El tercer ojo de la gestión cultural
Por Gloria Serrano Solleiro
@gloriaserranos
“Una cultura no evoluciona si no es a través del contacto con otras culturas”
Deimos Danza Contemporánea
Me gusta aprender nuevas palabras y conocer su significado, confieso que se trata de un pequeño placer que con frecuencia busco mientras leo. No lo sabía, pero “Kulturbarer” es el título de uno de los diversos espectáculos que ha presentado la compañía de danza contemporánea Deimos en México, una palabra de origen sueco que puede traducirse como portador de cultura; es decir, aquél o aquello que lleva la cultura donde quiera que vaya.
Un libro porta cultura y, consciente o inconscientemente, todos somos un kulturbarer en potencia; cuestión que en la actualidad adquiere otra dimensión al estar viviendo una de las mayores sacudidas en la historia de la humanidad. Me refiero al quasi esquizofrénico auge de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, mejor conocidas como TIC’s. Tan es así, que incluso quienes se manifiestan poco interesados en temas culturales, sin proponérselo, también portan y comunican cultura. Música, videos, lecturas, imágenes reales o creadas, vínculos a sitios en internet; todo queda almacenado en un dispositivo móvil en espera de ser compartido a través de las redes sociales, youtube o whatsapp.
Y es que, aunque en ocasiones se piense lo contrario, la cultura, este término que tiene múltiples e interrelacionados significados, no ocurre precisamente en las oficinas de los Ministerios o Secretarías de Gobierno, y no solamente en los teatros o en los museos, no es así. La cultura es algo que le sucede a la gente y que impacta de manera directa en sus vidas. Por ello, la pertinencia de dedicar un tiempo a preguntarnos hacia dónde, desde dónde y el por qué de la cultura dentro de nuestra sociedad. Fue justo esta reflexión la que motivó a una comunidad plural y heterogénea a reunirse del 10 al 14 de noviembre en torno al 1er Congreso de Gestión Cultural y Economías Creativas, realizado en Mérida Yucatán. La fiesta la hicimos todos, pero la convocatoria corrió a cargo de Universidad Autónoma de Yucatán, el Ayuntamiento de Mérida, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y la Universidad de Zaragoza, España. Todo un intercambio de ida y vuelta.
Fueron cinco días en los que se abarcó una amplia gama de temas, para lo cual se contó con la presencia de distintos profesionales, sensibles y comprometidos. Catherine Cullen, Presidenta de la Comisión de Cultura de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, estuvo puntualmente ahí para hablar de la Agenda 21 para la Cultura, el primer documento de alcance mundial que propone políticas y acciones para el desarrollo cultural local; pero sobre todo, las palabras de Cullen fueron un recordatorio de que “la cultura no es costosa. Lo que realmente le cuesta a una sociedad es la falta de cultura”. Después tocó el turno a Deborah Chenillo Alazraky, de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (D.F.). Una mujer fresca y dinámica, cuya exposición se enfocó en la experiencia del D.F. como “ciudad piloto” de la Agenda 21. Chenillo se refirió a esta “ciudad de ciudades, complicada, apasionante, que duele, pero que funciona…” y al Programa de Fomento y Desarrollo Cultural 2014-2018, diseñado para una urbe de grandes contrastes, conformada por gente proveniente de todo el país y en donde más lenguas indígenas se hablan.
En el entendido de que todo proyecto es perfectible, Deborah Chenillo no evitó hablar de los retos, en particular de la necesidad de repensar las instituciones y el tipo de relación que guardan con las numerosas poblaciones que coexisten en una ciudad capital como esta. Fue en este momento que un término se puso sobre la mesa: la transversalidad de la cultura.
La Dra. Lucina Jiménez, miembro del Grupo de Expertos en Gobernanza para la Cultura y el Desarrollo de UNESCO (París), quien además dirige el Consorcio Internacional Arte y Escuela, A.C. (CONARTE), retomó el concepto e hizo énfasis en la importancia de cambiar la óptica que hoy se tiene de la gobernanza para generar una nueva articulación entre gobierno y sociedad y con ello, lograr que la gente en verdad se apropie de los lenguajes artísticos y ejerza su derecho a la cultura. Intersectorialidad, diversidad cultural, interculturalidad, trabajar para la convivencia y nuevos pactos sociales para la gestión del conocimiento, fueron algunos de los conceptos clave que esta mujer de voz ecuánime y mirada certera, compartió con todos los asistentes.
Inevitable que no lo hiciera, Lucina Jiménez también se refirió al escenario de violencia que atraviesa México. Sus palabras fueron empáticas con la situación, por ello hizo hincapié en entender la política como el lugar de encuentro y de choque desde donde se construye lo público, partiendo de una gran premisa: los ciudadanos entienden primero los cambios antes que las propias instituciones. Al finalizar su intervención, dos frases fueron contundentes para quienes nos dedicamos a la gestión cultural: “Los mares tranquilos no forman buenos marineros” y “viabilidad, pertinencia y capacidad de acción, son los grandes retos para la cultura”.
