¿Por qué se usa Canarias para defender los intereses de Francia en África?
Por Domingo Garí Hayek
El ejército español ha tomado el mando de las operaciones en Malí, dando un relevo mediático a los franceses en el escenario. Pero esto no puede ser contemplado más que como una aventura irresponsable del gobierno español. España no tiene intereses en Malí. Francia sí. España va a operar como gendarmen francés en una zona que es territorio sometido a las políticas neocoloniales de la france- afrique
El france-afrique es una sistema de dominación que ha mantenido Francia desde 1960 en adelante, al objeto de tener sometida a sus antiguas colonias. Para ello ha promovido y llevado a cabo golpes de estado, asesinatos múltiples, fabricado corruptelas y apoyado a regímenes odiosos en todos estos países. Sería interminable relatar todas las atrocidades, ilegalidades y desmanes acometidos por los franceses en África con el objeto de mantener su poder y la defensa de sus intereses. Desde Marruecos hasta Madagascar desde Senegal hasta Sudán, los franceses han hecho de este continente el soporte inexcusable de su bienestar y de su posición privilegiada entre las potencias del mundo. Sus fábricas, automóviles, luz eléctrica, petróleo, y todo lo que tiene que ver con la producción moderna es extraído de África a coste irrisorio. También un lugar usado profusamente para evadir capitales de la metrópoli, blanquearlos y reenviarlos a paraísos fiscales de todo el mundo.
En el caso concreto de Malí los franceses derrocaron al presidente socialista Modibo Keita en 1968 y sumieron al país en un dictadura que duró 27 años, encabezaba por Traoré, quien amasó una fortuna considerable, gracias a las “ayudas al desarrollo” que recibía de Francia. Cuando Traoré dejó de interesar fue depuesto por un golpe de estado, auspiciado por Francia y sustituido por Toumani Touré, quien dio paso a Omar Konaré, miembro del Alto Consejo de la Organización Internacional de la Francofonía, y doctor Honoris Causa por la Universidad de Rennes 2 Haute Bretagne. Konaré cumplió a pies juntillas las recomendaciones del FMI para Malí y terminó sumiendo al país, en una miseria aún peor de la que procedía. En 2002 fue sustituido por Toumani Traoré, que continuó con las políticas del austericidio. Acusado de ejercer un gobierno autoritario es depuesto en 2012 por un nuevo golpe de estado, y tras un gobierno interino asume el poder el actual presidente Boubacar Keita. Este presidente apoyado por Francia, como todos los anteriores, excepto el primero, anunció a principios de julio de 2014 la firma del acuerdo de defensa entre Francia y Malí, que da una base jurídica para la presencia militar francesa permanente en territorio maliense.
Malí es un país muy rico en oro, el tercero de África, y tiene una frontera de más de 850 km con Niger, país que atesora inmensas reservas de uranio, que son las que proporcionan a Francia el 30% de dicho mineral para alimentar sus 58 centrales nucleares, y toda su red energética. Malí también atesora en su subsuelo uranio, diamantes, hierro, bauxita, manganeso y otros minerales que aún no han sido explotados. Hay expectativas más que fundadas de que su subsuelo contenga petróleo. Además, Francia es el primer proveedor comercial de este país africano de inmensas riquezas naturales, y de enormes miserias humanas. Según datos de la BBC, el 60% de sus quince millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, y la esperanza de vida no supera los 54 años.
Así que los intereses franceses en su ex colonia están claros. ¿Pero que hace España ahí? ¿Una política exterior quijotesca? Dice el Ministerio de Exteriores en su web que “La crisis de Malí ha traído a un primer plano la existencia de múltiples y graves desafíos en el Sahel. La actual situación supone una amenaza para España, la Unión Europea y nuestros intereses comunes (…) José Manuel García-Margallo, (dice que) Malí puede <desestabilizar el norte de África> y provocar que Europa tenga <una frontera con Al Qaeda en el mar Mediterráneo> (…) Además el terrorismo que golpea directamente a otros países de la zona como Mauritania y Nigeria, y sus posibles repercusiones directas o indirectas en Europa, otros intereses de la UE en el Sahel son frenar la inmigración clandestina, la seguridad de los principales proveedores de energía como Argelia o Libia -limítrofes con el Sahel- o los intereses comerciales.”
Enrevesado argumento para esconder una vulgar política del pillaje. Y todo ello a costa de implicar a nuestras Islas en esa truculenta historia, porque se ha hecho un uso inadecuado e intensivo de las infraestructuras aéreo-portuarias insulares (Gran Canaria, Tenerife), a la vez que se llevan a cabo ejercicios de entrenamientos de tropas europeas y africanas (Fuerteventura) destinadas al conflicto. La irresponsable política exterior española en la zona, al dictado de los intereses franceses y de la OTAN, pone en peligro a la población civil en las islas, y nos sitúa como plataforma logística del rejuvenecido imperialismo occidental. No fue este el mandato del pueblo canario cuando en el referéndum sobre la OTAN en 1986 votó en contra de la permanencia en la misma. La demanda del entonces movimiento antimilitarista y por la paz, de convertir a Canarias en lugar de encuentro y cooperación en vez de santuario para operaciones militares contra los pueblos vecinos, sigue siendo pertinente. La reclamación de un estatuto de neutralidad para el Archipiélago debería formar parte de la agenda de los partidos políticos que se reclaman favorables a los derechos humanos, y contra las agresiones neocolonialistas.