El flato. Un enemigo del deportista. Como localizarlo y tratarlo
Por Jesús Gómez Herrera/ Deporte sin química
El flato según la morfología del deportista
No todos los deportistas sufren con la misma frecuencia o intensidad este dolor abdominal, lo que ha llevado a los estudiosos a pensar que la morfología del deportista puede influir a la hora de desarrollar el dolor, sobre todo en lo relacionado con la postura corporal.
Algunos estudios apuntan a que los deportistas con posturas cifóticas o hiperlordosis, que tienen más marcadas las curvas de la columna, son más susceptibles al dolor provocado por el flato. Al igual, al hacer manipulaciones o palpaciones a nivel de las vértebras torácicas, parece que se desarrollan los síntomas característicos del flato.
Aunque habría que desarrollar más estudios en este sentido, una de las causas apunta a que el dolor abdominal transitorio puede relacionarse con la estructura de la columna vertebral y su inervación nerviosa, sobre todo en deportistas cifóticos.
¿Qué hacer para prevenirlo?
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Principalmente, para evitar el flato es conveniente tener una adecuada salud digestiva y evitar la acidez o la inflamación intestinal. Estos problemas gastrointestinales se pueden solventar teniendo una buena alimentación.
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Procura disminuir las oscilaciones. Evita las cuestas hacia abajo, vigila tu calzado y la técnica de carrera, sobre todo para cuidar la amortiguación.
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Evita quedarte sin oxígeno, respira de forma controlada retrasando la aparición de hipoxia.
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Mejora la técnica de carrera para evitar el rozamiento de las vísceras y la irritación del peritoneo.
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Para evitar que el estómago tenga mucho peso, procura hacer la digestión antes de ponerte a correr. Date tiempo (unas 2-3 horas) después de comer y evita comidas copiosas.
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Cuando tengas sed, mejor dar pequeños sorbos que grandes tragos de golpe.
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Disminuye el ritmo en carrera, haciéndola más suave.
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Realiza un entrenamiento de la musculatura respiratoria.
¿Qué hacer cuando aparece?
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Sigue caminando y no te pares de golpe. Presiona la zona del dolor (generalmente debajo de las costillas, en los músculos intercostales) y flexiona el tronco poco a poco hasta que vaya desapareciendo el dolor. Acto seguido, realiza una extensión del tronco en la zona donde se tenga el dolor, llevando el brazo del lado donde se sitúa el dolor por arriba de la cabeza y hacia el lado contrario. A los pocos minutos, sigue caminando.
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Realiza unas cuantas espiraciones para vaciar el aire de los pulmones y favorecer la relajación del músculo diafragma.
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Siéntate y tómatelo con calma. Estira la musculatura abdominal para estabilizar las vísceras y evitar que las oscilaciones afecten en mayor grado.
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Si el dolor se hace insoportable, lo más aconsejable es parar la actividad para evitar que el problema se agrave. Es recomendable una visita al médico si los problemas persisten.
Un dolor tipo cuchillada
“Cuando el deportista come demasiados hidratos de carbono, fibras y toma líquidos con gas se distiende el intestino y se produce el dolor”, explica Alberto Oro, de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Educación Física de la Universidad de A Coruña. “Lo ideal es comer sopas vegetales, pescado, carne con poca grasa o huevos y comer en pequeñas cantidades”, puntualiza.
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