A la pregunta ¿qué aptitudes y habilidades debe fortalecer un gestor cultural?, el Dr. Carlos García Martínez, Director de Capacitación Cultural de CONACULTA, respondió sin titubeos: profunda sensibilidad, conocimiento de lo local, tener siempre los zapatos llenos de polvo, creatividad, capacidad de trabajar con lo intangible, aprender a leer los contextos y conocer las herramientas prácticas que le permitan realizar su trabajo cotidiano; entre ellas, mercadotecnia y administración. Sabemos que no hay recetas mágicas para el ejercicio de ninguna profesión, pero los puntos señalados por el Dr. García nos dan un buen norte.
La jornada se antojaba para más tiempo, pero hubo que esperar al segundo día para escuchar las voces de otros expertos, uno de los cuales fue la Dra. María Ángeles Naval, de la Universidad de Zaragoza, Directora del Máster Propio en Gestión de Políticas y Proyectos Culturales, quien platicó sobre un objeto en peligro de extinción y una actividad fundamental en la vida de todo individuo: el libro y el fomento a la lectura. “Tecnología e ideología determinan en muchos casos qué es lo que se escribe”, nos dijo y apuntó que en el caso de España, la editorial sigue siendo la industria cultural más importante. Los fundamentos teóricos y legales de las políticas públicas en materia cultural también fueron asunto de reflexión por parte del Dr. Rubén Reyes, de la Universidad Modelo Mérida y del Dr. Víctor Borges Caamal, miembro del Poder Judicial del Estado de Veracruz, respectivamente.
Para el mediodía, los congresistas esperaban con interés la llegada de la Mtra. Mayté Cordeiro, Directora General del Consejo Nacional de Instituciones Municipales de Cultura (CONAIMUC), quien inyectó una fuerte dosis de revolución a los que la escuchamos. Sin titubear, esbozó el panorama actual de la cultura en México, refiriéndose a la centralización que se vive en muchas ciudades, a la nula capacitación de quienes ostentan cargos públicos y a las pocas gestiones que se realizan para vigorizar los vínculos entre creadores. Nada que no suceda también en otros países cuando la cultura permanece al margen del discurso oficial. Es este escenario en que surge Paralelo 9MX, que como Cordeiro explicó, es el único proyecto en México apoyado por el Fondo Internacional de la Diversidad Cultural de la UNESCO para fortalecer la industria creativa y cultural del país a través de realizar diversos foros productivos de capacitación, tanto para creativos como servidores públicos.
Cabe resaltar que Paralelo 9MX es pionero en incluir la gastronomía y la cocina de autor dentro de los quehaceres que conforman las industrias creativas y culturales. Esta visión de avanzada es la que quizás les ha permitido hacer un aporte sustancial en la formación de recursos humanos, de kulturbarers. Mayté Cordeiro fue insistente, “debemos provocar que las cosas sucedan” y para ello, claro que sirve hacer uso de mapeos, indicadores y estadísticas.
El trabajo continuó sin que el entusiasmo decayera como en ocasiones suele ocurrir conforme avanzan los días de Congreso. A mitad del camino hizo su aparición un protagonista fundamental de la cultura, el Libro Verde para la institucionalización del Sistema de Fomento y Desarrollo de la Cultura en la Ciudad de México. Un volumen de 449 páginas que reúne el trabajo de especialistas en el ámbito cultural como el argentino Nestor García Canclini. Fue el antropólogo social, Dr. Eduardo Nivón Bolán, quien se encargó de describir las características de este innovador proyecto que pretende ser ejemplo de coherencia con la resolución de Naciones Unidas de posicionar a la cultura como el Cuarto Pilar del Desarrollo Sostenible, un concepto que suena fuerte, porque es así.
De las políticas públicas pasamos al análisis estratégico. El Principito, la hermosa novela de Antoine de Saint-Exupéry, sirvió de introducción al Dr. Ernesto Piedras, Director General de la firma de consultoría e investigación de mercados The Competitive Intelligence Unit, S.C., para adentrarnos al mundo de los números y la economía de la cultura, aclarando que lo que se pretende no es medir el valor del patrimonio cultural; más bien, los flujos culturales y con base en ello, diseñar políticas públicas adecuadas a la realidad de los pueblos y de las personas, así como aprender a usar y distribuir de manera eficiente los recursos (por lo general escasos) que se destinan a la cultura. En suma, diría que el Dr. Piedras nos llevó a traducir la información en significado, a darle sentido a los datos duros más allá de lo aburrida, fría e incluso infernal que puede resultar la numeralia.
