Rosa Montero: «La educación básica debe incluir ciencia y humanidades a partes iguales”
La periodista y escritora Rosa Montero (Madrid, 1951) presta su nombre al concurso científico-literario que organiza la Universidad de La Rioja para estudiantes de 3º y 4º de ESO y Bachillerato. La ridícula idea de no volver a verte es la novela de la autora madrileña, que gira en torno a la vida de Marie Curie y otros científicos de la época, en la que se han inspirado los concursantes que conocerán hoy el fallo del jurado. Montero rechaza la tradición costumbrista de la realidad y la aproxima a la ciencia y a la fantasía.
Rosa Montero, novelista apasionada de la ciencia. / Patricia A. Llaneza
Por Alejandro Galisteo / SINC
¿Cuánto sabe de ciencia Rosa Montero?
Muy poco por desgracia. La ciencia me encanta pero pertenezco a una generación que a los 14 años tenía que elegir entre letras y ciencias y desde ese momento no volvías a ver nada sobre la materia no elegida en toda la formación académica. Yo me decanté por las letras porque desde pequeña escribía y sentí que era lo mío, pero me interesa la ciencia y por mi cuenta siempre he leído libros de divulgación y sigo la actualidad científica. Pero el vacío que tengo en la formación académica provoca que en campos como la matemática, de una complejidad superior, me dificulte comprender determinados libros científicos.
«El diario de duelo de Marie Curie tras la muerte de su marido me dio una visión apasionada de su figura a la que suele verse como fría y controlada»
¿Cómo surgió su interés por Marie Curie para inspirarse en su novela La ridícula idea de no volver a verte?
Siempre me ha interesado su figura. De hecho, en un libro que escribí hace en torno a 20 años, Historias de mujeres, ya me refiero a ella. Es un personaje fascinante. Ella entró en mi novela La ridícula idea de no volver a verte por casualidad. Mi editora me envió un pequeñísimo diario de duelo que escribió Curie de 28 páginas en el año siguiente a la muerte de su marido. Es un alarido de dolor. Mi editora lo quería publicar en una colección de libros pequeños y me pidió que escribiera el prólogo. En el mismo momento en que leí el diario, me di cuenta de que daba una visión totalmente apasionada de Marie Curie a la que suele verse como fría, hermética y controlada. Pensé que quería hacer otra cosa con ese texto. Quería reflexionar sobre la enorme personalidad de la científica polaca y adentrarme en una serie de ideas que venían dándome vueltas a la cabeza desde hacía tres o cuatro años. Pensamientos y reflexiones sobre la vida. Sobre como aprender a vivir mejor, sobre cómo llegar a cierta personalidad y rebotar estos pensamientos en ella para poder analizarlos mejor.
¿Ha sido difícil documentarse y comprender el trabajo y la vida de esta científica para escribir su novela?
No ha sido difícil, al contrario, fue fascinante. Leí varias biografías sobre su vida y con ellas hice algo que me encanta que son los acercamientos biográficos no convencionales. Este es un procedimiento muy relativo, en el que profundizo en la persona real de la misma forma en que me meto dentro de los personajes de mis novelas para conocer como viven su vida. La única diferencia entre los personajes del tipo de biografías que escribo y los de mis novelas es que en estos últimos yo invento sus vidas y sus acontecimientos y en los biográficos tengo que ceñirme a una red de datos objetivos. Pero una vez hecha esta red de datos, me adentro en ese traje e intento comprender como se vive la vida desde ahí. Esto es fascinante porque descubres cosas que quizá las biografías tradicionales han pasado por alto.
¿Qué le sorprendió sobre Marie Curie que las típicas biografías no contemplaban?
La vida de Marie Curie me dejó pasmada. Descubrí a una mujer con una vida mucho más compleja, más rica y alucinante. Pasó muchas penurias y tuvo una relación muy conflictiva y tormentosa con su padre. Las biografías típicas se dedican a aportar todos los datos, pero hay rasgos que, pese a lo importantes que pueden llegar a ser para componer al personaje, no los tienen en cuenta.
