echar mano de las ciencias siempre y cuando llenen los vacíos existenciales bajo el lema, por antonomasia, de Donde dije digo, digo Diego.

No me cabe duda que toda esta parafernalia sin fundamento sólo pretende ser un sustituto y substituto: hallar la felicidad puramente narcisista en bálsamos que pintan la realidad cual si fuera «Matrix», neo-creacionismo, enésima forma del nihilismo pidiendo auxilio al idealismo, a la fuerza, en virtud (o detrimento) de suavizar esa realidad materialista la cual, por cierto, es nuestra realidad hasta que se demuestre lo contrario.

Respuestas finales equivalen al apocalipsis de las ciencias. Aprender a encontrar momentos felices en la realidad, tan pura y cruda como parece y es; las apariencias engañan.

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Ciencia, cosmología, crítica, epistemología, Física, pseudo, superstición

Source: Sebastián Agulló

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