La mala fama de los cuervos
En la literatura, los cuervos son señal de mal augurio y aliados de las brujas. La mayoría de la gente cree que roban, comen huevos de otras aves y limitan las poblaciones de otros pájaros. Pero un nuevo estudio, que ha recopilado más de 326 interacciones entre los córvidos y sus presas, demuestra que su mala reputación no está del todo justificada.
El análisis de 42 estudios científicos demuestra que los córvidos tienen mucho menos impacto que lo que se pensaba en otras especies de aves. Foto Freepik
Los córvidos –el grupo de aves que incluye cuervos, cornejas y urracas– son el objeto de numerosos programas de control poblacional, tanto en ámbitos cinegéticos como de conservación. Estos controles se basan en la creencia de que eliminarlos es bueno para otras aves. Además, son considerados como eficaces predadores capaces de limitar las poblaciones de sus presas.
Sin embargo, un estudio, publicado recientemente en la revista Ibis, ha analizado el impacto de seis especies de córvidos en un total de 67 especies de aves susceptibles de ser sus presas, entre las que destacan aves cinegéticas y paseriformes.
«En el 81% de los casos estudiados los córvidos no mostraron un impacto detectable en sus presas potenciales»
El trabajo, que ha recopilado la información de 42 estudios científicos y ha analizado un total de 326 interacciones entre córvidos y sus presas, demuestra que tienen mucho menos impacto que lo que se pensaba en otras especies de aves.
“En el 81% de los casos estudiados los córvidos no mostraron un impacto detectable en sus presas potenciales. Además, en el 6% de los casos, se observaron incluso algunas relaciones aparentemente beneficiosas”, señala a Sinc Beatriz Arroyo, autora del estudio e investigadora en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro mixto de la Universidad de Castilla-La Mancha, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el CSIC.
Mayor impacto en la reproducción
Para comprobar el impacto de los córvidos en sus presas, los investigadores –en colaboración con la Universidad de Cape Town (Sudáfrica)– llevaron a cabo diversos experimentos en los que se aislaron a cuervos y urracas, entre otros depredadores, para observar cómo influían en la reproducción y abundancia de otras aves.
Según los trabajos analizados, al retirar a los córvidos de su hábitat la supervivencia de los pollos y el número de huevos de otras aves fueron superiores en la mayoría de los casos. Sin embargo, en cuanto a su abundancia, sin córvidos solo en algunos casos se observó un aumento del tamaño de las poblaciones de otros pájaros.
Según el estudio, al retirar a los cuervos del entorno, en el 46% de los casos las presas tuvieron más éxito reproductor, mientas que su abundancia se redujo en menos del 10% de los casos.
Sin córvidos ni otros depredadores, incluyendo carnívoros, la productividad de otras aves mejora en el 60% de los casos
Además, estos estudios experimentales realizados en nueve países diferentes (Canadá, Francia, Noruega, Polonia, Eslovaquia, España, Suecia, Reino Unido y EE UU) revelaron que, si se eliminan los córvidos pero no otros depredadores, el impacto en la productividad de sus presas sería positivo solo en el 16% de los casos. Mientras que sin córvidos ni otros depredadores, incluyendo carnívoros, la productividad de otras aves mejora en el 60% de los casos.
Esto sugiere que cuervos y urracas, entre otros, tienen menos impacto en sus presas que otras amenazas. “También puede ocurrir una depredación compensatoria”, apunta la investigadora.
En el trabajo también han podido comparar los efectos entre los diferentes grupos de córvidos. Entre estos resultados destaca que “las urracas tenían mucho menos impacto en sus presas que otras especies”, declara Arroyo.
Al comparar cuervos y urracas, los científicos demostraron que en el 62% de los casos, los cuervos perjudicaron la reproducción de sus presas, mientras que las urracas influyeron negativamente en un 12%. “Pero no se observaron diferencias relacionadas con la abundancia de las presas”, informa la científica.
Para los autores de esta investigación, dados los resultados es necesario “ser cautos” a la hora de concluir sobre el impacto que tienen urracas o cornejas sobre las poblaciones de sus presas. “Esta medida de gestión es frecuentemente ineficaz e innecesaria”, concluye Arroyo.