Una noche en Serengeti

Sabana oscureciendo en SerengetiAtardecer en la sabana

 

Una intensa jornada de emociones llega a su fin, el safari por hoy ha finalizado, mañana será otro intenso día.

Atrás hemos dejado 500 fotos y 20 videos, resultado de hoy. Me pregunto, si no me pierdo lo que me rodea mirando el mundo a través de un visor. Me surge ese sentimiento confuso, me pierdo parte del presente por temor a olvidar parte del pasado. Las fotografías me harán volver a este lugar, cuando mi memoria sea difusa pero ¿el lugar que recuerdo es la realidad o sólo una imagen a través de un visor?

Esto es una de las grandes cuestiones que se me plantean cada vez que me siento inmerso en un océano de emociones y sensaciones. Quiero vivir intensamente cada minuto, disfrutar y grabar en mi retina cada imagen, retener en mi memoria ese olor a hierba fresca en este abril de Serengeti, ese olor penetrante que te impregna el estar rodeado de animales, ese bramar de los ñus al pastar, ese alboroto de los hipopótamos en sus baños diarios. No quiero olvidar y por eso miro a través de un visor. Siempre me digo, mañana una hora sin cámaras, pero lo reconozco, me es imposible.

Ahora ha llegado la oscuridad, la negrura, sólo las tímidas estrellas están presentes en esta noche en Serengeti.

Me cuesta dormir, me vienen a mi mente infinidad de imágenes y momentos, sólo interrumpidas por los sonidos de la noche. Pequeños roedores corren sobre los faldones de mi tienda, las hienas han llegado al campamento, buscan comida entre los desechos de nuestra cena, me gustaría salir y sentarme en el porche con una linterna y contemplar su actividad, pero mi instinto de prudencia es superior al de inconsciencia.

A lo lejos oigo los leones, un escalofrío recorre mi cuerpo. Mis horas de documentales me ayudan a recordar que sus rugidos se oyen a kilómetros de distancia, eso me tranquiliza, hasta que un nuevo rugido suena más fuerte y más cerca.

Ya no recuerdo qué hice durante el día, mi mente está ocupada en tratar de dominar una nueva sensación. El temor a un depredador.

Es algo nuevo, ese instinto animal olvidado en nuestra especie, el de la protección, me hace quedarme inmóvil, en silencio, controlando la respiración, tratando de alargar cada bocanada de aire. El león ha avanzado y siento sus pisadas junto a mi tienda, 250kg de respeto y de temor.

 

 

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Ignorado e insignificante, así he sido considerado por él y por primera vez en mi vida, me alegro de haberlo sido.

Vuelvo a respirar, tras una apnea eterna, vuelvo a respirar, los músculos comienzan a destensarse y me atrevo a mover ligeramente las piernas. Poco a poco mi corazón reduce su frecuencia y vuelvo a mi estado de confort.

Es una experiencia extremadamente intensa, la adrenalina campa a sus anchas por mi cuerpo y en breve caeré en mis sueños.

El león debe haberse alejado, las alborotadoras hienas vuelven a hacer presencia en el campamento.

Miro a mi mujer a mi lado, dormida en un profundo sueño, ¿estará soñando con lo vivido durante el día? Yo en cambio, no puedo soñar con lo vivido durante la noche.

La experiencia ha sido intensa, pero he de reconocerlo, mañana quiero volver a vivirlo.

Esta ha sido una noche en Serengeti, mi noche en Serengeti, una experiencia vivida sin un visor y que seguro, jamás olvidaré.

Ésta y otras experiencias increíbles, podréis vivir durante un safari por Tanzania, descubre Udare  y comparte la tuya en experiencias viajeras.

 

Puesta de sol en Serengeti

 

 

 

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