Los huesos de Cervantes
Un equipo de historiadores, arqueólogos y antropólogos forenses coincide en que los restos de Miguel de Cervantes descansan, junto a los de su mujer y al menos otras 13 personas, en un osario común bajo la cripta del convento de las Trinitarias, en Madrid. Los miles de huesos y esquirlas que han aparecido están mezclados, por lo que resultará muy difícil individualizar quién es quién dentro del conjunto. En cualquier caso, los expertos están prácticamente seguros de que algunos de los fragmentos pertenecen al autor del Quijote.
En la denominada ‘reducción 4.2/32’ de la cripta de la iglesia de las Trinitarias aparecen los restos óseos de al menos 15 individuos. Uno de ellos seguramente es Miguel de Cervantes, pero va a ser muy difícil diferenciar sus fragmentos. / J. Balaguer-Ayto. de Madrid
La expectación hoy en el salón de actos del Ayuntamiento de Madrid era máxima para conocer si, por fin, se habían encontrado los huesos de Cervantes, con su característica extremidad amputada en la batalla de Lepanto, su gran nariz o la mandíbula desdentada por la edad. No ha sido así, pero se ha producido un gran avance: se han encontrado sus restos mezclados con los de otros 14 individuos, según los responsables del proyecto.
“A la vista de toda la información de carácter histórico, arqueológico y antropológico generadas en este caso, es posible considerar que entre los fragmentos de la ‘reducción’ localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias se encuentren algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes”, señala la conclusión del estudio leída por el antropólogo forense Francisco Etxeberría.
“Plantear qué fragmento es de quién con perfiles bioquímicos y genéticos es prácticamente imposible, salvo en casos excepcionales como los de las Torres Gemelas”, según los investigadores
La ‘reducción’ a la que se refiere el experto y numerada como 4.2/32 hace referencia a los fragmentos de cráneos, mandíbulas, extremidades, costillas, miles de esquirlas y polvo encontrados juntos en una ‘bolsa’ común a una cota de 1,35 m bajo el enlosado de la cripta. El estudio antropológico ha confirmado que, aunque las muestras están muy deterioradas, el conjunto pertenece al menos a 15 individuos: cinco niños, dos mujeres, cuatro varones y otros cuatro indeterminados.
El dato clave que relaciona estos fragmentos con los de Cervantes, enterrado en 1616, es que la documentación histórica señala que sus restos y los de su mujer fueron transportados a principios del siglo XVIII desde el antiguo al nuevo convento de las Trinitarias.
“Entre 1612 y 1630 se inhumaron 17 cuerpos (dos más de los hallados hasta ahora) en la iglesia primitiva, entre los que se encontraban los de Miguel de Cervantes y su mujer Catalina de Salazar, y fueron trasladados en el periodo comprendido entre 1698 y 1730 a la cripta de la iglesia nueva cuando se habilita como lugar de enterramiento”, ha explicado el historiador Francisco Marín.
Esa cripta es la que han revisado de arriba a abajo los investigadores, tanto sus nichos como lápidas, y aunque han encontrado más de 200 esqueletos, solo los de la reducción localizada en la esquina sureste de la cripta se ajustan al osario trasladado. Especialistas del Museo Nacional del Traje han confirmado que la indumentaria litúrgica que aparece asociada se puede datar en el siglo XVII. También el hallazgo de una moneda de 16 maravedís es de una cronología cercana.
“Los datos derivados del estudio antropológico de lo restos óseos de la reducción son claramente compatibles con los del grupo de personas que estuvieron enterradas en la iglesia primitiva de las Trinitarias y fueron trasladadas a la cripta de la nueva iglesia en forma de osario. Entre esas personas se encontraba Miguel de Cervantes y su mujer”, insiste Almudena García Rubio, otra de las responsables de la investigación, que subraya: “Lo que no podemos es individualizar”.
Alguna mandíbula podría ser la de Cervantes
“Tenemos mandíbulas que podrían ser perfectamente de Cervantes, porque le faltan los dientes en vida”, comenta a Sinc Etxeberría, “pero plantear qué fragmento es de quién es prácticamente imposible. Exigiría hacer miles de análisis de ADN, teniendo en cuenta el estado de fragmentación de las muestras. Nunca se ha planteado esto para restos de interés histórico, salvo en casos excepcionales como las Torres Gemelas, donde se ha extraído un perfil genético de todos y cada uno de los fragmentos recuperados; con un gasto impresionante, algo que solo es posible en EE UU y por un motivo como el que fue”.
El experto reconoce que este momento “es perfectamente posible hacer unos análisis bioquímicos y genéticos, pero no servirían de mucho porque estos se hacen cuando existe la posibilidad de cotejarlos con algo. Podríamos obtener un perfil genético, pero no tendríamos con quien comparar, porque Cervantes no tuvo descendencia”. Una posibilidad es compararlos con los de una hermana enterrada en un convento de Alcalá de Henares, pero el problema es que sus restos también yacen en un osario común.
No está claro como evolucionarán las investigaciones a partir de ahora, pero los miembros del equipo, de momento, han coincidido con las palabras que ha pronunciado la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, durante la rueda de prensa: “Hoy es un día importante porque no sólo hemos producido ciencia y cultura, también hemos contribuido a la historia de España”.