Usted se dedica al ámbito de la comunicación y por su labor como novelista a las humanidades. ¿Piensa que la ciencia y las humanidades son dos campos que deberían estar más unidos?
Para mí, en realidad, es todo lo mismo. Existe una correlación tremenda entre estos dos campos. Además, la ciencia tiene una capacidad metafórica y una magia inmensa. Hay mucha más magia en la ciencia que en los cuentos de hadas. En mi opinión, una educación básica debe ser completada a partes iguales con ciencia y con humanidades para ser una persona ilustrada del todo.
«La ciencia tiene una capacidad metafórica y una magia inmensa»
Como escritora y lectora, ¿le gusta más la narrativa más realista o también otros géneros como la fantasía o la ciencia-ficción?
Me gusta todo y lo leo todo. Personalmente, como escritora, poseo una parte fantástica que intento reflejar casi desde siempre. En mis novelas, hay parte de hiperrealismo que se mezcla con una parte fantástica porque para mí la realidad es así. La concepción que existe en el mundo de lo real me parece alicorta y reductora. Porque se entiende lo real como costumbrista, algo muy superficial. Yo creo que la realidad incluye los sueños, los delirios y la fantasía. Por ejemplo el nazismo fue un delirio que cambió la sociedad del siglo XX y esperemos que no lo haga en el XXI con los movimientos neonazis. En definitiva, lo fantástico forma parte de la realidad.
¿Cómo se involucró en el Concurso Científico-Literario #RosaMontero?
Me llamó Eduardo Sáenz de The Big Van Theory, a los que recomiendo porque son unos genios absolutos. Los he visto un par de veces y sus monólogos científicos me parecen la bomba. Me escribió que si quería colaborar con ellos en este concurso y por supuesto que acepté. He hablado con él recientemente y parece que el concurso está yendo genial y que hay algunos cuentos chulísimos, lo que me hace mucha ilusión.
¿Iniciativas como esta pueden fomentar que surjan nuevo talentos como Marie Curie u otros grandes científicos aquí, en España?
Claro que sí, pero además espero que sirva para que esta sociedad pierda el miedo a la ciencia. Vivimos en una sociedad con una tradición reacia a lo científico aunque por fortuna pienso que las nuevas generaciones lo están cambiando. Hay que recordar que fue Unamuno, uno de nuestros grandes pensadores ilustrados de la época quién dijo aquello que se convirtió en tópico de “que inventen ellos”. Somos alérgicos a la ciencia. Parece que a la gente le asusta conocer a lo que no llega, siente desconfianza. Por lo tanto, este tipo de iniciativas son importantes porque lo que hacen es acercar y hacer más apetecible la ciencia, es decir, normalizarla.
¿Considera que la divulgación de la ciencia puede hacerse también con la literatura?
Claro. Hay muchos libros que así lo hacen, incluso en algunos míos como en mis últimas novelas se recurre a elementos científicos continuamente. Otros, no tan contemporáneos como es Instrucciones para salvar el mundo también tiene un montón de ingredientes científicos. Por supuesto que se puede divulgar la ciencia con la literatura.
Para acabar, ¿de qué forma cree que pueden ayudar los avances científicos a su labor tanto como periodista como escritora o un su vida?
Los avances en ciencia no sólo ayudan a mi labor, ayudan a mi persona. Mi labor depende de lo que soy. Por fortuna, he palpado un cambio tecnológico profundo. Estoy viviendo ahora en los libros de ciencia ficción que leía cuando tenía veinte años. Esta revolución electrónica que vivimos ha cambiado mi manera de trabajar y de vivir. Antes para poder reescribir alguna palabra tenías que cortar y pegar con un trabajo farragoso horrible y sin embargo ahora puedes cambiar una frase en un texto infinitas veces. Como el hecho de tener en el móvil la biblioteca de Alejandría con elementos como la Wikipedia me parece espectacular. La ciencia está cambiando nuestra manera de vivir.
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