La Ciudad de México es punta de lanza en un sinfín de temas, por eso su constante aparición a lo largo del Congreso. Ahora fue a través de la Mtra. Marcela Jiménez López, de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, que se mencionó de nueva cuenta el trabajo que se viene realizando para hacer visibles las economías creativas, grandes y pequeñas en esta ciudad. Concluimos las labores del día con la participación del Mtro. Alejandro Ashley, un hombre de pies ligeros, a la vez ciudadano del mundo y caminante de su ciudad, que se mueve a ras de tierra para entretejer redes internacionales de cooperación cultural.
Para el día jueves no podíamos seguir siendo los mismos. Lo asimilado en este tiempo sin duda nos obligaba a hacer una lectura diferente de la realidad y replantear el enfoque por medio del cual pensar la cultura. El periodista mexicano, Jenaro Villamil, también abonó al asunto relatando su experiencia dentro del periodismo digital en un país en el que los ciudadanos experimentan una tremenda confrontación con su gobierno, que ante el entorno de rampante violencia parece incapaz de poder garantizar la seguridad y las condiciones adecuadas para la cohesión social. La casualidad hizo que entre los asistentes estuvieran dos ciudadanos españoles que se encontraban de visita en la ciudad, quienes generosamente compartieron su perspectiva sobre la crisis política y económica que enfrenta España, enriqueciendo con ello el debate que de lo local, pasó a lo global.
No puedo dejar de mencionar otras actividades que se realizaron en el marco del Congreso, como son la presentación de los resultados extraídos de la Encuesta de Consumo Cultural de la Ciudad de Mérida; la valiosa asistencia de creadores provenientes de los estados de Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Estado de México, quienes con la honestidad en la mano describieron el día a día de una micro empresa cultural; las Mesas de Trabajo que por primera ocasión reunieron a miembros de distintos sectores de la economía en Mérida para diagnosticar la problemática que enfrentan, y la impartición de Talleres Prácticos para empresas culturales. Momentos significativos que, como suele decirse, se convirtieron en la cereza del pastel que todos nos comimos.
Si bien este esfuerzo colectivo nos llena de satisfacción, no podemos dejar de lado una poderosa y eficiente brújula que servirá de guía para acciones futuras, la autocrítica. Es evidente que aún falta mucho por hacer; sin embargo, como bien señaló la Dra. Lucina Jiménez, “son procesos complejos, pero el primer paso ya se dio: hablar de manera franca de los problemas”. El llamado está hecho, ahora más que nunca resulta vital dar espacio a la experimentación, esbozar políticas públicas proactivas, pensar fuera de la caja. ¿Es esto posible?
El pasado 29 de agosto los Ministros y Altos Funcionarios de los países Iberoamericanos se reunieron en la Ciudad de México y emitieron la Declaración de la XVII Conferencia Iberoamericana de la Cultura, documento en el que se comprometen a dar continuidad a los programas de cooperación cultural de los países miembros. Como podemos apreciar, México tiene de frente un enorme deber que cumplir con sus ciudadanos y la comunidad internacional. Pero no todo corre a cargo de las instituciones públicas o privadas, también es imprescindible que los distintos actores culturales ampliemos nuestro “aforo” interno para poder recibir al otro y efectivamente entablar un diálogo entre pares que conlleve el surgimiento de alianzas estratégicas y trabajo horizontal en red, el cual a su vez, nos haga salir de ese confortable refugio llamado soft power o diplomacia cultural que se practica actualmente. Desarrollar la capacidad de cruzar mundos; es decir, dejar el etnocentrismo para comenzar a gestionar la diversidad e identificar dónde se han roto las cadenas de valor que comunican y hacen crecer la enorme riqueza cultural que a diario todos construimos, son sólo algunos de los asuntos pendientes en la agenda de la cultura a nivel mundial.
Sí, también habrá que encontrar la grieta en el muro para colocar a la cultura al mismo nivel de la educación o la salud dentro de las políticas públicas. Es un hecho que la cultura nos exige apreciarla desde un horizonte más amplio y dinámico; no como una entidad pasiva y abstracta, sino como un acelerador de otros procesos comunitarios que, como ya ha quedado manifiesto, también incide y se articula con el resto de los sectores sociales. En definitiva, hace falta “hilar más fino”, diría la Dra. Lucina Jiménez y “no olvidar que a final de cuentas trabajas para la gente”, como mencionó Mayté Cordeiro en su mensaje final durante la ceremonia de clausura. En lo personal y a manera de síntesis, me quedo además con la expresión que empleó el Dr. Carlos García durante su intervención: Los nuevos gestores culturales requieren de “un tercer ojo” para ver las manifestaciones culturales en todo su esplendor.
Nos leemos pronto…
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