Después de leer viene escribir: Javier Sagarna
Por Mónica Maristain
Que los finlandeses son personas sensatas no le cabe ninguna duda al escritor español Javier Sagarna, quien alarmado comenta en entrevista la noticia que venía de Helsinki y que contaba la decisión de los maestros finlandeses de no enseñar más la escritura manuscrita.
“El día en que se rompan los aparatos tecnológicos seremos todos unos analfabetos funcionales que no sabrán qué hacer con un lápiz en la mano. Espero que no pase eso, los finlandeses son sensatos”, dijo el autor de la novela Mudanzas y del libro de relatos Ahora tan lejos y la novela infantil Rafa y la jirafa (Dylar, 2013).
El también director de la Escuela de Escritores, con sede en Madrid, está convencido de que leer es importante, pero sobre todo si al ejercicio de la lectura le sigue el de la escritura, una herramienta inigualable para la expresión y cuya carencia sin duda nos hace menos preparados para enfrentar las vicisitudes de la existencia.
Profesor de escritura creativa y presidente de la European Association of Creative Writing Programmes (EACWP), Javier imparte clases de novela y relato breve desde 1998, tanto de forma presencial como a través de Internet.
La Escuela de Escritores, en donde se han licenciado ya seis promociones del Master de Escritura, también ofrece también una serie de cursos por Internet cuya aceptación crece día a día, en parte porque muchas personas de México han recurrido a los talleres para develar gran parte de los secretos que tiene la escritura.
–¿Se puede recuperar el placer de la escritura manuscrita?
–Sí, por intermedio de talleres donde no se permita a los niños encender ningún dispositivo. Cuando empecé a escribir literatura lo hice con la máquina de escribir. Luego vinieron los ordenadores y hace ya algunos años que escribo a mano. Creo que la computadora plantea otros mecanismos que no permite ese encuentro íntimo que sí propone la escritura a mano.
–Lo interesante, en todo caso, es tener todas las opciones y no una que descarte a la otra, ¿verdad?
–Claro, claro. Tenemos que ser capaces de manejar con soltura la escritura manual y luego por supuesto saber escribir muy bien a máquina y en los ordenadores.
–¿Escribir es un proceso consciente, inconsciente, qué es escribir?
–Creo que la necesidad de “contar para contarse” es muy importante. Estoy convencido de que cuando contamos una historia nos estamos contando a nosotros mismos. Vemos cosas que nos resuenan dentro. De alguna manera los seres humanos somos como una gran caja de resonancia. Sentimos algo, escuchamos algo e inmediatamente surge la necesidad de comunicarlo. Ahí nace la escritura, por la necesidad que tenemos de buscar, de entender qué nos pasa. La escritura es algo importante y a menudos se olvida. Se habla mucho de la necesidad de leer y hay grandes campañas para que la gente escriba. Las herramientas de la escritura tienen que estar disponibles para todos, luego habrá gente que tenga mayor o menor talento, pero eso es otra cuestión. La persona debe sentir en todo caso que si sienta a redactar una esquela, una carta o lo que sea, las palabras le obedecerán. En cambio, si lo que percibe es lo contrario, abandonará inmediatamente el ejercicio de la escritura. El mecanismo de la escritura está en todos, más o menos perfeccionados, pero cualquier persona puede escribir. La Escuela de Escritores, con sede en Madrid, ya va por la sexta promoción.
–Ser escritor a veces dificulta también la comunicación con los demás, que a menudo se sienten intimidados
–Efectivamente. Creo que las personas que nos especializamos en la escritura no esperamos que todo el mundo sea así. Los escritores somos escritores. Nos planteamos las cosas desde nuestro lugar y de alguna manera nos obsesionamos con ello. Pero sí que es cierto que hay un montón de gente que carece directamente de la capacidad de escribir una línea. No es que sean analfabetos, pero casi. Las palabras no les obedecen, no consiguen decir ni remotamente lo que quieren expresar. Y ese problema reside en la escuela.
–Todo el mundo, entonces, según tu visión, puede escribir…
–Por supuesto. Con corrección y una manera eficaz. Estoy convencido de ello, entre otras cosas porque si uno mira por ejemplo los países anglosajones, la escritura sucede en un porcentaje muchísimo más alto que en los países latinos. Estuve hace unas semanas en Inglaterra, en la conferencia de la Asociación Inglesa de Escritores en la Educación, donde te das cuenta de que todo el sistema educativo inglés está atravesado por la escritura. Aprenden a leer, aprenden la lengua inglesa a través de la escritura. En dicho sistema, un niño no aprueba matemáticas si no sabe escribir. Luego puede suceder que un inglés tenga una profesión sin relación con la escritura, maneje un taxi o trabaje en un supermercado, pero no por ello pierden la capacidad de expresarse por escrito que han aprendido en la escuela. Porque además no les han dejado otra opción, la educación se los ha impuesto.
–En el sistema de educación latino no es así…
–Ni en el latino en general, ni en el español en particular, donde se ha tendido a olvidar la escritura, a dejarla de lado.
–Desdeñando además las materias humanísticas, hemos dejado de ser empáticos con el prójimo y ya no entendemos el mundo
–Es verdad. Podemos saber cómo analizar una oración, dónde está el sujeto, el predicado, pero eso a la larga se te olvida. Lo que no hay que olvidar es disfrutar cada frase que uno logra escribir o leer. Lo que hay que buscar desde edad temprana es que cada frase que se lee o se escribe represente un triunfo, sea un modelo a utilizar. El norte de Europa es para mí referencia en este sentido y por eso es la zona del planeta donde más se lee. Allí no hay que hacer ninguna campaña para que la gente lea.
–¿Qué es lo esencial que da la escritura?
–Individualización. Construye el yo individual. La escritura te permite ser tú, te posiciona frente a la vida, te permite y casi te obliga a mirar alrededor y empezar a tomar tus propias decisiones. Escribir te lleva a leer. Leer te da una información que necesitas y que de otro modo no obtendrías. Esa información te lleva a no creerte las mentiras que uno recibe a diario. Poco a poco la escritura te va convirtiendo en un bicho raro, es decir, en algo tan valioso y único como un individuo.